CAPÍTULO 63 – EL APEGO – EL DESAPEGO
Este es el capítulo 63 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL.
“No tenemos apegos, ni miedos… ¡¡ellos nos tienen a nosotros!!”.
“Los apegos se producen porque nos da miedo
perder el motivo del apego”.
“El desapego no es que tú no debas poseer nada,
es que nada te posea a ti”.
(Alí Ibn Abi Talib)
“Cuando mueren los apegos nace la libertad”.
“Desapegarse no es ser insensible, sino ser independiente”.
“A veces sentimos la necesidad de apegarnos a algo conocido,
sin querer soltarnos por nada,
aunque estemos seguros de que tiene que haber algo mejor.
Aún seguirían los pájaros en sus nidos
si no se desapegaran un día y se lanzaran a volar”.
“La felicidad no consiste en la satisfacción del deseo.
Satisfacer el deseo no nos libera de él, sino que engendra un
nuevo deseo de que vuelva a repetirse la experiencia placentera”.
(Tony de Mello)
“El apego es un deseo estéril que no conduce a nada”.
“Desapego es aprender a amar, a apreciar lo que tenemos y a involucrarnos en las relaciones de una manera más sana y equilibrada”
“Si no eres feliz con lo que tienes, difícilmente lo serás con lo que te falta”
“No hay que tener miedo a dejarlos. Cuando crees que has perdido todo,
resulta que sólo has perdido los apegos”.
Uno de los pilares sólidos del sufrimiento humano son los apegos.
Los apegos son solamente ideas, fantasías sin entidad, sin existencia real, que crean una relación de dependencia con respecto a una persona, una situación, o una cosa.
Nacen en un momento que tiene algo de especial, porque creemos que si pudiéramos repetirlo de nuevo, con los mismos ingredientes que lo han formado, se podría volver a disfrutar de eso que fue placentero.
Pero eso es poner en poder de algo ajeno a mí la capacidad de que yo disfrute o esté en paz o sea feliz.
Son equivalentes a “no puedo vivir sin…”, lo que es un error y un atentado contra nuestra propia libertad y felicidad.
Se equipara la felicidad a conseguir el motivo del apego, y la felicidad está más cercana a la ausencia de apegos.
Los apegos, que al principio producen placer, después sólo producen ansiedad, sufrimiento y falta de libertad, porque la realidad es distinta de lo que vemos cuando estamos apegados: la realidad es que estar apegado crea dolorosas ataduras; en cambio, sentirse unido, que es lo correcto, produce libertad e individualidad.
Y además, en el caso de los apegos a las personas, les estamos impidiendo su libertad y su desarrollo.
Los problemas para dejarlos son muy evidentes: la incapacidad que sentimos –que no es real- de renunciar al motivo del apego y, al mismo tiempo, el miedo a renunciar a él, porque existe la posibilidad de perder el motivo y quedarse sin algo a lo que “apegarse”. Esa libertad da miedo. Esa libertad conlleva responsabilidad.
Otra de las dificultades es que no se tiene control sobre el apego.
Él impone y controla -más bien, descontrola-, él es el centro, tiene el poder, crea la atadura.
Y lo dramático, que es lo bueno al mismo tiempo, es que los apegos son nada, no tienen entidad, sólo existen en nuestra imaginación.
No hay que tener miedo de deshacerse de ellos.
Es lo mejor que nos puede pasar.
¿CÓMO EVITARLOS?
Para comenzar a liberarse de los apegos, uno ha de tomar el control de su vida y sus decisiones, y deshacerse de su dictadura.
¿Cómo evitarlos?
Permitiendo que todo pase pero sin aferrarse a nada, disfrutándolo todo con total intensidad, con toda la consciencia, que no quede la sensación de no haberlo disfrutado o vivido plenamente. Lo que se viva hay que hacerlo desde el fondo, en su totalidad, dejándose impregnar o absorber por ello, como cuando éramos niños y las cosas nos asombraban porque no las vivíamos desde el adulto excesivamente racional que no permite que el asombro le invada; como cuando íbamos al Circo y todo era magia y maravilla.
En aquellos momentos estábamos íntegramente en el Circo, siendo nosotros totalmente, receptivos, y con toda nuestra atención puesta exclusivamente en el momento, con avaricia de que no se escapara nada, viviéndolo plenamente.
Ahora nuestro interior no nos reclama nada de aquellas experiencias -si acaso, es nuestra nostalgia la que añora- porque no tiene motivo para la reclamación, ya que no siente que le falte algo a la experiencia.
