LA PLENITUD DE SER
(Eudemonía)
En mi opinión, debiera estar en la mente y en la boca y en los proyectos de todas las personas una palabra bastante desconocida que contiene el diccionario: Eudemonía.
Se define como “el estado de satisfacción debido generalmente a la situación de uno mismo en la vida”.
Esa “situación” la decide uno mismo. No es universal para todos. No todos tenemos las mismas exigencias ni ponemos las mismas condiciones para sentir ese estado de satisfacción personal. Algunos creen que teniendo poder económico o sintiéndose superiores en algún aspecto alcanzarán y disfrutarán de ese estado. Y no es cierto.
Aparentemente la Plenitud de Ser se consigue con la armonización de los resultados con las pretensiones. “Si consigo todo lo que he soñado seré una persona plena”, se puede pensar, pero no es cierto. Sólo los ciegos de espíritu y los que se auto-engañan confunden la eudemonía con el éxito social. Los que están un poco más atentos, o más despiertos, se darán cuenta de que eso puede ser sólo uno de los puntos y, dependiendo de los valores personales de cada uno, no imprescindible ni siempre es el más importante.
Si es el ego quien planifica nuestros principios y aspiraciones, jamás se sentirá satisfecho. Su ambición es ilimitada… y equivocada.
La aspiración a la Plenitud es llegar a SER, no a tener.
La Plenitud es un asunto interior. Los logros externos producen placeres, una ilusión falsa de bienestar por haber “triunfado”, pero el éxito que de verdad satisface de un modo real es alcanzar la auténtica sensación - ni tangible ni física- de PAZ, de una relajación armónica que uno siente y disfruta sin la necesidad de airearla, porque quien realmente somos no tiene necesidad de presumir, sólo le interesa SER y no ve la necesidad de ser expuesto públicamente.
Es una relación de Plenitud consigo mismo, una sensación de doble integridad: de ser íntegro y de estar integrado. Sólo la intromisión del ego, con su pretensión de éxitos sociales y ostensibles, podría desbaratar ese estado.
Cuando uno se pregunta ¿qué es lo que quiero? si no le añade un matiz y la convierte en ¿qué es lo que REALMENTE quiero? y si no hace la pregunta en el sitio adecuado y desde la humildad y sinceridad adecuadas, es muy posible que se presenten multitud de respuestas apresuradas y sin sentido real, que buscan más satisfacer la situación externa que la inquietud interna.
Si uno es veraz a la hora de responderse, verá que sus pretensiones reales en la pregunta están más relacionadas con su Ser: ser honesto, honorable, compasivo, amable, generoso, empático, digno, noble, etc.
Uno no se siente en paz si tiene actitudes y realiza actos de los que se avergüenza ante sí mismo. Uno no se siente identificado cuando actúa de un modo en el que la honorabilidad no está del todo presente. Uno no se siente en paz y armonía cuando se descubre manteniendo vigentes pensamientos que sabe que no contienen bondad. Uno pierde su propio respeto cuando no es recto y se sale de sus principios de dignidad. Uno no está en paz con su SER si no es capaz de mirarse en el espejo y ver a una persona íntegra.
Es cierto que uno se distrae mucho y da preponderancia a otras cosas antes de enfrentarse a asuntos tan trascendentales como el Sentido de su Vida, sus auténticos Principios, la Integridad y la Plenitud de su Ser, pero llegados a cierto momento de su existencia, si uno escucha sus voces internas, si presta atención a su conciencia, si es consecuente consigo mismo, moverá su orden de prioridades y seguirá en su vida cotidiana, afrontando lo que cada día le trae, pero tendrá siempre presente su realidad y comprenderá que es la Paz Interior y la Plenitud de su Ser lo que realmente quiere y ansía.
Lo mejor que uno puede hacer por sí mismo es escuchar la sabiduría de las voces ancestrales que le recuerdan cuál es su verdadero objetivo y su auténtico deseo.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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