CAPÍTULO 3 – LA BÚSQUEDA DE UNO MISMO
Este es el capítulo 3 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL.
“Hay un peligro cuando uno se plantea la Búsqueda,
y es buscar tener razón en vez de buscar la verdad”.
“Nada perturba con mayor eficacia la integridad de un hombre, ni arruina con más solvencia su alma, que la pasividad y la satisfacción apresurada.
Un hombre que cree haber alcanzado su objetivo, se ha perdido de vista”.
(Basilio Baltasar)
“Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar, indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz
o la más amarga de tus horas.”
(Neruda)
“La verdadera Búsqueda de todas las personas es Dios.
Pueden pensar que buscan otras cosas,
pero a la larga deben admitir que es Dios a quien buscan.”
(Charles Fillmore)
“Cada paso que da un buscador, sea cual sea la dirección,
es un paso hacia el Sí Mismo, hacia lo Superior o hacia Dios”.
LA BÚSQUEDA DE UNO MISMO es una tarea tan grandiosa y tan admirable que se merece las letras mayúsculas.
Llevas mucho tiempo sintiendo algo dentro de ti que te sugiere que deberías cambiar, que no quieres seguir así… quieres encontrarte con otro que no es el que eres ahora. No sabes quién es, ni cómo, pero lo intuyes. Una inquietud indescriptible te lo confirma.
Es la voz del Ser Interior quien reclama tu atención, y lo hace manifestándose en forma de insatisfacción o intranquilidad.
“Hay algo más, tiene que ser otra cosa…”, piensas.
No las oyes con claridad, pero sabes que dentro de ti se hacen preguntas…incluso se plantea la posibilidad de otra forma de vivir.
Buscas o quieres buscar, pero no sabes qué, no sabes dónde, no sabes cómo. Desalentador.
Otra gente acepta ser como es y sufrir las consecuencias.
Tú no.
No tienes que hacer lo que haga todo el mundo: vas a emprender el solitario camino de averiguar primero quién eres, y después ya decidirás.
La Búsqueda es personal e intransferible. Sí es compartible y se puede comunicar, tanto el proceso como las inquietudes que van surgiendo.
Es importante que sepas qué estás haciendo: ¡te estás buscando!
Pero, atención, no te equivoques de objetivo, porque sitios donde buscarte hay muchos. Donde encontrarte, menos.
Puedes buscar en los libros, por ejemplo. Pero no olvides preguntarte ¿busco conocimientos para elaborar suposiciones, la pobre sabiduría del que sólo sabe repetir frases profundas o célebres?, ¿busco biografías difícilmente repetibles?, ¿o me estoy buscando?
Si te buscas en cursos o en charlas, pregúntate: ¿busco conocimientos o me estoy buscando?, ¿busco nuevas teorías o me estoy buscando?
Ten clara siempre la respuesta a esas preguntas.
No pierdas la vida ni el rumbo. No malgastes el escaso tiempo de que dispones, ni te engañes con el cebo de las cosas fáciles.
Haz lo que tu intuición te indique, o valora y ten en cuenta lo que te sugiera alguna persona que te merezca toda la confianza, porque hay muchos caminos para llegar al mismo sitio, y cada persona se siente más cómoda en uno de ellos.
Lo que te voy a sugerir es que el comienzo sea conocerte tal y como eres, del modo más honrado y sincero, de la forma más inquisitiva pero amable posible, a través de la psicología, de la auto-observación, del descubrimiento del origen de tu forma de actuar y de pensar, con procesos de auto- realización, de la meditación o a través del Análisis Transaccional.
Una tendencia común es la de buscarse en el mundo de la espiritualidad. Ten cuidado y no te busques en la espiritualidad simplemente porque parezca más bonito y más elevado. Búscate donde estés, y cuando te encuentres, si quieres, llévate a la espiritualidad.
Y métete en todo lo que quieras y te parezcan adecuadas, en cualquier cosa que te pueda dar una pista de cómo llegar a ti.
Evita las sectas extrañas, los maestrillos, los Gurús que te piden mucho a cambio de nada, quien te exija que seas un adepto incondicional, quien te diga lo que tienes que pensar, quien te deje la más leve inquietud o duda, aquel que te ofrezca lo imposible, los panfletos llenos de palabras y vacíos de contenido… cree en tu intuición, en las personas modestas que no alardean de que saben, en quien te ofrezca trabajo y esfuerzo para realizar el Camino, en quien pretenda alumbrarte en vez de deslumbrarte, en quien veas un corazón sincero y unos ojos que te confirme que realmente él sí ha llegado a la auto-realización.
En la Búsqueda vas a encontrar muchas cosas de ti que no te van a gustar nada y querrás renegar de ellas, o no las vas a querer aceptar; son cosas que han permanecido mucho tiempo cubiertas, y a veces desearás que hubieran seguido así, pero negar las cosas no las elimina ni las cambia.
A pesar de que las primeras cosas que encuentres en tu Búsqueda no te gusten, sigue.
Sigue adelante y hasta el fondo.
Nunca mantengas una relación de rivalidad con lo que vaya apareciendo: no a las auto-zancadillas, no al auto-castigo, no a las ideas de que tiene que ser luchando y sufriendo.
