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 CAPÍTULO 2 – EL DESPERTAR ESPIRITUAL

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Francisco de Sales
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Cantidad de envíos : 1372
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CAPÍTULO  2 – EL DESPERTAR ESPIRITUAL Empty
MensajeTema: CAPÍTULO 2 – EL DESPERTAR ESPIRITUAL   CAPÍTULO  2 – EL DESPERTAR ESPIRITUAL Icon_minitimeDom Mayo 17, 2020 3:43 am

Este es el capítulo 2 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL.


“No es suficiente querer despertar:
es necesario despertar”.


Estamos dormidos. Arrastramos una situación de irrealidad en nuestra vida y no la controlamos conscientemente, del mismo modo que no la controlamos cuando estamos dormidos.
Cuando uno se despierta, lo primero que hace es tomar conciencia de quién es y dónde está.
Por eso, el primer paso es DESPERTAR. Para tomar conciencia.
El mejor método para DESPERTAR es el cuestionamiento de todas las cosas propias, los actos, los pensamientos, las reacciones, los estados de ánimo, las creencias: en fin, el cuestionamiento de todo lo relacionado con uno mismo.
No te agarres a ningún concepto, ideología, costumbre rutinaria… si nada te obliga, si nada te ciega, estarás en condiciones de descubrir dónde está la realidad y podrás despertar a la vida buena.
No confíes sólo en las palabras, que son falsas si lo desean (prueba a decir la frase que quieras, luego coloca un NO delante, y verás cómo todo cambia), que permiten mil interpretaciones; confía en la intuición, acostúmbrate a escuchar a ese sabio viejo que todos llevamos dentro; ten fe en ti mismo, cree sólo en lo que resuene con fuerza en tu interior… piensa que todo puede ser lo que parece, pero también lo contrario.
Hazte filósofo, pensador libre, duda cuanto creas necesario pero indaga hasta encontrar la verdad de cada cosa.
Siéntete vivo, muy vivo.
Encuentra el gusto en atreverte a preguntarte cosas, y goza del placer de las respuestas propias.
Despertar es Descubrir y Descubrirse. Quitarse las vendas, soltar los frenos, limpiar el polvo y las telarañas de los ojos para verlo todo de nuevo, todo nuevo, con la mente despierta y la vida atenta.

EL DESPERTAR ESPIRITUAL

(Texto basado en ideas del libro Ser Transpersonal, de Roberto Assigioli)

El ser humano “normal” se “deja vivir” en lugar de vivir. No piensa ni el significado, ni el propósito, ni el valor de su vida. Se dedica a satisfacer sus aspiraciones personales, disfrutar los sentidos, y busca cumplir las ambiciones de sus deseos materiales.
Si está un poco más maduro, subordina alguna de sus satisfacciones al cumplimiento de sus obligaciones familiares o sociales, pero sin pensar tampoco en el por qué.
Probablemente se considera religioso y creyente, pero se limita, en los mejores casos, a ir a misa o cumplir la mayoría de los mandamientos, y con eso cree que ha hecho lo correcto.
Así que parece que lo importante de su vida gira en torno a lo material, y piensa que la vida se vive aquí y se acabó. No piensa en un “Cielo futuro”.
A este ser humano, este “hombre normal”, puede que un día se le presente una inquietud o una perturbación de una apariencia espiritual. Puede suceder tras una serie de desengaños, tras un shock emocional, pero también puede suceder sin motivo aparente en un momento en que todo va bien.
La propuesta de cambio puede suceder con un sentimiento indefinible de insatisfacción, de que falta “algo”, pero ese “algo” que falta no es nada concreto, nada material, nada que aporte al mismo tiempo una respuesta o una solución.
Se empieza a sentir que la vida ordinaria está vacía; de pronto, todo lo que ha sido satisfactorio hasta entonces ya no satisface del mismo modo: parece que se está viviendo una vida irreal.
Los asuntos personales que antes llenaban su interés y su atención, parecen interesar menos: pierden su valor y su importancia.
Surgen preguntas. Muchas. Otro tipo de preguntas distintas de las habituales, y casi todas tienen un matiz de interés por el prójimo, por el sufrimiento, por el sentido de la vida, por cosas que hasta ahora aparentaban no existir, pero que de pronto irrumpen con una fuerza capaz de desbancar otras preocupaciones.
A veces le parece tan extraño lo que le está sucediendo que piensa si se estará volviendo loco, si estará divagando de un modo anormal en un mundo de cuestiones muy importantes cuyas respuestas desconoce. Hasta ahora esas cuestiones no le habían importado, así que no entiende esta pujanza actual. Piensa, equivocadamente, que es mejor no seguir en ese camino y trata de volver a sumergirse en las cosas que hasta ese momento le han producido satisfacciones. Pero no. Ya no es igual. La inquietud persiste. Cada día vuelve con la misma o mayor intensidad. No hay forma de acallarla.
La sensación de duda y de vacío se vuelve casi insoportable. La persona se siente distraída del mundo, las cosas de antes se desvanecen como un sueño, mientras que, extrañamente, no aparece algo con fuerza que le apacigüe o le tranquilice: no hay una nueva luz, algo que sustituya a todo lo que siente que está perdiendo o ya ha perdido. Aún no sabe que la luz aparecerá y en algún momento todo será claro.
Además, en la mayoría de los casos todo esto viene acompañado de una crisis moral. La ética está más presente. Se juzga con severidad, y se recrimina algunas facetas de su forma de ser.
Por supuesto que estoy generalizando. Hay variaciones en el modo, pero siempre es así más o menos. En unos casos está más marcado por las dudas existenciales y las preguntas metafísicas, y en otros predomina la crisis moral.
En muchos casos, todo este proceso se asemeja a crisis neuróticas, rayando la psicosis. En otros, se manifiestan síntoma físicos, nerviosos, o psicosomáticos.
Estas crisis, tan aparatosas, son positivas, naturales, y útiles para el despertar general de las personas de cara a su crecimiento humano y espiritual.

