CAPÍTULO 33 - REPETIR LOS PATRONES QUE SE HAN VIVIDO
- LO QUE NO ES APROPIADO -
Este es el capítulo 33 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER.
Los psicólogos descubren frecuentemente que tras un patrón o norma de conducta que se repite a menudo en una persona están la educación o las vivencias de la infancia. Parece ser que se repite un modelo que se vivió o se aprendió en esa época y, lo que es peor, que no se actualiza y por eso se sigue repitiendo y repitiendo.
Y en algunos casos eso puede ser grave, porque una mujer puede estar buscando –inconscientemente- alguien que sea como su padre, por ejemplo, y le atraerán los hombres que se parezcan a él físicamente o en su forma de ser o carácter. Este es un conflicto que se arrastra sin saberlo y que tiene una cierta relación, aunque sea rozándolo, con el complejo de Edipo. Ya que no se pudo casar con su propio padre, se conforma con emparejarse con alguien que se le parezca. Si le gustaba el físico o el carácter de su padre y además encuentra alguien parecido con quien es feliz, estupendo. Dos pájaros de un tiro.
La complicación comienza si no lo encuentra y va descartando hombres interesantes, muy buenos, pero… -a todos les encontrarán un pero, por supuesto- no son como su padre.
Instaura una competición en la que enfrenta al hombre que ha conocido con el padre, y el que no esté a la misma altura de él –con el agravante de que tal vez tenga a su padre demasiado idealizado, y que haga lo que haga nunca va a ser como su padre…- se queda sin posibilidades.
Esto también es una excusa que utilizan algunas mujeres, sin darse cuenta, cuando no se quieren comprometer en una relación: acallan su conciencia con eso de que lo están intentando –y lo único que intentan de verdad es ponerle todas las zancadillas posibles al otro-, pero… no están a la altura. O sea, que no son su padre.
Hay otro riesgo añadido en eso de buscar patrones que se han vivido –y hay que recordar que todo esto funciona de un modo inconsciente-, y es cuando se tuvo o se tiene un padre que maltrataba a su madre o la maltrataba a ella misma.
Como eso es lo que vio en casa, puede llegar a parecerle que eso es lo normal, ya que es lo que siempre ha visto y nadie le ha explicado que eso es anormal. Y lo mismo que aprende de su madre las labores de la casa, aprende que tiene que tener una pareja que la maltrate, y aprende que tiene que ser sumisa y no llevarle la contraria, y aprende que muchas cosas tiene que hacerlas a escondidas, sin que él se entere, y aprende que la relación de pareja es desagradable y no tiene casi ningún aliciente positivo. Así que buscará alguien que la maltrate o que la haga infeliz.
La vida de cada persona requiere una atención especial, porque se deja en demasiadas ocasiones su gobierno en manos de lo inconsciente, y en muchas ocasiones son los mandatos que se reciben durante la infancia - y que no se han verificado para ver si se está de acuerdo con ellos o se está en contra-, quienes deciden por su cuenta, sin consultar a la persona, lo que se va a hacer o no, y cuáles son las normas y principios por los que conducirse. Normas y principios que son heredados de los educadores, y que no tienen por qué coincidir con los propios.
Cuando se vaya a seleccionar la persona con la que se pretende pasar el resto de la vida es imprescindible ser muy cuidadoso y estar muy atento a todos los detalles. Si ya se ha pasado por una ruptura, estará muy bien revisar con atención cuáles fueron los detalles verdaderos que hundieron la relación, cómo era la otra parte, qué fue lo atractivo, qué fue lo que hizo que todo terminara, y todas las observaciones que puedan aportar conocimiento y previsión.
Y tenerlo en cuenta antes de comenzar la siguiente ocasión.
Francisco de Sales
(Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí:
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