Repite continuamente: “no sé cuánto voy a tardar en llegar, pero voy a hacerlo. ¡Seguro que tiene que haber algo bueno¡ ”.
La Búsqueda es el motivo primordial, el objetivo, no puede ser una simple curiosidad.
Busca.
Si no buscas, no encontrarás.
El fin de la Búsqueda no es otro que llegar a llevarse bien con Uno Mismo. No conflictos, sí paz.
DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL
Los seres humanos siempre han estado en la Búsqueda.
Buscándose.
Según el tiempo y la religión, o la doctrina, se ha llamado de un modo concreto, o se ha cambiado la palabra para denominar a lo mismo, pero todos se buscaban: el gurú hindú, el roshi zen, el sabio taoísta, el rabino judío, el monje cristiano, el místico sufí… han buscado los grandes maestros, los filósofos, los ciudadanos cultos y los menos ilustrados…
Unos decían estar buscando su Dios o su Guía, otros decían buscarse a sí mismos, otros decían buscar la paz, o la trascendencia, o la iluminación, o su alma…
Yo creo que todos buscamos lo mismo: nos buscamos a nosotros mismos, a quien intuimos que somos pero no estamos siendo. Y buscamos la paz.
Una paz que contiene mucho más de lo que cabe en la palabra. Es el estado que se alcanza cuando se tiene la conciencia en armonía, una tranquilidad interior difícil de alterar, un estado de acuerdo consigo mismo, conformidad con la situación que a uno le ha correspondido, una amistad inquebrantable con las partes rebeldes de cada uno, el amor actualizado, la generosidad rebosante, y unos ojos de ver con calma las cosas, sin que se alteren por los pequeños conflictos cotidianos.
Y se busca a Dios. Uno busca a su Dios porque le necesita. A su Dios aunque lo llame con otro nombre. Porque uno sabe que es un poquito de Dios, pero algunos no se atreven a reconocerlo abiertamente, le dejan ese puesto a “lo que sea” y es a ese “lo que sea” a quien busca para integrarlo dentro de sí, para ser conscientes de la unificación dentro de sí mismo del espíritu y la materia, del alma y el cuerpo, de lo divino y lo humano.
Es la reconciliación buscada tan afanosamente que se presenta al reconciliar los opuestos y los dispersos, los desconocidos y los enemigos, los que plantean dudas y los que ya lo saben todo.
Uno se siente en esa paz que ha buscado cuando nota que desaparecen los boicots internos, cuando las cosas que antes le alteraban adquieren ahora distancia y pierden toda su parte desequilibradora y agresiva, cuando es capaz de mirarse serenamente al espejo y se siente tranquilo, inalterado; sabe muchas cosas, pero sabe que eso no es importante porque va dejando de prestar atención a la vivencia cotidiana, ya que uno se sorprende con visiones nuevas y propias de las cosas. La capacidad de comprender se engrandece, y la capacidad de ver a los otros humanos adquiere una nueva dimensión porque se les ve de otro modo distinto, como si fueran más cercanos, más íntimos, más uno mismo.
Si presta atención, siente una tranquilidad interior inusual, nueva, muy agradable, y se sorprende de la falta de los conflictos que casi siempre le han tenido como en son de guerra.
Siente la paz y uno se da cuenta de que ya no quiere otra cosa. Eso es todo. Seguir así, dejándose llenar de las cosas que van apareciendo poco a poco. Encontrando una mente de aguas mansas que es capaz de pensar con su propio corazón; escuchándose en su sabiduría, en vez de enredarse con sus razonamientos.
SOLUCIONES Y SUGERENCIAS
Hay muchos modos de iniciar un proceso de Búsqueda: hacerse preguntas y esperar inocentemente las respuestas, hacer preguntas a alguien que nos lleve delantera en esto mismo, leer libros de auto-ayuda, interesarse en la filosofía de algunas disciplinas orientales, a través de la pura psicología, por la auto-observación… y muchos más.
Yo recomiendo, como primer paso, la voluntad y el deseo, la atención, la observación, y estar despierto. Muy atento y despierto.
Creo que uno de los modos adecuados es seguir los pasos en el mismo orden que se indican en esta serie de artículos. Por supuesto que son admisibles otras opciones y puede que hasta sean más recomendables, pero aquí reflejo lo que me enseña mi propia experiencia y la de otras personas que he ido conociendo con los mismos intereses.
Hacer esto mismo, pero en otro orden, hace que el avance sea más lento, más inseguro, que las dudas persistan durante más tiempo, y que se siga adelante pero con la sensación de que falta algo sólido en la base.
RESUMIENDO
Este también es un proceso inevitable por el que hay que pasar. Es enriquecedor porque el premio es Uno Mismo. Lo que se encuentra, si se busca bien y se llega hasta el fondo, es una maravilla. Porque todos somos maravillas en esencia. Porque Dios hizo bien a cada uno de sus hijos, y en los ingredientes que nos componen aparecen la bondad, la humanidad, la belleza del alma… y la divinidad.
Francisco de Sales
Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí:
http://buscandome.es/index.php/board,88.0.html