LAS CRISIS CAUSADAS POR EL DESPERTAR ESPIRITUAL:

La apertura del canal entre los niveles consciente y supraconsciente, entre el yo y el Yo Superior, producen una maravillosa liberación.
Van desapareciendo los conflictos y sufrimientos anteriores, junto con los síntomas físicos y psicológicos que generaron, demostrando así que no eran problemas debidos a una causa física sino el resultado de una lucha interna.
Pero en otros casos, bastante frecuentes, la personalidad es incapaz de asimilar correctamente el flujo de luz y energía. Esto sucede, por ejemplo, cuando el intelecto no está bien coordinado y desarrollado; cuando las imaginaciones y las emociones están descontroladas; cuando el sistema nervioso es demasiado sensible; o cuando la irrupción de energía espiritual es abrumadora por su intensidad y su carácter repentino.
Si la mente no está capacitada para soportar la iluminación, puede ser que la experiencia sea interpretada de forma errónea, creando una confusión de niveles o desorientación con respecto a Lo Superior. Cuidado, porque, mal orientado, puede derivar en un inflamiento del ego.
Conviene, por tanto, diferenciar claramente el nivel físico ordinario del Superior. Todos somos ambas cosas, pero es imprescindible no olvidarlo para evitar ser víctimas de una ilusión en la que uno se cree un elegido para una misión divina, un gurú, o un Nuevo Mesías.
No se le deben atribuir al yo personal las cualidades del Yo Superior. Somos ambos, sí, pero no confundamos que, en realidad, en este momento simplemente somos humanos aunque con acceso a lo Superior.

REACCIONES POSTERIORES AL DESPERTAR ESPIRITUAL:

Un despertar interior armonioso se caracteriza por un sentimiento de alegría y de iluminación mental que conlleva una introspección en el sentido y en el propósito de la vida; despeja muchas dudas, ofrece solución a muchos problemas, y proporciona una base interna de seguridad. Al mismo tiempo, hace brotar la comprensión de que la vida es una, y a través de la persona fluye una efusión de amor hacia sus semejantes y hacia toda la creación. La personalidad previa, con sus aristas y rasgos desagradables, parece retirarse al fondo, y un nuevo individuo amoroso y encantador nos sonríe y sonríe al mundo entero, deseoso de ser amable, de servir, y de compartir sus recién adquiridas riquezas espirituales, cuya abundancia le parece casi demasiado grande para poder contenerla.
Rara vez todo esto acaba siendo completo y permanente. Lo habitual es que se retroceda un poco hacia el estado anterior; hay cambios permanentes, otros son temporales; se toma conciencia de lo que se ha avanzado, y se mantiene la esperanza de que es posible seguir creciendo, y de que lo que viene tras el despertar espiritual siempre es glorioso.
Y realmente es así.


ATENCIÓN:

En la Biblia se hace referencia a estar dormidos y despertar.
En muchas ocasiones, cuando uno duerme cree estar viviendo en la realidad. Muchas veces, cuando estamos en la realidad, estamos dormidos a la vida, y estamos viviendo en un modo que se puede demostrar que tiene gran parte de ficción, de idealización, de desconocido… y vivimos sin Vivir, creyendo que no podemos intervenir en nuestro sistema de vida como también creemos que no podemos influir en el curso del sueño cuando dormimos.
Estar atentos continuamente a la vida es despertar poco a poco, es ser y estar más despiertos cada vez.
La otra forma de despertar, además de la atención, es el trabajo personal y espiritual, en el que uno Descubre la esencia que se encuentra tras la apariencia.
Despertar siempre es gratificante: lo que aparece después en todos los casos mejora lo anterior.

DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL

Realmente… ¿Qué es lo que quiero?
Despertar: todos estamos dormidos la mayor parte del tiempo.
Y no me refiero a estar en la cama y tener los ojos cerrados. Me refiero a vivir de un modo en el que no intimamos con la realidad y la vida, sino que nos conformamos con dejar pasar el tiempo, vacío o lleno de autoengaños, muerto u ocupado por distracciones.
La vida requiere una atención que está desatenta la mayor parte del tiempo.
Despertar es ser consciente de la vida, de los instantes, de los sentimientos; es darse cuenta cada momento de que se está viviendo, de que uno es protagonista de algo especial e irrepetible, de que uno está detrás y por encima de los ojos que miran.
Despertar es dejar de quejarse y ponerse a hacer; levantarse, aunque se pueda volver a caer, ver lo que hay detrás de las cosas, escapar del pasado e instalarse en el presente, decir adiós al sufrimiento y hola a nuevos y placenteros estados.
Metanoia es una palabra utilizada en la religión católica. Viene a indicar una transformación profunda de corazón y mente hacia una manera positiva. Hay teólogos que sugieren que la metanoia es un examen de toda actividad vital y una transformación de la manera como se ven y aceptan los hombres y las cosas. Esto también es despertar.
De momento, es más que suficiente con despertar, porque ese estado nos llevaría a realizar todo lo que es necesario.


RESUMIENDO:

Despertar no es sólo una opción, sino una obligación. Otra de esas responsabilidades absolutamente personales e intransferibles. A medio y largo plazo, del todo gratificante. El premio del esfuerzo que requiere se compensa con la nueva forma que se va a adquirir de ver las cosas y con la calidad de vida consciente que se va a poder disfrutar después. ¡Despierta ya!


Francisco de Sales
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