¿Cómo evitarlos?
Sabiendo que cada cosa es ella misma y que nada nos pertenece.
Sabiendo que los apegos son los frenos de la libertad y la libertad es el motivo de la búsqueda.
Sabiendo que puedo y debo reconocer de los apegos que los quiero, que me gustan, que los deseo… pero que también puedo vivir sin ellos.
Y es lo que hay que hacer.
Puedes aprovechar para decidir “voy a hacerlo”.
¿Cómo?
Viviendo en la no-dependencia de las cosas ni de la gente. Si tengo, bien; si no tengo, bien.
“No puedo vivir sin eso” o “no puedo vivir sin ti”, son obstáculos para la felicidad.
Este es un bueno modo de hacerlo: se trata de no hacer ningún esfuerzo para desapegarse, no ir contra corriente, no sacrificios ni firmes propósitos tambaleantes. No se arregla así. Sólo hay que verlos como realmente son. Despojarlos de los valores que les hemos añadido y las esperanzas que hemos puesto. Caer en la cuenta de que son apegos. Saber que lo que nos aportan, a la larga es contraproducente y menos valioso que el daño que conllevan. Darse cuenta de lo que son, y dejarlos diluirse para escapar de su tiranía.
L A VÍA DEL AMOR ES LA VÍA DEL DESAPEGO
Hay que practicar en la vía del amor la vía del desapego.
¿Amar?, por supuesto.
Con total intensidad, con toda la fuerza que se produzca.
Pero amar en libertad y con libertad, sin pretender recrear las situaciones artificialmente, sin perderse el momento de la vivencia pensando en que se va a terminar.
Tener muy claro que el desapego no es desamor.
ALGUNOS TIPOS DE APEGO
Hay muchos más apegos de los que nos podemos imaginar. Algunos de ellos son tan sutiles, o se mimetizan tan bien, que puede pasar desapercibidos.
Desde los afectos a las personas o las cosas, hasta los deseos y los propios instintos; desde la pereza hasta las rutinas, desde las tradiciones hasta los modelos o personajes que usamos.
Son la venda que nos impide ver más allá.
Los apegos demuestra una falta de miras ecuánimes y elevadas.
Son un freno imperdonable, porque solamente depende de nosotros ponerlos en su sitio y escapar de su dictadura y su sometimiento.
La vida nos invita a crecer en todos los sentidos y el estancamiento es un error.
Depender de los apegos, y la sensación que conllevan, es una traición a nuestros principios primordiales.
VISTO DE OTRO MODO
(basado en ideas de Roberto Assigioli)
Cuando uno intenta iniciar su Desarrollo Personal se da cuenta de lo numerosos y tenaces que son los apegos.
Hay dos clases de apegos:
ACTIVOS: instintos, pasiones, deseos y afectos que nos atan a otras personas o a cosas, y que absorben energía, que exigen tiempo, cuidados y consideración, y que distraen de múltiples formas nuestra atención de la elevada meta a la que aspiramos.
PASIVOS: inercia, pereza física y moral, la “pesadez” que inmoviliza por lo bajo; cualquier tipo de rutina, de hábitos, de tradición, de costumbres, o de “moldes” en los que nos refugiamos para obviar nuestro ascenso.
Todo apego constituye un error que se opone a las leyes de la vida, pero no sólo cuando son del tipo inferior o negativo, sino también cuando se pueden calificar de “buenos”. Casi son peores estos últimos, porque tienen una aparente “justificación”.
Lograr desapegarse significa haber conquistado la más elevada de todas las libertades.
MÉTODOS POR LOS QUE SE PRODUCE EL DESAPEGO
Método del desgarro:
A menudo la vida nos lo impone, desarraigándonos de un modo u otro de las personas o cosas a las cuales estamos apegados. Es la forma más rápida y radical, pero también la más dolorosa ya que puede suscitar graves reacciones. Pero tras un período de tempestad emotiva, durante el cual poca ayuda se puede prestar, la persona supera por sí misma esta etapa y sale de ella más madura y reforzada.
Método de la transmutación:
Se transforman los apegos por medio de la sublimación de las energías emotivas que los determinaban, y mediante la ampliación y la substitución de los objetos hacia los cuales se dirigía. Es la forma más gradual y armónica, y al final conduce a los mismos resultados.
La transmutación más importante y que se presenta con mayor frecuencia es la sublimación del amor pasional y emotivo en amor espiritual.
El amor pasional es posesivo, exigente, acaparador, exclusivo y celoso. El amor espiritual es generoso y resplandeciente.
