Rubén Darío.
(1867 -1916 )
Félix Rubén García-Sarmiento conocido como Rubén Darío, nació el 18 de enero en Metapa, Nicaragua pero su familia se mudó a León un mes después de su nacimiento. A la edad de doce años Rubén Darío publicó sus primeros poemas "La Fe", "Una Lagrima" y "El Desengaño".
En 1882 cuando Rubén tenía solamente quince años se presentó ante el Presidente Joaquín Zavala. Preguntó al Presidente si el pudiera ir a estudiar en Europa. Darío le preguntó esto después de haberle presentado un poema muy en contra de su patria y la religión de su patria. Después de haber oído este poema el Presidente le dio una respuesta única a Rubén Darío. Le dijo - " Hijo mío, si así escribes ahora contra la religión de tus padres y de tu patria, que será si te vas a Europa a aprender cosas peores?".
Y esta fue la razón por la que Darío no fue a Europa.
Luego se casó con Rosario Murillo, y se mudaron a El Salvador donde encontró a Francisco Gavidia quien le presentó la poesía Castileña.
En 1883, volvió a Nicaragua. Tenía muchos trabajos en su vida, pero una cosa que puede ser probablemente la más importante es que Darío sería considerado el padre del modernismo.
Rubén Darío participó de muchos movimientos literarios en Chile, España, Argentina, y Nicaragua. El movimiento modernista era una recopilación de tres movimientos de Europa: romanticismo, simbolismo, y el parnasianismo. Estas ideas expresan pasión, arte visual, armonías y ritmos como música.
Darío fue un genio de este movimiento. En su poema "Canción de Otoño en Primavera." hay mucha evidencia de pasión y emociones fuertes. Pronto muchos literarios comenzaron a usar su estilo en una forma muy elegante,
y cuidadosa, usando su estilo y sus palabras para hacer música con la poesía.
Su talento fue reconocido y por eso empezó a escribir más y mejor.
Luego, viajó a España donde sucumbió a mucha influencia de Europa,
una influencia muy liberal. Sus ideas nuevas fueron reflejadas en su poesía de romanticismo y amor. En 1888 publicó la primera recopilación de sus poemas que se llama ‘Epístolas y poemas’ (1885) y después vino ‘Azul’ que es recordado por su "simbolismo y sus imágenes exóticas". Otras obras famosas de Rubén Darío son ‘Prosas Profanas’ y ‘Otros Poemas’ (1892), ‘Los raros’ (1896), y ‘Cantos de Vida y Esperanza’ (1905).
Probablemente, el poema más famoso de Rubén Darío es "Canción de Otoño en Primavera." Sus sentimientos son expresados en toda su literatura.
Fallece en 1916.
Rubén Darío es considerado el poeta más importante que escribió
en español fuera de España y es fácilmente unos de los personajes
más reverenciados en Nicaragua.
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[b]Canción de Otoño en Primavera
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y de aflicción.
Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.
Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
la otra fue más sensitiva
cual no pensé encontrar jamás.
Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...
En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé...
Y te mató, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe...
Juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión;
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón.
Poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad;
y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.
¡Y las demás! En tantos climas,
en tantas tierras siempre son,
si no pretextos de mis rimas
fantasmas de mi corazón.
En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!
Mas a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris, me acerco
a los rosales del jardín...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
¡Mas es mía el Alba de oro!
PD:
La foto de don Rubén Darío intenté por todos los medios colocarla arriba del título y no hubo caso. No pude. Lo intenté tantas veces que al final me cansó.
NO sé qué puede haber pasado. Pero sé que por ahí andan los 'ingenieros' y van a saber ubicarla donde corresponda.