Qué contás?

¿Qué contás?
¿Qué te puedo contar?, estuve lejos, en uno y otro lugar, estuve sola y a veces acompañada, ritmos musicales diferentes, costumbres diferentes. Y si, estuve lejos. Muy lejos, en todo el sentido de la expresión.
Cuando abría la puerta el sol era diferente, los colores también, cuando cerraba la puerta la imaginación dominaba el lugar.
Supongo que a muchos les pasa, supongo que es un efecto contraproducente, daño colateral creo que le dicen.
No me hablen de soledad y silencio, se demasiado de esos temas. Háblenme de esperanzas que no descansan, de sueños que se cumplen. La vida puede ser corta o larga y no depende de la cantidad de soles escondidos detrás del horizonte, ni de cantos de gallos al amanecer.
A veces arrepentirse es bueno, otras no, hay que seguir, levantar los pies del piso y marcar los pasos. Nadie sabe qué hay más allá, y si se sospecha, igualmente hay que mostrar sorpresa al llegar. Porque las definiciones anticipadas no sirven, no colaboran. Tal vez sea más productivo hacer las valijas y poner alas al corazón. Los laberintos dejan de ser atractivos cuando nos quitan la libertad de decidir, cuando tenemos que seguir una sola flecha que nos lleva siempre al mismo lugar. En algunos casos las trampas valen, subir y espiar, buscar una salida diferente.
¿Qué te puedo contar?, se producen cambios, cuesta seguir el ritmo de esos cambios. No todos estamos preparados, algunos queremos permanecer un ratito más en el mismo lugar, disfrutar el momento, sonreír con el viento o la lluvia en el rostro. Algunos queremos…. Sí, queremos.
Agotamiento, fastidio, tristeza, son cargas pesadas, quien tendrá las llaves para dejar de arrastrar estas cadenas, quién puede descubrir sin que tengamos que pedir a gritos, sin que tengamos que huir una y otra vez como única tabla de salvación.
Debe existir en algún lugar una tarjeta, un objeto, que simbolice un límite, un final, debe existir…
Una vez escuché que los ojos son vidrios transparentes donde el mundo se deja ver, se deja desear, y en algunos casos, se deja conquistar. Me pregunto cuántos habrán intentado conquistar el mundo. Cuantos lo habrán logrado. Sin embargo, yo, aquí detenida frente a la vidriera ni siquiera lo intenté.
¿Qué te puedo contar?, las veces que me dejé abatir, las veces que yo misma intenté destruirme, las veces que mis oídos quedaron sordos para no escuchar lo que creía causaba dolor. Pero el dolor no entra por los oídos, el dolor siempre estuvo en el mismo lugar, el dolor nunca vino o se fue, nació aquí y decidió vivir para siempre aquí. ¿sabes dónde? Si. Donde imaginas.
Las noches traen serenidad, pero profundizan las ausencias, las noches se mezclan en la oscuridad propia y la mía. Parece una paradoja, me gusta la noche. Afloran más los sentimientos, aun en la oscuridad se han visibles, nítidos. Cuando llega el amanecer se lleva todo, con despotismo, qué frialdad. El centro de su acción es borrar lo que dibuja la noche. Una constante controversia.
Ya habrá tiempo de nuevos motivos, nuevas imágenes que describir para responder a tu pregunta. Hoy solo te puedo contar que va siendo tiempo de ensayar otra plegaria, aquí o en cualquier lugar. Los altares permanecen repletos ¿Por qué será?

El final, contundente!!!

saludos Nilda

Gracias Beto y Martín.