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franckpalaciosgrimaldo
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MensajeTema: En los siguientes meses- Parte 3   En los siguientes meses- Parte 3 Icon_minitimeMar Mar 26, 2019 4:00 pm

Se comunicó con el entonces, obviamente le sorprendió saber de ella, y aunque ella esperaba un mal trato o una voz cortante, incluso el reúso de este a conversar con ella, él se mostró tranquilo, calmado y le dijo que podría verla mañana a las 3 en una cafetería en el centro, pero que no tendría mucho tiempo.
Algo ansiosa y sin decirle nada a Aldo ella asistió a esa cita, luego de muchos meses volvería a ver a su ex esposo, sentía algo de vergüenza, así como como ansiedad pero asistió puntualmente a la cafetería, lo esperó ahí en las mesitas de la parte exterior bajo un toldo para poder verlo llegar.
Finalmente a las 3 en punto, puntual como siempre, se presentó, se estacionó al frente de la calle, ella lo reconoció a penas se aceró unos metros, estaba igual que siempre, a diferencia de ella que había envejecido quizás 10 años en estos últimos dos.
Se puso de pie y se saludaron de manera muy formal, sin mostrar muchas emociones, finalmente no eran más amigos, y nada los unía más que un dolor en común.
― No tengo mucho tiempo, Amanda ¿Qué es eso importante que querías decirme? .. Pregunta.
― Necesito que me digas algo, y por favor se lo más sincero posible, ¿recuerdas la noche antes de que te llegaran las fotografías de Aldo y yo? ― pregunta.
― ¿Cómo olvidarlo? ― responde.
― Hablo en serio...
― Igual yo...
― Me dijiste que no llegaríamos a juicio, que habías encontrado algo... que me podría librar de esa demanda... que perdí cuando te fuiste. ― le dice.
Eduardo piensa unos instantes, luego responde:
― ¿Qué tiene que ver eso ahora? fue hace más de un año...  
― Créeme es importante, ¿recuerdas de que se trataba? ― pregunta insistente.
― Pues sí, pero ¿para qué quieres saberlo? ― pregunta. ― no te diré esa información si no me explicas. ― le dice con seriedad como sospechando algo.
― Sé que quisiste castigarme ocultando eso que descubriste, pero no tiene nada que ver con el juicio, es un tema mucho más importante, se trata de Abel ― le dice.
―Abel está muerto, su asesino tras las rejas, ¿Qué tiene que ver con tu juicio por mala praxis psicológica clínica? ― pregunta.
― Mucho más de lo que tú crees, Eduardo. ― le responde.
Amanda entonces le cuenta la serie de sucesos que han transcurrido en su vida a raíz de la muerte de su hijo, los descubrimientos que había hecho, así como la certeza de que encarcelaron al hombre equivocado y que lo que el ocultó sería algo que pudiera servir para llegar al fondo de todo.
Eduardo la escuchó atentamente y no pudo evitar sentir que le estaban contando un cuento o algo así.
― ¿te estas escuchando a ti misma? ― pregunta. ― Lo que dices es que encerré al hombre equivocado..., yo nunca e equivoco, André villac es el asesino de Abel, y ahí se pudrirá toda su vida..., tenía el celular, los mensajes el motivo.... Todo...
― No, lo es, estoy segura..., y lo voy a probar..., el culpable me buscó, y me dijo en la cara lo que había hecho, y lo hizo cuando Villac ya estaba preso... ¿Cómo es posible? ― dice enfadada.
― Tu misma me dijiste que estabas ebria hasta al tope, pudiste alucinarlo y comenzar a tejerte una historia..., muchas cosas... no me harás dudar de mis habilidades de abogado.
― No dudo de tus habilidades, las pruebas están ahí, pero ¿te molestaste en verificar que no hubiera algo extraño? ¿podrías decir que a 100% tenías la seguridad de que Villac fue el asesino?
― Yo... ― Eduardo quiso responder, pero se trabó y solo pudo balbucear ―... Él es el asesino, y yo lo sé...
― Sé que eso querías creer, y yo también, pero cuando deje de lado lo subjetivo, el odio pude concentrarme en cosas... que de verdad son muy interesantes, y que me hacen dudar y creer que hay alguien detrás de todas mis desgracias..., por eso necesito saber de qué hablabas esa noche... dímelo, solo dímelo... y sigue con t vida como hago yo.
Eduardo se queda en silencio, ensimismado, quizás pensando en las palabras de Amanda.
Levantó la mirada y respondió:
― Había una posibilidad de que él no se haya suicidado, puesto que el orificio de la bala no coincidía con la posición del cadáver, algo que no se consideraría puesto que se asumió suicidio inmediatamente debido al historial médico de la víctima, pero yo puse atención a ese detalle, él estaba acostado como si hubiera caído hacia atrás, o sea doblando las rodillas y cayendo de espaldas, cuando lo normal sería que estuviera inclinado de lado al hacer en dirección al disparo, puesto que el impacto de esa arma lo tenía que haber impulsado unos centímetros, he visto muchos escenarios de suicidio y ese era bastante extraño a mi parecer, iba a solicitar una investigación a fondo por tener ese factor, pudo ser determinante, la hermana dijo no haberlo movido en ningún momento, entonces... no tenía sentido que el haya girado luego de matarse. ― le dice.
Amanda escuchaba muy atenta.
― Eso alegaría, estaba seguro que si no demostraban fehacientemente que era suicidio, incluyendo pruebas de balística y todos los procesos legales no te sentenciaban, puesto que el simple hecho de un supuesto asesinato, ponía en duda que tu informe estuviera mal realizado..., pero entonces alguien.... ― se queda en silencio, pensativo ―...alguien me hizo salir del caso... ― dice en voz baja.
