LOS ÁNGELES NUEVOS
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Una mañana mientras caminábamos en busca de los colores, salió a nuestro encuentro un anciano ajado. Su mirada sin brillo tenía la opacidad de las piedras. Su piel antiguamente roja, el áspero de las pencas.
-—-“Soy un Ángel —nos dijo-— ...un Ángel viejo. Mis alas llevan el color de la tierra seca, de mi aureola cayeron las flores y las espinas. He traído todos mis colores para entregárselos a ustedes, y así no obscurecerlos conmigo en la noche que me espera.
Y dejó sobre el suelo a nuestros pies, una raíz de maíz sin germinar. Luego de él no quedó más que el polvo levantado inundando el paisaje.
Llegó el mediodía. Y junto con él nosotros, llevando aquella raíz del último de los ángeles rojos. Hacia el extremo del camino estábamos ya recubiertos por infinitos colores, con todos los tonos del espectro. Pigmentos nuevos que fuimos encontrando durante esta larga travesía.
Cansados ya nos recostamos contra un árbol muy añoso, cuando una voz de mujer surgió desde adentro, de su espinoso ramaje.
ELLA nos dijo :
---“Engendré muchos hijos. Salieron de mi seno y florecieron en granos amarillos. Pero antes incubé la raíz.
La miramos sorprendidos, dispuestos a continuar nuestra ruta antes que anocheciese, evadiéndonos de su inesperada presencia. Mas no fue posible.
---“El que trae esa Raíz, la que ustedes llevan, no puede entrar aún en la noche. Pues ella contiene los colores renovados que han ido recogiendo de estos suelos”.
¡Quisimos quitarnos aquellos pigmentos! Frotamos nuestras pieles adheridas como quien se arranca pétalos, que se han incorporado a la materia... Produciéndonos muchas heridas.
---“Cubran con ellos de formas e imágenes nuevas, todas las tierras que germinaron primero esa raíz -—continuó Ella inmutable—- Luego vengan hasta mí... pues se habrá cumplido entonces la hora, que recién ahora comienza.”
Luchamos espantados contra su consigna, buscando en las arenas y las fuentes, el medio de quitarnos esos colores que aprisionaban nuestras vidas.
---“¡Nunca lo lograrán y yo seré eterna! Partan y repartan. Luego vuelvan hasta mí”--- díjonos PACHAMAMA y tuvimos que admitir su triunfo finalista
Y así estamos ahora, llamando a los ángeles nuevos para plasmarlos, para fijarlos, para ordenar sus formas y pigmentos. Porque Ella nos espera al final del camino y debemos agotar hasta el último color, que en esta tierra suya recogimos.
Oteamos día a día el horizonte inalcanzable, hasta donde se extienden su dominios. Pero no logramos volver verla. Mas sabemos, que habrá otro crepúsculo encarnado, el día del reencuentro. Cuando haya llegado el descanso para nuestra raza nueva, que será entonces ya un viejo ángel portador de otro legado para dejar :
En manos de futuros peregrinos.
-ooooooooo-
Alejandra Correas Vázquez