AUTOESTIMA – NO SIENTAS VERGÜENZA DE TI MISMO
Ser indulgente contigo mismo te haría más fácil la recuperación de la Autoestima perdida.
Ser capaz de comprender, y de comprenderte, te acercaría a la realidad de un modo no traumático, de un modo sencillo, porque es la oposición a no querer aceptar la realidad la que crea el conflicto. Asumir, sin culpas ni adjetivos, lo que eres en este momento te permitiría tener una base limpia y firme sobre la que empezar a reconstruirte.
Llevas conviviendo contigo desde que naciste. Nunca has faltado, ni un solo instante. Esa fidelidad merece una consideración. Y, pese a su obviedad, eso no es una tontería. Ninguna amistad es tan duradera como la que podrías mantener contigo mismo. Ninguna te aportaría la intimidad y la cercanía de la tuya propia.
Crees que conoces todos tus defectos, e incluso te inventas algunos; eres absolutamente riguroso en tus auto-juicios, consideras imperdonables en ti cosas que aceptas con naturalidad en otras personas, y te mides con distinta vara de la que usas para comprender a los otros.
Tienes secretos -¿y quién no?- que preferirías que nadie conociera. Eso piensas a veces, ¿verdad?, que si los otros conocieran todos tus secretos, lo que llamas vergüenzas o excesos, lo que eres capaz de llegar a pensar, lo que has deseado para otro en alguna ocasión, que no eres tan amable o tan interesante como tratas de mostrarte en algunas ocasiones… si los otros descubrieran que vales nada…eso te da miedo.
Y te avergüenzas de ti mismo.
Te sientes indigno, ruin, indeseable, despreciable…Todos tenemos una Sombra, que es aquello que preferiríamos que nunca se conociera de nosotros. La vergüenza es la demostración del sentimiento de inferioridad que uno siente. Y uno ha hecho el ridículo en tantas ocasiones, o se ha equivocado, o no ha sabido, o se ha comportado torpemente, y eso ha ido minando la Autoestima, bajándola a mínimos, dejando la sensación –incierta- de no saber desenvolverse en el mundo, de no ser apropiado, de valer menos que los demás que, según se cree equivocadamente, nunca se equivocan y valen más.
Si fueras capaz de verlo de un modo ecuánime, te darías cuenta de que los otros, en su intimidad, en lo que no muestran y no conoces, sienten algo parecido a lo que sientes tú. Pocas personas son un modelo y un dechado de virtudes y perfecciones.
Algunos destacan en una cosa –como cantante, pintor, escritor, etc.-, pero eso son profesiones, sólo quiere decir que son buenos profesionales, no impecables personas, no perfectos en todo; en su fuero interno pueden estar pasando un calvario similar la tuyo.
Tú eres tú.
Más tus circunstancias.
Eres una buena persona.
Confundida, pero buena en esencia.
Eres capaz de amar.
Eres fiable, amable.
Eres Hijo de Dios.
Son motivos más que suficientes como para dejar de sentir vergüenza por ti, una persona que si está leyendo esto es un signo inequívoco de que está en un deseo de mejorar, lo que es un motivo más que suficiente para que te sientas orgulloso de ti.
No te sientas culpable por lo que hayas podido hacer hasta ahora, y siéntete responsable de lo que hagas a partir de este instante.
La culpabilidad es el sentimiento de haber fallado en algo que se ha hecho, pero la vergüenza es la no aceptación de lo que se es. En la culpabilidad uno rechaza sus actos, en la vergüenza de sí, se rechaza en su totalidad. Lo cual es más devastador.
Colabora a tu favor, en una alianza de respeto y cooperación que ha de ser indestructible, para convertir en una persona digna a tus ojos a quien estás siendo en este momento.
Sé, al margen de lo que tu Autoestima actual diga, digno.
Siéntete íntegro, de buenos principios, admite tu confusión, que no has tenido una educación adecuada o una vida fácil, pero respétate y colabora a tu favor.
Jamás sientas vergüenza de ti.
Francisco de Sales
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