Recordó que las fotos llegaron en un momento preciso para hacer que el la dejara sola con el caso, ningún abogado se tomaría la molestia de indagar el suicidio más allá de lo evidente, se preocuparían por tratar de conseguir un buen arreglo para Amanda, quizás encontrar algún agente que haya influido en el suicidio de Henry, no ahondarían en un posible homicidio, hasta cierto punto sería ridículo.
― Quizás no estés tan lejos de la realidad, fue extraño que esas fotos tomadas mucho antes... llegaran ese día... ― dice el abogado y ex esposo de Amanda.
― Te dije que me había llegado un mensaje amenazándome, en ese instante pensé que se refería a esas fotos, pero... ahora sé que quizás se refería a toda esta serie de sucesos... ― agrega.  
― Aun así, Amanda, esos mensajes de textos salieron del celular que tenía en su poder Villac, lo sigue relacionando con el crimen... y creer en lo que él dice me parece ridículo, pudo el matar a Henry también... es una posibilidad.
― ¿Y armar todo esto solo porque perdió su trabajo de profesor? No tiene sentido...― responde ella. ― puedes creer en lo que te digo o ignorarlo, lo que si ― se pone de pie ― es que no pienso detenerme en mi búsqueda, encontrare a ese extraño hombre de traje y voy a hacerlo pagar.  
Eduardo también se pone de pie.
― Haz lo que quieras, pero entiende algo, no tienes como probar lo que dices, no hasta que puedas encontrar a alguien en tu historia que tenga más razones que Villac para tratar de vengarse de ti. ― le dice son seriedad.
― Lo haré, lo haré... el nombre de "Erika" aun no significa nada para mí, pero algo debe significar... y lo voy a encontrar... Una cosa más, Eduardo. ― le dice con seriedad.
― Dime...
― Yo no me equivoque en ese diagnóstico, él estaba estable... él no se suicidó por descuido mío..., él fue asesinado y voy a probarlo. ― dice convencida.
― Entonces deberías hablar con la doctora Carolina Marccelo, la psiquiatra que certificó que tu examen tenía varios errores de interpretación..., ella ayudó a que el juicio lo perdieras..., su firma certifico médica y legalmente que él no debía haber dejado el hospital y debería haber recibido una mayor dosis de medicamentos antidepresivos.  
― Lo sé, pero... ― Amanda se negaba a pensar que Carolina marccelo, la doctora que muchas veces había tratado pacientes multimodalmente con ella, una de las más reconocidas en el área de psiquiatría de la ciudad, una mujer madura y profesional con muchos años de experiencia, tuviera algo que ver con todo esto..., pero si le parecía muy extraño que declarara en su contra, lo había relacionado con la presión del hospital y el departamento legal y la junta de médicos, pero pensar que por alguna razón su declaración y su análisis estuvo sesgado le parecía difícil de creer, pero no imposible.
Se despidieron esa tarde con un sinsabor claro, volverse a ver solo les había ocasionado más dudas en torno a lo que había ocurrido, ― Este es mi número, ― dice ella entregándole un papelito, ― si recuerdas algo o crees que puedas ayudarme no dudes en llamarme, ― le dice. Este toma el papel y lo guarda en su bolsillo.
― Dudo que pueda ayudarte ― le responde y parte.
Esa tarde Eduardo viajó fuera del país por asuntos de trabajo, ella regresó a su apartamento muy pensativa.
Ignorando que mientras hablaba con Eduardo esa tarde, Aldo su actual pareja la había visto desde la calle del frente donde se había estacionado hace algunos minutos.  
Amanda al llegar a su apartamento recibe una llamada de Fernando desde el hospital.
Le informaba que luego de revisar los informes que ella había firmado desde que comenzó en el hospital no había registro alguno de una "Erika".
― Ya no importa, he descubierto algo más interesante... ― le dice ― ¿sigue trabajando en el hospital la doctora Marccelo? ― preguntó.
― No, no trabaja más aquí, se fue hace... como... 2 años, casi después de tú juicio, pidió un traslado o algo así, ¿Qué es eso que descubriste? ― pregunta.
― Que quizás Marcelo no fue del todo objetiva al juzgar mis exámenes en la junta de médicos...― expresa.
― ¿Qué? ― dice algo confundido. ― eso es una acusación muy grave ¿de donde sacas eso?
― Fui al apartamento de Henry y hablé con Eduardo, mi ex esposo, el llevaba mi caso poco antes del juicio..., el descubrió que era posible que Henry no se suicidara, sino que lo mataron, pudo abrirse una investigación de homicidio, peor no presentó las pruebas, y el juicio siguió como mala praxis, y a eso sumémosle que la doctora firmó un informe declarando que mis exámenes estaban mal..., cuando yo insisto en que estaban bien, ¿te das cuenta de la contradicción de los hechos? ― pregunta.
― Vaya, eso es muy grave... ¿Qué estás pensando? ― pregunta.
― Encararla, ahora estoy más que segura que no me equivoqué en los informes, y ella lo sabía, hemos trabajado muchas veces juntas, ella sabe que no pude equivocarme en algo tan básico, pensé que lo que dijo obedecía a órdenes del hospital, incluso a algo que no vi o se me pasó, pero ahora no tiene sentido, A Henry lo han asesinado...
― Amanda, yo estuve en esa junta de médicos, cuando analizamos tus pruebas en presencia de los abogados, ella revisó meticulosamente las pruebas que le hiciste a Henry, y señalo que en dos ítems del examen de estado emocional te habías equivocado, que no coincidían las pruebas con la entrevista pre alta que le hiciste y ella estaba respaldada por la escuela de medicina, un doctorado en psicología y una tesis en pruebas psicométricas, me fue muy difícil refutar lo que decía aunque la verdad yo no vi nada fuera de lo común, solo que habían algunos ítems que si indicaban rasgos de depresión, pero en su estado era normal, no significativos, incluso a mí me saldría eso luego de una semana de trabajo. Yo también pensé, como algunos colegas, que ella fue muy dura contigo, ¿pero de ahí a que ella haya querido ocultar un asesinato inculpándote? Por qué eso tratas de decir...
