CAPÍTULO 32 - ABANDONARSE
- LO QUE NO ES APROPIADO -
Este es el capítulo 32 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER.
Con la confirmación y aceptación del compromiso por ambas partes de emparejarse no termina ninguna etapa. No se ha llegado a una meta. No se puede parar y descansar. Justo se acaba de empezar.
Hasta ese momento ambos han mostrado sus mejores galas, sus mejores facetas, todo su romanticismo, su simpatía y sus dones. O sea, lo mejor de sí, ya que casi todo se acepta como lícito durante el cortejo para enamorar. Todo, menos las mentiras. Todo, menos fingir falseando o engañar directamente, menos simular o disimular, menos ocultar o callar algo grave deliberadamente.
A lo largo del noviazgo ambos están pasando por unos momentos tan atrayentes, tan sensibles y emocionantes, tan bellos, que han pensado que si estuvieran siempre juntos podrían alargar esa maravilla hasta el infinito, y podrían disfrutar cada instante de cada día de la magia que han creado, de ese Paraíso en la Tierra que han establecido, y por eso dejarán sus familias y sus hogares y vivirán juntos.
Ahí y entonces empieza lo duro y lo difícil.
Si ambos han sido sinceros, tan sinceros como se supone, y han mostrado sus realidades y sus auténticas intenciones, sólo queda disfrutar, disfrutar, disfrutar. Y ser felices, ser felices, ser felices.
Pero… -siempre hay un pero- hay una maldición flotando por ahí, formulada por la Bruja Envidiosa, que hace que al formalizarse una relación, vaya surtiendo efecto poco a poco. Entonces se empiezan a descuidar un poco ambos, se relajan las buenas costumbres que imperaban, se empiezan a restringir las sonrisas y las palabras cariñosas, y aparece una especie de letargo de cuento donde va desapareciendo el color rosa vivo por la llegada, lenta pero imparable, de un rosa pálido con tonos grisáceos.
Es como si uno o ambos dijeran sin decirlo “ya tengo al otro seguro, ya no es necesario esforzarse más. Ya he hecho todo lo que había que hacer. Ahora, a vivir de las rentas”.
Quien acepta lo anterior, acepta expresamente un inexorable declive para su relación. Amor que no se alimenta, amor que muere.
No hay que abandonar el tiempo de la conquista. Ni abandonarse.
Hay que seguir seduciendo y conquistando cada día; en realidad, cada instante de cada día.
Y no solamente cada instante que se pasa con el otro, sino incluso cuando no están juntos, que entonces es el momento de pensar en qué hacer que le pueda demostrar lo que se le adora -adorar es amar en su grado más intenso-, qué le puede ilusionar, qué le sorprendería gratamente, de cuántos modos distintos se le puede confirmar que se le ama, qué hacer, qué decir y cómo para que quede demostrado el amor.
Jamás se debería acabar la etapa de la seducción, en ningún momento habría que ralentizar la conquista, bajo ningún concepto permitir que el frío o la rutina afecten a la pasión, y aunque envejezcan los cuerpos y la salud vaya abandonando a los amados, que no se abandonen, ni ellos a sí mismos, ni a la relación.
Cuidar la relación. Cuidarse entre ambos. Mucho amor. Y mucho cuidado. Esa es la clave para que dure y aporte felicidad.
Francisco de Sales
(Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí:
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