Quien ama espiritualmente, permanece libre y da libertad.
Método de la desdramatización y el humor:
Muchas personas están excesivamente apegadas porque suelen tomarse la vida, las situaciones o las personas con excesiva seriedad.
Debemos interpretar nuestra parte en esta vida de la mejor forma posible, pero sin llegar a identificarnos del todo con el personaje. No todo es tan trascendental como queremos suponer y no todo es tan dramático como lo vivimos.
El humorismo, en su vertiente mejor y más elevada, es un arte valiosísimo para desdramatizar la vida: implica comprensión, simpatía y compasión desinteresada.
El arte de vivir consiste en saber alternar oportunamente los distintos elementos y actitudes.
Método de la independencia interior y de la autonomía espiritual:
Muchos de nuestros apegos son fruto de una sensación de dependencia hacia los demás, a la necesidad, real o ficticia, de apoyo o ayuda. Muchos creen –y lo temen- que no saben valerse por sí mismos y están seguros de perderse si no se apoyan o amparan en los demás.
Para librarse de este tipo de apegos, que nos limitan y esclavizan, es necesario tener fe en las poderosas energías latentes en el alma de los humanos, y presentes en todos. Es preciso reafirmar nuestra verdadera naturaleza espiritual haciendo una llamada a nuestro verdadero Ser, a nuestro Yo Superior y Espiritual. Esto es lo que se llama estar en comunión con la Suprema Realidad Espiritual, y en ella encontraremos toda la luz, toda la fuerza y toda la ayuda que necesitemos.
SUGERENCIAS
Muchas personas se toman la vida y sus asuntos demasiado en serio, y llegan a apegarse a ese modo de ser y vivir.
La vida es una representación teatral y no somos más que personajes interpretando el papel que nos ha tocado.
Si fuésemos capaces de desdramatizarlo todo, de ser conscientes viéndolo desde la desapegada distancia de que la obra es una comedia y no una tragedia, viviríamos mucho más tranquilamente, con menos tensión y sufrimiento acumulado, sabiendo que nada es un asunto personal, que se puede vivir de un modo más relajado, implicándose menos en los asuntos que nos hacen desatender la vida real.
En cualquier vida podemos encontrar momentos serios, duros, y dolorosos, que muchas veces son inevitables, pero también vamos a encontrar momentos amenos, alegres, profundos, íntimos, felices, brillantes.
Vivir es encontrar el equilibrio y saber estar bien en todos.
Pero es mejor pasar por los primeros rápidamente y sin que dejen heridas, y fomentar y disfrutar los segundos.
De todos modos el telón bajará al final, y será mejor que nos llevemos, por lo menos, nuestros propios aplausos.
Desdramatizar y usar más el humor son soluciones eliminar apegos.
Otras personas tienen muy marcado el sentimiento de que por sí mismas no son ni se merecen gran cosa, por lo que basan su vida en una interrelación con otras personas, bien de dependencia o apego, porque creen que sin ellos son nada, o porque sienten que tienen que ayudar a todo el mundo y para ellos el servicio, la amabilidad, y el cuidado, son otra forma de apego a lo que ello le proporciona.
Esta dependencia es una servidumbre que impide Ser Uno Mismo: limita, esclaviza, consume mucha energía y mucha autoestima.
Se puede conseguir la independencia convenciéndose de lo negativo de este tipo de relaciones, viendo con claridad lo nocivo que conlleva, deseando no seguir en ese sometimiento, injusto e innecesario a todas luces, liberándose interior y espiritualmente.
ATENCIÓN
Para comprender de un modo vivencial el amor, es necesario eliminar cualquier tipo de apego hacia la persona objeto de nuestro amor.
Hay tendencia a acaparar al otro, necesitarle, poseerle, y si no eliminamos todo esto no podemos comenzar a amar de verdad, porque una de las condiciones básicas imprescindibles es la libertad.
Si estás apegado has creado una dependencia.
Y eso es lo contrario del amor.
RESUMIENDO
El apego es producto de una necesidad: la persona o la cosa objeto del apego nos cubre esa necesidad y por eso queremos mantenerlo a cualquier precio, porque tememos que su falta nos genere un vacío imposible de llenar con otra cosa.
No tienen entidad, no existen, viven sólo en tu imaginación… pero te gobiernan.
¿Ahora lo ves claro?
Pues ya puedes empezar a deshacerte de ellos.
Francisco de Sales
Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí:
http://buscandome.es/index.php/board,88.0.html