― La verdad aun no digo nada, es solo que si por alguna razón ella no fue objetiva necesito saberlo, mi vida se fue el demonio después de ese juicio, perdí todo lo que amaba... necesito saber por que razón...  
― Te entiendo, bueno la verdad es que no conozco su ubicación actual, pero puedo tratar de ubicarla, alguno de sus colegas puede saberlo, te llamaré mañana temprano o más noche ¿te parece? ― pregunta.
― te lo agradecería, amigo, y... no digas nada de lo que te conté, ¿ok? ―advierte a su colega.
― Descuida, ya sabes cómo son los doctores entre ellos se cubren todos sus "sancochados", quedaría como un loco di cuento algo y no quiero eso... ― sonríe. ― te llamo después, cuídate trata de descansar.
Pero ella no podía hacer eso, tenía demasiadas cosas en que pensar.
Esa noche al llegar Aldo, este no le mencionó nada de lo que vio en la tarde en el centro, quizás esperaba que ella le fuera sincera, quizás simplemente no le dio importancia, no parecía él una persona recelosa o insegura, todo lo contrario siempre se mostraba estable y reflexivo.
Solo le preguntó si estaba lista para su viaje en algunas semanas más, a lo que esta respondió que sí, que estaba preparada para viajar con él.
― Te prometo que cuando salgamos de este país solo vendrán cosas buenas para ambos. ― le dice sonriéndole y besándola en la cama esa noche.
― Lo sé, Amor ― le responde sonriéndole también ― todo será nuevo para ambos, gracias por preocuparte, Aldo, de verdad lo aprecio mucho... ― Ella era sincera al decirle esas palabras, reconocía los esfuerzos de ese hombre por hacerla sentir mejor, ella también pensaba en parte que era bueno alejarse de todo, pero antes era claro que no quería dejar cavos sueltos y antes de su partida mínimo esclarecería sus dudas y haría hasta lo imposible por descubrir al extraño hombre de traje.
― Todo lo hago por ti, tu sabe que siempre te quise, sabes que siempre de alguna forma el destino nos unía... ― le da un nuevo beso ―... y ahora no voy a perderte por nada ― le sonríe ― Te amo, Amanda... y lograré que me ames nuevamente como hace mucho...  
― Agradezco que tengas esa paciencia y esos sentimientos por mi..., decirte que te amo aun seria pronto, lo que si es que te quiero muchísimo, y no voy a dejarte nuevamente, se que en poco tiempo podré sacar de mi todo lo que me impide entregarme completamente a los sentimientos..., ― lo besa ― eres el mejor hombre del mundo.  
Estas palabras le daban esperanzas a Aldo quien comprendía la situación tan complicada de Amanda y sabía que para que ella pudiera amarlo primero tendría que alejar de su mente y de su vida todo lo que la ataba a esa ciudad y el pasado, el viaje en parte serviría para eso, el solo debía esperar un poco, eso es lo que el sentía, no le exigiría nada, no la presionaría, algo que ella admiraba y la hacía quererlo y admirarlo más.
Al día siguiente muy temprano Fernando se comunica con Amanda para contarle lo que había averiguado.
La Doctora Carolina Marccelo ya no trabajaba más en la ciudad, había viajado fuera de esta a un hospital en Zavala, una provincia al oeste a unas 4 horas de Catalina, trabajaba en un hospital llamado "Sergio Rivadeneira". Ella misma había solicitado un traslado lo antes posible, lo que era extraño puesto que el otro hospital era más modesto que el Central de Catalina, al parecer viajó con su familia y ahí ha vivido los últimos meses, partió luego de dar su declaraciones en el juicio de Amanda.
Solo le había dicho donde se iba al director del hospital, y había dejado dicho que por nada del mundo diera esa información, pero dado que Fernando y EL director eran amigos y este le había dicho que era un asunto importante accedió a darle esta información.
― Ok, Fernando, partiré inmediatamente para allá... y le agarre el gusto a viajar en tren...
― En este ciudad la mejor forma de viajar es en tren, también la más rápida... agradécele a nuestros amigos del siglo XIX que quisieras conectar todo el país en desarrollo...  
― Dios bendiga a nuestro país y sus medios de transporte terrestre... ― dice sonriente.
Corta y parte inmediatamente a Zavala.
Zavala era una ciudad mucho más pequeña que Catalina y no era una gran metrópolis, al contrario era una ciudad que poseía grandes zonas verdes que le daban un ambiente más natural y cálido que la bulliciosa catalina, el camino incluso lleno de montañas verdes y grandes pastizales era relajante.
Al llegar, inmediatamente se dirigió al hospital donde trabajaba Carolina Marccelo.
Era un hospital pequeño en comparación al de Catalina, situado en una zona tranquila de la ciudad, rodeado de muchas áreas verdes, alejado del bullicio de las avenidas cerca al valle de Zavala, pero al parecer tenía todos los servicios necesarios. Aunque era bastante extraño que Carolina cambiara de ambiente de una manera tan impresionante, no se caracterizaba por precisamente tener vocación de servicio, a menos que el hospital, lo que era casi imposible, le hubiera pagado el doble de lo que cobraba en Catalina era extraño que viajara con toda su familia. Aunque Amanda era objetiva, no haría juicio de valores sin antes hablar con ella. Quizás esa doctora que la había sentenciado tan duramente guardaba algo interesante que decirle.
Ingresó al hospital y se dirigió al piso de psicología y psiquiatría en el 5to piso del pabellón B del lugar que estaba dividido en dos edificios paralelos conectados por la recepción y vestíbulo principal del área de emergencias.
Una vez ahí preguntó a algunas enfermeras por la doctora Carolina, una de estas le dijo que estaba en su oficina al final del pasillo, entonces ahí de dirigió.
