NACIDAS PARA SUFRIR
En mi opinión, hay personas que parecen nacer predestinadas a una vida de sufrimiento de la que no pueden, o no saben, o no quieren escapar.
Parece como si todo las persiguiera para que se pudiese cumplir un propósito malvado de hacer de su vida una cadena de sufrimientos con eslabones indestructibles. Según he comprobado, en los casos que yo he conocido, el 90% de esas personas son mujeres.
He observado que en la mayoría de ocasiones este sufrimiento es un auto-castigo que no siempre es inconsciente, sino que en muchas ocasiones una se mortifica a sí misma con toda la consciencia y hasta lo llega a considerar justificable. Es evidente que todos hemos hecho cosas mal y malas en la vida, pero no siempre son merecedoras de una condena interminable a la infelicidad, al sufrimiento o al dolor. El perdón y el Amor Propio tienen mucho que decir en estos casos. No es necesario aplicarse una condena excesiva, injustificada, injusta, y de una duración excesiva por algo que una ya se ha dado cuenta, ha comprendido, y tiene el propósito de no volver a repetir.
¿Qué aporta de positivo ese sufrimiento continuado? y me refiero al que se inflige una a sí misma. Nada. Nada. Sólo acrecienta la distancia entre una y sí misma, agria la relación -que se vuelve incómoda y dolorosa- y es un gran padecimiento que deprime, frustra, afecta directa y negativamente a la Autoestima, crea ansiedad, hunde… Nada positivo, nada que haga creer que está bien aplicado.
El sufrimiento físico hay que evitarlo, no hay que permitirlo. Es del todo rechazable. El sufrimiento emocional o sentimental… pues conviene aprender a controlarlos porque también son innecesarios y hasta contraproducentes.
En cuanto al sufrimiento que provocan los otros… pues es muy conveniente no concederles el poder de perjudicarnos con sus palabras o sus hechos. Esa sugerencia de “no tomarse las cosas como algo personal” es sabia y excelente. A veces permitimos que los otros nos perjudiquen vomitándonos encima sus problemas, sus miedos y frustraciones, su narcisismo o su ignorancia. A veces es conveniente aprender a escuchar sin dar importancia a las palabras y a las intenciones.
La objetividad nos permite ver las cosas desapasionadamente, sin sentirnos emocionalmente afectados por ellas, sin sentirnos parte de lo que parece ser un problema, y nos otorga claridad para ver y valorar las cosas en su justa medida y no desde el dolor afectado, ni desde el ego o el orgullo que nos descentran y hacen perder la imparcialidad, que es quien tiene la capacidad de apreciar las cosas en su justa medida, quien permite ver las cosas como son y no como aparentan, quien permite que ante la furia del otro comprendamos que esa furia es contra sí mismo y así, de ese modo, una puede dejarlo pasar sin sentirse agredida, sin sufrir.
Sufrir es sentir un daño físico o moral. Cuando es físico es indiscutible, pero cuando es moral…lo moral está basado en el entendimiento y la conciencia, no en los sentidos. No pretendo decir que quien sufre es porque quiere, sino que la inmensa mayoría del sufrimiento se puede resolver con la observación desapasionada, con la reflexión lógica y con la colaboración de una mente entrenada para ver los asuntos desde fuera, como si no fuesen propios. Recuerda: uno resuelve mejor los asuntos ajenos que los propios… porque no está involucrado en ellos.
Es el incumplimiento de las expectativas quien aporta la mayoría del sufrimiento: que el otro no actúa como uno quisiera, que el otro no dice lo que uno quería oír, que las cosas no salen del modo deseado –aunque tal vez se estaba deseando algo imposible y mal-, que uno está demasiado sensible, que uno tiene el umbral del sufrimiento muy bajo y cualquier cosa le hace sufrir…
Ya sabemos que las emociones son incontrolables, pero el sufrimiento que provocan algunos sentimientos sí puede ser evitado.
Cada persona tiene su propio arsenal de cosas que le hacen sufrir y por eso no se puede generalizar con una respuesta universal, pero si alguien puede incrustarse esta frase en la comprensión se evitará mucho daño: “El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”.
No es enemigo quien quiere serlo, sino quien cada uno permite que lo sea. No causa sufrimiento una palabra, sino lo que uno interpreta con esa palabra.
Nadie ha nacido con el designio inevitable de tener que sufrir. No hay Dios que desee una cosa así. Nadie viene con esa predestinación ineludible. Nadie se merece el sufrimiento como castigo, como modo de aprendizaje, ni para pagar cosas que hiciera en una hipotética encarnación anterior; no creo en la injusticia de un mal karma, tampoco creo que la condición social o la incultura predestinen al sufrimiento.
Sí creo que cada persona puede convertir lo que hoy le provoca sufrimiento en algo sin adjetivar que no deje una atormentada huella, algo que no lleve ineludiblemente una carga de dolor, algo de lo que se pueda aprender… para después dejarlo partir sin que deje un desconsuelo, ni una tristeza punzante, ni que una crea firmemente en una rendición incondicional que impida el derecho a no sufrir y a conocer y vivir la paz y la felicidad.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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