CAPÍTULO 60 – LAS ILUSIONES
Este es el capítulo 60 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL.
“La realidad es la única verdad, el resto son ilusiones”.
“Una ilusión eterna, o por lo menos que renace a menudo en el alma humana, está muy cerca de ser una realidad”.
(André Maurois)
“El alma tiene ilusiones, como el pájaro alas. Eso es lo que la sostiene”.
(Víctor Hugo)
“Perder una ilusión, hiere. Perderlas todas, mata”.
(José Narosky)
“Convierte tus ilusiones en metas, y tu vida tendrá sentido”.
“Las ilusiones no se marchitan, porque no son flores sino semillas”.
“No vivas de tus ilusiones si no eres capaz de llevarlas hacia la realidad”.
“No me ilusiones si tienes pensado dejarme caer mitad del vuelo”.
“Haz que tus elecciones reflejen tus ilusiones y no tus miedos”.
Si uno se empieza a preguntarse quién soy, es que tiene necesidad de reconocer sus ilusiones, ya que una parte nuestra está creada y sustentada sobre ilusiones, y eso, que puede ser tan gratificante y tan bello en ciertos casos, si no se conoce y administra bien se puede convertir en un peligro.
La ilusión no tiene nada de realidad: está basada en una ficticia situación que se puede deber a un engaño de los sentidos, o una sugerencia de la imaginación, o una esperanza necesaria para seguir creyendo en que algo va a mejorar, pero no tiene entre sus ingredientes nada de realidad. Puede llegar a serlo, pero aún no lo es.
La ilusión conlleva el enorme riesgo de no llegar a realizarse y convertirse por tanto en lo opuesto a lo deseado: en una gran frustración, porque en la ilusión siempre hay componentes externos, que no siempre controlamos, y pueden fallar.
Algunas ilusiones pueden nacer en momentos de alocada euforia, donde nos da por diseñar planes grandiosos o excesivos que no tienen todas las oportunidades de llegar a ser posibles, o pueden nacer en momentos rosas en que queremos un “lo que sea”, o que nos gustaría “conseguir alguna cosa”. Ponemos en ello la ilusión, algo tan frágil y que no siempre cuenta con ayuda exterior, y esperamos que se cumpla.
Hay que tener mucho cuidado con esto.
Lo malo de ilusionarse es que después uno puede desilusionarse.
Otras ilusiones nacen de la necesidad de querer algo mejor o distinto para el futuro, porque las cosas nos van muy mal o porque desconocemos que no todos los sueños son posibles.
Nos auto-engañamos, muchas veces sin saberlo, y esperamos que algo tan endeble como la suerte nos ayude en la consecución del utópico ideal imaginado.
Creamos constantemente ilusiones y en ese crearlas y creer en ellas vamos dando tumbos.
Ya ves que resalto que tienen un lado negativo, pero también llevan en sus intenciones cosas muy buenas.
No debes olvidar que algunos de sus factores son externos y como no dependen de ti pueden frustrarse. Si, por ejemplo, yo me hago ilusiones de que me van a ascender en mi puesto de trabajo, si es que el jefe es justo, o si valora mis capacidades, o si yo insisto en la solicitud, sigo desarrollando, como en el cuento de la lechera, lo que pasará después, y me veo con más sueldo, con el que podría comprar más cosas, una casa nueva más grande, otro coche mejor, y me veo con más prestigio personal y social, debido al nuevo cargo, y sueño con todo ello como algo que va a suceder… y luego no sucede… entonces me siento peor que antes de empezar con la ilusión, porque ahora he saboreado otras posibilidades y veo que no puedo conseguirlas.
Decepción inmediata y posible depresión a la vista.
Hay que tener ilusiones de las buenas, pero que tengan posibilidades reales de realización, porque alientan a seguir adelante animosos, y a fomentar la esperanza, y a esforzarse por mejorar; pero hay que conocer, para poder desterrarlas desde el principio, las ilusiones que tienen posibilidades nulas de realizarse, y las que impliquen perjudicar a otras personas.
Es una ilusión falsa creer que para ser feliz necesitas a una persona, un objeto, una circunstancia… esta creencia se basa en la idea que nos han inculcado de que debemos ser felices teniendo unas cosas, sufrir con ciertas cosas o ciertas carencias, y que no podemos vivir sin otras.
Se puede elegir entre tener o no tener ese condicionamiento; se puede ver con claridad que se puede estar sin tener algo, y es fácil vivir sin ello.
PREGUNTAS
¿Cuántas ilusiones imposibles tengo en este momento en mi vida?
¿Qué soy de verdad, cuánto de fachada, cuánto de sólo ilusión…?
¿Cuánto de mi presente se debe a lo que no hice porque confié en una ilusión?
¿Qué ganaré si dejo de vivir de ilusiones y empiezo a ser de verdad?
RESUMIENDO
Las ilusiones posibles son buenas: dan ánimo, esperanza, ilusión… las ilusiones imposibles son infernales: desaniman, desesperanzan, quitan las ganas de seguir teniendo más, eliminan la confianza en el porvenir y en que le pasen cosas buenas a uno, inician un monólogo de reproches y castigos…
Las ilusiones son gratuitas.
Las desilusiones tienen un coste emocional y de tristeza alto.
Hay que ser realistas con las ilusiones.
Aunque esto parezca una contradicción.
Francisco de Sales
Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí:
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