La oficina estaba cerrada, fuera en el corredor habían algunos pacientes esperando, era obvio que estaba en hora de consultas, en la puerta decía su título y nombre, fu suficiente para ella conformar que rebajaba ahí.  
Averiguó la hora de salida de Carolina y en los aparcaderos de la parte trasera del hospital ubicó su auto, puesto que sabía la placa y lo había visto muchas veces en el otro hospital, su aparcamiento estaba a solo unos metros del de ella.
La esperó entonces hasta las 2 de la tarde, cuando ella saliera del hospital.
La vio salir esa tarde y se acercó a ella mientras abría la puerta de su camioneta.
― Hola, Carolina ― le dijo sorprendiéndola.
Al girar a verla le costó reconocerla, pero luego de unos segundos observándola pudo lograrlo. ― Amanda... ― dijo sonriendo. ― Que sorpresa verte por aquí...  
― Igualmente, que sorpresa encontrarte en esta ciudad... ¿Qué paso? ¿Decidiste cambiar de aires? ― pregunta con una sonrisa.
― Pues... si, aparte de eso estaba un poco estresada con tanto trabajo, aquí no hay mucho, es más tranquilo, como ves puedo trabajar hasta las 2 de la tarde y estar el resto del día cuidado a mis nietas ― responde.
― Ya veo..., si, esta ciudad es más tranquila que catalina...
― ¿y que te trae por aquí? Hace mucho que no se de ti..., desde... ya sabes, el juicio.
― Exacto, justamente de eso venía a hablarte, Carolina. ― le dice con seriedad.
― Vaya, ha pasado mucho tiempo de eso... ― dice cerrando la puerta de su auto. ― ¿Qué sucedió? ― pregunta.
― Quiero que me digas porque dijiste que mis exámenes estaban mal, cuando tú y yo sabemos que estaban bien corregidos. ― le dice con seriedad sin quitarle la mirada de los ojos.
La doctora Marccelo la miró extrañada, como confundida. Con la típica expresión de total desconocimiento de lo que estaba hablando.
― ¿Qué dices? Tu informe y tus exámenes estaban mal, había errores, que resultaron en un mal diagnóstico. Yo lo confirme, ¿dudas de mi habilidad como doctora? ― le pregunta con una sonrisa irónica.
― No, pero tampoco dudo de lo que yo misma revisé, tú conoces lo profesional que soy... o era... y tú y yo sabemos que esos exámenes estaban bien, y que Henry Santos fue asesinado... ― le dice.
― Estás loca... ― le dice con una sonrisa nerviosa. ― ¿de dónde sacas eso?
― No olvides que soy psicóloga como tú, y que conozco el significado de cada expresión no verbal, quinestésica, tonalidad de voz, todo eso que indica una falta de verdad... serás muy psiquiatra y todo lo que hayas logrado a tus 54 años, pero... no puedes ocultar esas pequeñas señales de mentira... ― le dice acercándose unos pasos.  
― Crees que puedes venir aquí... así, toda... prepotente y acusarme de mentir ante un juez como si fuera cualquier cosa... no te olvides quien soy. ― le dice abriendo la puerta de su carro nuevamente dispuesta a entrar.
Pero Amanda la sujeta del brazo.
― ¿Qué pasa Carolina? ¿Por qué estas ansiosa? No he venido más que a conversar contigo... tú y yo...  
― ¡Suéltame! ― le dice tirando de su brazo. ― No pienso seguir hablando contigo... si tienes algún problema conmigo habla con mi abogado, si crees que Henry fue asesinado denuncia el hecho con pruebas, aunque dudo que las tengas... creo que has enloquecido...
― Si... estoy loca ― dice sujetándola de los brazos y empujándola contra el costado de su auto. ― ¡Me vas a decir la verdad! ― la golpea contra el auto.
― ¡¿de qué verdad hablas, loca?! ― dice Carolina tratando de soltarse.
―¡¡ ¿Por qué mentiste respecto a las pruebas?!! ¡¡Dímelo!! ― Le grita ―¡¡tú sabía que no me equivoque!!
― ¡Te equivocaste... y eso es lo que yo dije, no mentí! ― insistía.
Amanda la seguía forzando y golpeando contra el auto.
―¡¡Ya deja de golpearme!! ― Repetía Carolina ―¡te digo que no sé de qué hablas! ¡Nadie me forzó a nada, tú fallaste...! ¡Tú!
Amanda entonces la suelta y da unos pasos atrás.
― ¿Qué dijiste? ― pregunta.
― Yo no falseé nada.... ― repite.
― No, dijiste que Nadie te forzó a nada... ― se acerca nuevamente.
Carolina ansiosa retrocede con temor en la mirada.
― Solo quiero atrapar al que hizo de mi vida un infierno..., no voy a mencionarte, no voy a denunciarte, mi hijo murió... ¿crees que me interesa que te pase a ti? No... solo quiero la verdad, puesto que el que mató a Henry, mató también a mi hijo. ¿Entiendes? ― pregunta.― solo quiero que pague... y sé que tú sabes más de lo que dices... y si no hablas... tendré que hacerte hablar...
Carolina se queda en silencio, pensativa, se había visto descubierta por un acto fallido, une expresión inconsciente que reveló algo que debía ocultar.
Viendo que mentir sería inútil ante Amanda no le quedó más que hablar:
― Ok... ― dice sacándosela de encima. ―... pero... prométeme que quedara entre ambas, solo entre ambas... porque... al revelarte esto mi vida y la de mi familia corre peligro...
― Solo dime que sucedió... dime la verdad ― dice retrocediendo un poco para darle espacio. ―... te escucho sabes que soy buena en eso.
Carolina entonces le reveló algo impactante a Amanda, le dijo que a la salida de la reunión en donde acordaron las medidas a tomar ante el caso de la demanda por el suicidio de Henry, antes de que examinara el informe de Amanda, en el estacionamiento subterráneo del hospital de Catalina, alguien a quien no le vio la cara, pero sí pudo escuchar atentamente apareció tras ella cuando se disponía a abordar su auto, un hombre salió del auto al lado del de ella, no le dio mayor importancia, puesto que muchas personas aparcaban ahí, pero esta le colocó un arma en la cabeza y le dio un archivo que le hizo revisar, en él estaban fotografías de sus nietas, sus hijas, su familia, horarios, las claves de sus cuentas de banco, las de las cámaras de seguridad, todo lo que ella consideraba privado, ese hombre había investigado meticulosamente su vida paso a paso. Solo le dijo lo siguiente: "Debes decir que el informe que escribió Amanda Escobedo tiene errores, has lo necesario para que parezca que ella ha cometido un error y el suicidio de Henry fue su culpa, si no lo haces tendrás que reconocer muchos cadáveres, grandes y pequeños, y no querrás eso...". Luego de eso le dijo que estaba muy cerca de ella, y que si informaba a la policía o algo y que si se creía más inteligente que él, la mataría sin asco alguno, luego seguiría su familia. Asustada como nunca en su vida no le quedó más que hacer lo que le había pedido, puesto que en el archivo que el extraño sujeto le dio se detallaban cosas muy privadas de su familia que simplemente la aterró.
Luego del juicio, pidió su traslado a otro hospital, su intención era viajar a otro país con toda su familia, pero por el trabajo de su hija no podía hacerlo.
― ¿llegaste a ver su rostro? ¿Algo? ― pregunta Amanda.
― No, no logré ver su rostro, solo escuché su vos..., gruesa, se le oía mayor, en el reflejo del cristal de la ventana de mi auto solo se refleja su barba y su traje... no más... te lo juro... no fue mi intención perjudicarte..., me habían extorsionado... de verdad lo lamento, Amanda... pensé que sería algún familiar de Santos..., pero en todo el juicio no vi a alguien con esas características, reconocería esa vos en cualquier parte... ― le dice bajando la mirada.
― ¿segura que no viste algo más? Piensa... debió decir algo más... algo que hayas visto.... Que llamo tu atención... ― insiste Amanda.
― Bueno, después de que me dijo esas cosas me acostó en el piso, subió a su auto y partió... nada más..., yo... me fui a casa muy asustada, ¿Cómo crees que estaba? ― dice con algo sarcasmo.
― No cualquiera puede estacionarse en esa área... ― dice Amanda pensando en vos alta. ― Solo médicos... no te dejan entrar al aparcadero si mostrar la identificación... ¿Cómo llego ahí? ― pregunta.
― ¿crees que haya sido un doctor? ― pregunta Carolina.
― Solo los médicos se estacionan en esa área... no dejan entrar personas en general... tú lo sabes ― le dice pensativa.
― ¿Por qué un doctor querría destruir tu carrera y tu vida? ― pregunta Carolina.
― Eso es lo que trato de averiguar, no tengo enemigos que yo sepa ― le dice pensativa―, solo sé dos cosas: que entre él y yo existe alguien en común que es una tal Erika y que podría ser un doctor que trabajaba en el Centrar de Catalina...  
― Quizás esa Erika fue una paciente tuya, o... alguien a quien le hiciste daño en el pasado, una compañera o una ex amiga... ― agrega Carolina.
― No, nunca he hecho daño a nadie... por eso es que esto es tan difícil de entender...― explica―... pero tengo que llegar al fondo de esto, ahora sé que ese sujeto posiblemente trabajó en el mismo hospital que yo... ¿tú nunca viste a alguien con sus características en el hospital? ―le pregunta.
― Si no era psicólogo o psiquiatra no creo haberlo visto, el hospital es enorme y normalmente nos reunimos entre colegas, seguramente me lo he cruzado, pero no lo suficiente como para reconocerlo... además solo escuche su voz... y hablaba en serio..., eso es lo que más me asustó...
― Maldita sea... necesito dar con el... me iré del país en unas semanas, no puedo irme sin encontrarlo... no viviría tranquila... ― dice cogiéndose la cabeza muy frustrada. ― sé que está en la ciudad, hace unos días lo reconocí en la estación de trenes de la ciudad, aunque solo lo vi parcialmente, por la vos supe que era él y por lo que dijo...  
― Si trabaja en el hospital o trabajó en él sus datos deben estar en la base datos del hospital, podrías intentar buscarlo por ahí... ¿lo reconocerías? ― le pregunta.
― Quizás, pude verlo de lado, su nariz, su barba... creo que sí podría... no es mala idea... ― dice sembrando una esperanza. ― pero el problema es ingresar al sistema y pues hay más de 100 doctores trabajando ahí...
― Pues tienes mucho trabajo ― le dice entrando a su auto ―... Te deseo mucha suerte, y te ruego que no me menciones... ― abre la guantera de su auto― mira esto ― le dice mostrándole un revolver, sorprendiendo a Amanda.  
― ¿Qué haces con eso ahí? ― pregunta sorprendida.
― Lo cargo desde ese día, no he sentido segura, ya han pasado cerca de dos años y aún no he podido quitarme el miedo, no he vuelto a estacionarme en un subterráneo..., y conseguí esto para sentirme ms segura, sobre todo cuando salgo con mis nietas, no te imaginas los días que pasé después de eso, siempre me sentí mal por ti, pero ¿Qué podía hacer? También tengo una familia que cuidar...― le acerca el arma tomándola del cañón ―...Puede que la necesites, un hombre que es capaz de hacer todo eso... es muy peligroso.
Amanda observa el revólver y luego de pensarlo unos segundos lo toma.
― No sé cómo usarlo... ― dice observándola ― Pero gracias... ― la coloca en el bolsillo de su casaca.
― Es fácil, yo practiqué con naranjas cerca del bosque, solo apuntas a lo que quieres darle y disparas, llega a ser relajante... ― cierra la puerta de su auto ―... Creo que tendré que mudarme nuevamente..., así que... quizás no me vuelvas a ver ― enciende el auto y comienza a retroceder ― Ojala me perdones algún día, no fue mi intención... y si atrapas a ese maldito, encárgate de que pague...
Amanda asienta y observa como Carolina Marccelo parte en su camioneta.
Ella pensaba que estaba cada vez más cerca de aquel hombre de traje que había hecho tanto daño en su vida.
Esa noche al llegar a casa, se comunicó con Fernando y le dijo que al día siguiente lo buscaría en el hospital, que necesitaba un nuevo favor.
Fernando le dijo que si estaba en sus posibilidades, podría contar con él para lo que fuera.
6
***Erika Hilly**
Eduardo había llegado a argentina, pero luego de hablar con Amanda le había quedado la duda de si lo que ella dijo era verdad o solo una serie de ideas desesperadas en la mente de alguien que no se resigna aun, pero a cada instante se le hacía más posible dicha idea, el recordaba haber sido poco objetivo, lleno de rabia, desesperación no leyó a fondo los informes forenses, no revisó las pruebas meticulosamente, les dio un vistazo y armó su caso, las pruebas demostraban que Villac había secuestrado, matado y violado a 4 niños usando la misma modalidad que había sido utilizada con Abel, el teléfono lo relacionaba con Amanda, no había más que decir, había móvil, había relación en la modalidad, no se preocupó por verificar o hacer caso a lo que Villac decía, que lo estaban inculpando, solo quería encarcelarlo.
En la soledad de la habitación de su hotel pensaba y analizaba paso a paso los sucesos, ¿había cometido un error? ¿Pudo haber encerrado al hombre equivocado? No podía dejar de pensar en eso, su ética le exigía ahondar en el caso, su moral le decía que si había cometido un error debería subsanarlo.
Había decidido que al llegar a la ciudad revisaría nuevamente el caso, puesto que si había realmente una posibilidad de que ese hombre no haya matado a su hijo debía hacer algo.
Luego de terminar su trabajo en ese país, dos días después, regresa a Catalina, con toda la disposición de ahondar en el caso de Villac.
Sin perder tiempo revisó los archivos del caso, las declaraciones de Andrés, las pruebas del abogado defensor en el específico tema del celular y de su hijo, ahora la insistencia del Abogado por investigar a fondo la proveniencia del celular que Andrés negó sea de él tomaba interés en Eduardo, puesto que Aunque ese teléfono no fuera de él y él no sea el acosador de todas maneras iría muchos años preso, y ¿Por qué con su hijo solo se ensañaría en matarlo? Según el informe forense le había disparado en la cabeza, el arma también se encontró en el apartamento de Villac junto al teléfono, y aunque nunca se encontró la bala no fue necesaria, se tenía el celular la principal prueba contra él, lo que acabó sentenciándolo finalmente.
Sin esa prueba, Villac no hubiera sido inculpado por la muerte de Abel, hubiera sido imposible.
Esos pensamientos no dejaban de atormentar a Eduardo.
Luego de revisar todos los documentos, las pruebas y analizar bien la situación trató de comunicarse con Amanda, pero el número que le había dado sonaba apagado, intentó llamarla en varias ocasiones del día mientras organizaba cosas de su trabajo.
Entonces finalmente esa tarde, luego de desocuparse de sus asuntos ya pactados decide ir a buscarla donde ella le había dicho que estaba viviendo.  
Le había dicho que vivía junto con Aldo en los edificios Santa Fe, del barrio residencial de Malas en la misma ciudad. Entonces ahí se dirigido, necesitaba hablar con ella para saber si había investigado algo nuevo y decirle que tenía pensado investigar más a fondo el caso y confirmar o certificar las dudas en el mismo.
Se dirigió al edificio y al llegar habló con el portero, preguntándole por el sr. Aldo Ferrety, le informó que vivía en el 5to piso, a través del intercomunicador este se comunicó con él, se encontraba en casa, así que accedió a hablar con Eduardo.
Entonces le abrieron las rejas del edificio y se dispuso a subir.
Unas ves en el 5to piso se dirigió al apartamento de Aldo.
El mismo le abrió la puerta y lo hizo entrar amablemente.
―Buenos días, Eduardo ― le dijo saludándolo mientras lo guiaba por un pasillo hacia la sala. ― me sorprende mucho tu visita aunque creo saber a qué obedece. ― le dice.
― Así es, se trata de Amanda ― responde.
No podía evitar sentir algo de incomodidad al estar frente al hombre por el cual había terminado divorciándose, en cambio Aldo se mostraba tranquilo, relajado, como si estuviera frente a alguien que conociera de tiempo y estuviera simplemente visitándolo.
Ambos llegan a la sala.
― Toma asiento, ― invita Aldo ― ¿deseas algo de beber? ― dice dirigiéndose al pequeño bar a un lado de la sala, cerca de una vitrina.
― No, estoy bien ― responde ― Vive buscando a Amanda, necesito conversar con ella ¿Dónde está? ― dice mirando a su alrededor.
Aldo se sirve un whisky y regresa a donde estaba Eduardo.
Bebe de su copa y responde:
― Ella no está aquí, Eduardo, ya no está... ― responde.
― ¿Dónde se fue? ― pregunta confundido. ― pensé que vivía contigo, eso me dijo...
― Exacto, eso había estado diciéndole a muchas personas... ― explica
―No te entiendo... ¿Qué dices? Que personas... ― pregunta.
― Bueno, me entenderás mejor luego que veas algo. dame unos segundos.
Aldo se dirige por un pasillo, luego de unos minutos regresa con un archivo en las manos, Eduardo muy confundido ignoraba que sucedía aquí.
― Este es el diagnostico que hice de Amanda luego de que la encontré en el hospital de Malca, en los suburbios, es su diagnóstico clínico ―, le dice entregándole el informe.
Eduardo lo revisa.
― Esto... esto es imposible... ― dice confundido e incrédulo.
―No, es muy increíble, los psicólogos o especialistas en salud mental no estamos absortos de adquirir o desarrollar un trastorno mental, principalmente después de un suceso traumático como la muerte de un ser amado, mezclado con drogas, alcohol y un fuerte traumatismo en el encéfalo..., tenemos como resultado exactamente eso, un trastorno psicótico agudo con predominio de ideas delirantes, o F 23.3, como dice ahí...― señala ―... aunque eso la última vez que la vi, ahora debe haber desarrollado seguramente un F20.0, pobre... ― dice terminado su trago.
― ¿Qué estás diciendo? ¿Qué estaba loca? ― pregunta Eduardo.
― Pues no, ahí está su diagnóstico... estaba trastornada.
― Yo la vi hace algunos días... estaba normal... ― dice arrojando los informes al mueble.
― Has estado casado con una psicóloga, ¿que nunca te dijo nada de sus pacientes? Es normal que se vean así... ¿Dónde la viste? ― pregunta.
― Me buscó, quería hablarme...
Aldo lo interrumpe.
― Acerca del complot que había para destruirla, de que el asesino de su hijo seguía libre... que Henry Santos había sido asesinado...  
Eduardo se quedó sorprendido por lo que dijo Aldo.
― ¿Qué significa esto? ― pregunta Eduardo.
― Significa que cuando la encontré en el hospital en coma, a punto de morir por una sobredosis de drogas pensé que podía ayudarla, luego de que salió del hospital, salvándose de suerte nada más..., la traje, la ayudé a desintoxicarse y a recuperarse, pensé que estaba bien, que podríamos trabajar en su dolor, superar ese estado emocional, pero... poco a poco me di cuenta de que comenzó a tener ideas... delirantes, como que Villac, el asesino de su hijo, sentenciado... no podría ser el asesino..., que un hombre de traje era el criminal... y esas cosas que no sé de donde salió, le hice un examen y resultó que estaba desarrollando una psicopatía..., traté de ayudarla, pero se fue... pensó que estaba en su contra y era parte del "complot". No pude encontrarla... luego me enteré que había visitado el hospital donde trabajó... y a algunas personas más, diciéndoles lo mismo que seguramente te dijo a ti, que investigaría el caso, que estaba viviendo conmigo que retomamos la relación, puras alucinaciones... es una pena.
Eduardo no podía creer lo que escuchaba, no le era fácil aceptar esa situación, aunque tenía sentido, las ideas de Amanda eran increíbles, hasta lo había hecho dudar a él, ¿obedecería todo a una enfermedad mental? Se preguntaba.
― Dios..., Amanda... ― dice Eduardo.
― La he buscado por toda la ciudad, pero no la he podido encontrar, temo por su seguridad, no ha dejado el alcohol ni las drogas, todo fue un engaño, hasta a mí me engaño en un principio, así que no te sientas mal pro haberle creído también tu..., si te vuelve a buscar infórmame, o llévala a un hospital... será lo mejor, aunque dudo que vuelva a verla, a estas alturas... podría estar en cualquier parte... ― dice regresando al mini bar.
Eduardo vuelve a tomar los informes de Amanda.
― Te juro que me había hecho pensar que... que el caso de villac estaba mal... que si había la posibilidad de que el juicio había estado sesgado por mi dolor y rabia..., fue muy convincente. ― dice observando el informe que había redactado Aldo.
― Si, esos pacientes suelen mostrarse demasiado normales, tanto que a veces pueden hacer dudar hasta el más profesional. No te sientas mal, solo... no la dejes entrar en tu mente. ― le dice sirviéndose un trago más.
― Maldita sea..., ― susurra Eduardo enfadado ―... Esta pesadilla cuando acabara...
― ¿de verdad no quieres un trago? ― pregunta nuevamente.
― Ahora si lo quiero... ― dice tomando asiento.
― Ok, no te preocupes ― dice Aldo sirviéndole una vaso.
Entonces Eduardo nota algo que llama su atención en el informe de Aldo.
Una palabra mal escrita, había confundido la "B" con la "V". Esto llamo su atención puesto que era un profesional.
― ¿tu escribiste esto? ― pregunta.
― Si, ― responde Aldo preparando los tragos ― ¿Por qué? Ahí está mi firma y el sello del hospital.
― Tiene fallas ortográficas ― le señala.
― Ah sí, si... ― dice sin darle la cara, seguía de espaldas ―, ese se quedó conmigo por ese motivo, se me pasó una que otra falla, siempre he tenido ese problema de ortografía, soy un asco, me avergüenzo mucho, el que envié al hospital está perfectamente corregido, no te preocupes. ― responde.
― Ok, si, a veces me pasa también..., ― responde Eduardo, ¿quién no le ha sucedió alguna vez? Pensó ― Pobre Amanda, no puedo evitar sentirme culpable... ― le dice continuando con la revisión del archivo.  
― No es culpa tuya, son cosas que pasan cuando uno menos se lo espera, mi mujer se enfermó un día de la nada, dos años después murió, no pude hacer nada... murió de hepatitis y... lo hizo en mis brazos... ― le dice entregándole su vaso.
Eduardo entonces recuerda que Amanda le había dicho que su esposa estaba enferma de cáncer, pero como en ese instante no confiaba en Amanda no le interesó, tampoco le creyó, pero ¿de que murió entonces su esposa? Se preguntaba.
― Pensé que tu esposa tenía cáncer... ― le dice Eduardo confundido.
― ¿Cáncer? ― pregunta y bebe de su vaso de whisky.  
― Eso me pareció escuchar que me dijo Amanda cuando descubrí que ustedes dos se seguían viendo, poco antes del juicio. ― lo ve extrañado.
― Bueno, no sé por qué te haya dicho eso, mi esposa tenia Hepatitis, se le complicó y... falleció... ― dice sentándose en el mueble. ― Fue traumático para mí, por eso me mudé aquí y continúe mi vida, tratando e comenzar otra vez...
― Siempre tuve una duda... ― dice Eduardo observando a Aldo.
― Adelante... ¿Qué duda? ― pregunta.
― Ella siempre negó que esas fotos fueran legítimas, al menos la del hostal del que se les podía ver saliendo ― le dice con seriedad ―. ¿Te veías con mi esposa a mis espaldas, Aldo? ― pregunta. ― ¿esa foto era real?
Aldo lo observa, piensa unos instantes y acabando su copa responde.
― ¿Qué sentido tiene ya hablar de eso? Si fue o no fue... ya no tiene importancia alguna, Eduardo. ― Responde ― es regresar al pasado, y eso no es bueno, nunca.
― Vamos, es una duda que he tenido siempre, mi matrimonio acabó por eso, ella hasta en el juicio de divorcio me insistió que eran falsas, yo no le quise creer, no le pude creer... tu sabes la verdad, dímela... me quitarías de la cabeza una duda que me ha seguido en estos años algunas veces. ― replantea su pregunta.
Aldo lo observa por unos segundos entonces responde:
― Si eran reales, ― responde entonces ― ella comenzó apoyándome emocionalmente por el tema de mi esposa, pero... después renació algo y...no pudimos evitarlo, créeme que no fue con la intención de hacerte daño aunque suene trillado y absurdo, pero solo fue una vez, luego de eso... regrese a mi ciudad y... acompañe a mi esposa hasta la muerte... no supe de Amanda hasta verla en el hospital hace ya algunos cuantos meses...
Esta revelación hizo sentir muy mal a Eduardo quien no quería permanecer aquí un segundo más, se sentía ridículo.
Se pudo de pie y se dispuso a irse.
― Gracias por el whisky, ― dice Eduardo. ― Creo que ya no hay más que conversar.  
― No te apures, Eduardo― se pone de pie también y avanza a la puerta. EL abogado va junto con él. ― y no te preocupes, si me das tu número quizás pueda informarte si es que la encuentran... tarde o temprano va a aparecer ― le dice.
― No, no importa, como dices, el pasado es pasado... y prefiero no verla en ese estado ― dice cabizbajo.
― Es mejor, ya olvídate de lo sucedido, ella... pasara mucho tiempo en un centro psiquiátrico cuando la encuentren, yo... pienso viajar lejos de esta ciudad, verla en ese estado también me ha afectado, como podrás entender...
― ¿Dónde te iras? ― pregunta Eduardo.
― Lejos, muy lejos, aun no lo sé... salgo unos días... debo dejar algunas cosas del trabajo listas y adiós Catalina... ― sonríe.
― Bueno, quizás haga lo mismo... ― dice con seriedad. ― gracias. ― agradece y se va por el pasillo, Aldo lo observa unos segundos y se regresa a su apartamento.
Mientras avanzaba por el corredor, Eduardo pensaba en las palabras de Aldo, por alguna razón no podía dar fe de ellas, todos sus años de abogado oyendo mentiras le habían dado un oído especialista en ellas, por esa razón tenía una sensación de haber sido engañado, pero ¿Cómo comprobarlo? Aparte no tendría por qué preocuparse, una parte de él aun sentía rencor por Amanda y su traición que hoy había confirmado; por lo que cuando la idea de ahondar aparecía, la imagen de ambos amantes lo desmotivaba a seguir.
Condujo hasta su edificio pensando en la situación, le carcomía la cabeza a cada instante, algo no encajaba, lo sabía, Amanda sabía demasiado, su nivel de razonamiento no parecía la de una trastornada, todo lo contrario parecía que había analizado y estudiado muy bien la situación, pero para Aldo había sido demasiado fácil descartar todo lo que ella había dicho.
Solo había una forma de esclarecer esta situación. Una forma que sin duda daría fin a sus dudas de una vez por todas.
Finalmente decidió confirmar por sí mismo lo dicho por Amanda o lo dicho por Aldo, Amanda dijo haber hablado con Andrés Villac, Aldo dijo que todo eso ella lo había inventado, solo ese asesino podría sacarlo de sus dudas, y entonces descubriría la verdad, pero a la vez surgirían nuevas dudas ¿Por qué mentiría Aldo?
Porque había mentido, hace tan solo unos días el y Amanda estaban juntos, con planes de viaje, una nueva vida, ahora, la daba por demente. ¿O realmente Amanda nunca había ido a ver a Villac, nunca había ido al hospital, y nunca había dejado de drogarse y beber?
Eran preguntas que Eduardo pensaba responder con una visita al hombre que había sentenciado hace algún tiempo atrás.
Condujo entonces rápidamente, si se apuraba a las 8 de la noche podría estar en la penitenciaria Cordilo Verde, A pesar de todo, al abogado le parecía increíble que Amanda este loca, que haya inventado tantas cosas, la conocía, vio en sus ojos algo más que solo demencia, vio dolor, frustración, venganza, vio coherencia y verdad, algo que no vio en Aldo.
Y aunque Amanda si le había mentido en dos oportunidades, algo en él se negaba a no creerle del todo, especialmente en este caso. Como abogado sabía que antes de poner las manos al fuego debía confirmar todas las hipótesis o descartarlas, entonces decidió hacer exactamente eso, sacarse la espina por sí mismo, no cometer el error de simplemente confiar en un informe escrito por alguien en quien le era difícil confiar.
La cabeza de Eduardo estaba hecho un mundo, ya no sabía en qué pensar, en su mente repasaba el caso, las declaraciones, Amanda, el secuestro de su hijo, los argumentos del abogado de Andrés, que mientras más lo pensaba le parecían más creíbles, mientras más intentaba no pensar, más le costaba no hacerlo.
Al llegar a la penitenciaría solo le permitieron hablar con Villac 20 minutos, debido a que no era horario de visitas y por ser abogado.

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