HE COMETIDO EL PEOR DE LOS PECADOS. NO HE SIDO FELIZ.
He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida
no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.
Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.
En mi opinión, este poema de José Luís Borges, titulado El remordimiento, expresa con claridad el lamento de una persona que hace un balance objetivo de lo que ha sido su vida. Parece que, en su caso, ya le parece para tomar decisiones que eviten llegar a esa desolación y de eso se queja al mismo tiempo alerta a todos los demás para que evitemos llegar al final con esa frustración inconsolable de lo no hecho y lo no vivido.
Hay otro poema -que se le adjudica a él, aunque parece que no es suyo-, que redunda en esta misma idea. Se titula Instantes.
Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios.
Yo fui una de esas personas que vivió sensata
y prolíficamente cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría
de tener solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca
iban a ninguna parte sin un termómetro,
una bolsa de agua caliente,
un paraguas y un paracaídas;
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita,
contemplaría más amaneceres,
y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez vida por delante.
Pero ya ven, tengo 85 años...
y sé que me estoy muriendo.
La invitación es clara en ambos casos: aliarse con la felicidad, disfrutar, implicarse con lo que se hace, VIVIR LA VIDA con intensidad, priorizar LA VIDA, ser conscientes de su limitación al tiempo que estemos aquí. El tiempo de estar en la Tierra y vivos podría entenderse como un recreo, un lugar de disfrute, un premio que nos ha sido concedido, pero en bastantes casos acaba derivando en un infierno porque tal vez nos complicamos excesivamente; tal vez no somos capaces de objetivar esas cosas que acabamos llamando problemas, a los cuales otorgamos innecesariamente un poder que utiliza contra nosotros para dañarnos.
Los poemas también muestran que la acumulación de años implica la renuncia obligatoria a hacer ciertas cosas para las que se necesitan aptitudes que la mucha edad niega. Es una forma de decir “haz mientras puedas hacer porque llegará el momento en que no podrás hacer ni aunque quieras”. Lo cual es una verdad incuestionable. Aplazar para más adelante eso de vivir y hacer cosas las condena a su extinción. A veces “más adelante” nunca llega o cuando llegar es demasiado tarde. VIVIR es una tarea inaplazable, cada día hay que VIVIR ese día.
La felicidad no se encuentra por azar, ni uno es encontrado por ella: hay que fabricarla. Y requiere y merece toda nuestra atención.
Cuando toque dejar el cuerpo y la persona que hemos sido… ¿qué valoraremos?, ¿cómo nos saldrá de positivo o negativo el Juicio Final que nos hagamos?, ¿qué nos llevaremos?, ¿será una sonrisa de satisfacción, el alma en paz, o la tristeza de una ocasión excepcional perdida?, ¿ será un llanto ácido el resumen del balance?, ¿un arrepentimiento inconsolable?, ¿o será la sensación sonriente de poder decir –tal como escribió Pablo Neruda- “confieso que he vivido”?
Lo que uno quiera hacer con su vida a partir de ahora es mejor que empiece a decidirlo ya y que se responsabilice de esas decisiones y se comprometa íntegramente a cumplirlas.
Ahora es el momento. Posiblemente más adelante ya sea tarde.
Ojalá no tengas que escribir tú también los lamentos de Borges.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales