Beto Brom Escritor activo
Cantidad de envíos : 225 Fecha de nacimiento : 05/03/1943 Edad : 81 Localización : Galilea/ISRAEL Fecha de inscripción : 02/03/2018
| Tema: VIAJANDO HACIA EL GÉNESIS (primer capítulo de tres) Jue Feb 07, 2019 7:03 pm | |
| Queridos lectores: Presentamos una nueva urdimbre creativa y de realización compartida. Nacida a partir de una pregunta por chat, donde en forma espontánea la respuesta es VIAJANDO HACIA EL GÉNESIS, riéndonos decimos suena a título. A las pocas horas ya estábamos dando el puntapié inicial. Así nació, como nacen las expresiones más profundas del alma, enlazadas por los hilos misteriosos e irrevocables que enhebra un mandato universal. Demás está decir que ha sido un placer compartir la dinámica emprendida e invitarlos a que intenten este tipo de alianzas creativa que son amorosamente enriquecedoras porque fortalecen los senderos de amistad, incitan a investigar y a sincronizar en un orden distinto al individual, sin perder identidad y donde las distancias son sólo una parte del todo y así queda demostrado este ir y venir de sueños entre Israel y Argentina. Felices y expectantes les presentamos nuestro legado que amamos y que esperamos lo disfruten tanto como nosotros al realizarlo. Gracias por acudir a la convocatoria de nuestras musas. María de los Ángeles-Beto ///////////////////////////////////// [ Primer capítulo Sobre la aspereza de la gramilla nacida del tormento del invernal viento y replegado por la furia del mismo, altanero muestra la indiscutible nobleza que corre por cristalinas entrañas mientras observa y espera... En la cresta del cerro se perfila la imagen desgarbada del adolescente cuidador de cabras, que con destreza milenaria otea la hondonada en búsqueda de agua y pasto. Está seguro que ese día será diametralmente distinto a otros, lo confirman el vapor que exhalan su nariz y el morro de los animales. En el cielo un cóndor navega entre las nubes y traza armonías con su planear, majestuoso, sendero difícil de ignorar.
El muchacho absorto tropieza en una grieta, pierde equilibrio y al rodar siente en su espalda una dureza que si no fuera por el fuerte tramado de su poncho, le hubiera herido el aterido cuerpo; al ponerse de pie, lo ve, resplandeciente, exquisito, mostrando la concentración del tiempo en su diminuta y perfecta dimensión; lo retiene entre sus manos morenas y curtidas por la faena diaria, lo acerca a los labios y lo empaña del tibio aliento al percibir el frío diamantino que emana del mismo.
En el primer instante lo creyó una simple piedra, no obstante, la irregular forma despertó su curiosidad. Aún molesto por los golpes de la caída, decidió sentarse y examinar con ahínco aquella rara roca. Una suave, casi imperceptible línea, casi un surco, la atravesaba de lado a lado; al recorrerla con el dedo quiso sentir una cierta vibración, no era posible, sin duda toda aquella sensación era producto de aquel accidentado descenso. Las insistentes baladas de las cabras lo devolvieron a la realidad, estaban sedientas y hambrientas, guardó el misterioso hallazgo en su bolsa, y reanudó la búsqueda de un buen lugar de pastoreo.
Miró hacia el oriente y se dejó llevar por la danza de las cortaderas que marcaban el borde del caudaloso arroyo. Corrió seguido de la majada, era el lugar buscado. Todos bebieron de la cristalina y rumorosa corriente. Mientras masticaban las ricas pasturas, Joaquín hurgó en el morral hasta encontrar la comida que su madre le diera y, en el intento volvió a tocar la piedra, sintió su reclamo de caricias, se sorprendió por la observación; la sacó y la dejó sobre el musgo sin dejar de observarla.
Comió apresuradamente sin poder quitarle la vista sintiendo su hechizo. La tomó y la recorrió amorosamente deteniéndose en la línea y sin previo aviso empezó a tararear una desconocida canción. A cada instante se hacía más fuerte, no conocía el idioma, pero cantaba con delicadeza y entrega, y la grieta lo atrajo y se vio de pronto en una ondulada y desierta geografía, sólo los camellos y si, algunos hombres de blanco con turbantes; perturbado apretó a la piedra y al hacerlo de nuevo estuvo entre el rebaño.
¿Qué había pasado? Debería estar atento en lo sucesivo, pues ya el sol caía a plomo. Quizás el calor reinante fuera el causante de tal alucinación. No conseguía sacar de sus labios aquella insólita melodía, tralala, tra lala...era pegajosa, es más, la disfrutaba, y si, le permitía divagar, ver más lejos, pero que sentía muy cerca. ¿Y todo, por ese pedrusco como hay miles por todos lados? pero sin embargo éste poseía algo, distinto, era como un imán que atrapaba, era imposible dejarlo, lo guardó en su bolso, y decidió consultar el hallazgo con su padre, al volver a su casa. Ahora era imprescindible ocuparse de lo suyo, su bendito rebaño. Y allí, tarareando su nueva-vieja melodía, fue paseando entre sus adorabas amigas las cabras, contento de su vida y de su flamante talismán.
Era tan grande su alegría que no se había percatado de la hora, el sol presuroso bajaba por la senda del arroyo hacia el poniente, emanando sus mejores rojos y magentas. Evaluó en tiempo y solo le quedaban dos alternativas, viajar de noche bajo el poncho de las estrellas o pernoctar, optó por esto último. Arremolinó a las cabras y colocó el cuero en el centro junto a Guacho, el noble canino, y puso de almohada el morral. La noche era realmente bella cuajada de estrellas; mientras se extasiaba con ellas, recordó al guijarro, sonrió porque la melodía se hizo presente nuevamente. De allí en más...todo fue mágico, un sendero de luz lo catapultó hacia...*oh...imposible*...se dijo.
Estaba sobre una barca con varios remeros surcando el río Nilo. Perplejo observó la escena que era idéntica a la imagen del libro que hace tiempo llegara de las manos de su tía Fedra. Los remeros cantaban y en el centro de la embarcación real, estaba Nefertitis, espléndida, luciendo sobre su precioso cuello la piedra. Se tocó para comprobar la realidad o no. El río era una huella roja de lima, deliciosamente adornada de flores de lotos y lluvia de papiros; y fue más excitante al reconocerse como el acompañante de la bella mujer. Una calandria anunció la venida del sol y el maravilloso trino, unido al inquieto caminar de los cuadrúpedos, lo despertó.
Sin lugar a dudas era hora de organizar el nuevo día. En un santiamén recogió sus cosas y pronto se puso en camino. Calculó que tendría un corto trecho hasta el lago chico; allí visitaría a su amigo, don Perdido, como lo llamaban todos los de la comarca, quien, con seguridad lo invitará a compartir su mesa, y le vendría como anillo al dedo, pues su estómago estaba necesitando reponer energías.
Llegó hasta el pequeño rancho, guió a sus compañeras hasta el borde de la costa, y encargó a Guacho, el eficaz guardián, hacerse cargo del asunto. El viejo ermitaño lo recibió con suma alegría, le comentó que ya hacía tiempo que ningún alma viviente anduvo por aquellos lares.
El tazón caliente de leche, y un buen trozo de queso casero, otorgaron una agradable sensación al jovenzuelo. El anfitrión, famoso por sabedor de historias fantásticas, que nadie sabía a ciencia cierta, cuales eran verídicas y cuales propias de su exquisito dominio de la imaginación, resultó ser buen oído a la historia que escuchó de boca de su invitado pastorcito.
Al finalizar de escuchar, el curtido habitante de la colina miró de soslayo al jovenzuelo, y como sobrándolo, preguntó, - ¿Tu nombre es Moses, verdad?, quiero creer que conoces el significado... -Umm...tengo idea que proviene de un idioma antiguo; recuerdo que hace unos años consulté a mi padre, hombre místico, a mi entender, y me dijo que era el nombre de un elegido, alguien con mucha suerte; no entendí sus palabras, pero así lo dejé. ¿Por qué me lo pregunta? -Ante todo, muéstrame la piedra que entorpeció tu camino, luego te contestaré... - Recibió lo pedido, la tomó entre sus manos, como una caricia pasó sus dedos sobre la línea.... -Sí, no hay incógnita encerrada, eres afortunado, tu notorio pasado revive tiempos de antaño. Sentiste la compañía de un bella dama, allí en las aguas del Nilo, no fue una ilusión, así ocurrió... -No entiendo, dice que ocurrió, está confundiéndome, por favor... -Escucha, no apresures el momento, tu nombre es una derivación del original que es Moshé, nombre de origen hebreo, que significa, "sacado de las aguas", y toda una historia increíble se precipita desde el instante que una de las hijas del Faraón, recoge una cesta que flota en el curso del río.
El jovenzuelo, cautivado, silente, escucha y sólo sigue los labios cansados del anciano, que ahora parecen resplandecer con la humedad del habla.
-Tu historia es maravillosa, profunda y de amor intenso, eres elegido, el destino ha ido a buscarte para señalarte tu linaje y misión. A cada instante que sea oportuno “ella” te irá dejando mensajes, vendrá en formas distintas y siempre serán vividos, auténticos. No te permitas la duda, hay una revelación en cada uno, pues “ella “necesita volver a su origen.-
Un fino estilete de luz penetra por el círculo que oficia de ventana, va directo a la piedra, que a su contacto parece recobrar vida, un arco iris nace de su interior y al rozarle la frente entra en un largo sopor, y es el anciano, quien al tocarlo, lo vuelve de la ensoñación. El muchacho aún conserva en sus pupilas el brillo fresco, húmedo de la visita que ha realizado, está conmocionado y dice, -He logrado verme en el canastillo y deleitarme con las hermosas doncellas, sentir el rumor del río, ver como crecía, transitar por las hipogeos, las mastabas; pude ver la riqueza y la miseria, la justicia e injusticia, en apretada síntesis, he disfrutado de rituales y proyectos. Amigo Perdido ¿Puedo quedarme un rato más para poder procesar en mi cerebro y corazón todo lo vivido? -Debemos volver a la realidad, mi ilusionado jovenzuelo, por lo tanto considero prudencial que dado lo avanzado del día, deberás recoger tu rebaño y tomar el camino de regreso, es posible que tu padre se inquiete por la tardanza. No faltarán oportunidades para que continuemos conversando sobre ti, o mejor dicho sobre tu pasado.- Encerrando esta última frase en una socarrona muesca a semejanza de una sonrisa.
Moses, ni lerdo ni perezoso, acató el consejo del sabelotodo del bosque, y partió, saltando y entonando una canción popular. A media tarde, el experto Guacho, divisó los aledaños conocidos y expresando su alegría saltó a las piernas de su amo. -Sí, querido amigo, ya llegamos a casa, ya llegamos.
CONTINUARÁ
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Autores: María de los Ángeles Roccato (Argentina) Beto Brom (Israel)
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