YUTI Y SUS ALUMNOS
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por Alejandra Correas Vázquez
Uno de los artistas más destacados del período atoniano fue el escultor Yuti, elegido por una gran mecenas: La Reina Ty, madre de Akhenatón.
Una amplia gama de refinamientos cubre la trayectoria de esta inteligente dama fenicia, princesa del Zahi (hoy Líbano), desde el momento en que la conocemos al contraer matrimonio con el Faraón de Egipto en la XVIII dinastía. Durante el reinado de su esposo Amenofis III el Magnífico los arquitectos, artistas y jardineros fueron decorando ese escenario egipcio demasiado seco, demasiado solemne, por su propia geografía agreste, con parques y lagos artificiales.
Procedente de un mundo verde entre cedros del Líbano, la nostalgia en Ty hizo crear maravillas en tierra egipcia. La ecología tomó auge y el verde se expandió recreando vergeles, flores, arboledas y trayendo especies que faltaban en el paisaje del Nilo. Este cambio fue obra de su consorte Ty.
Palacio florido que llevó el nombre de “Esplendor de los Esplendores”. Lago artificial con barcas, donde la suya sería la “Barca de Atón”, o traducido “Barca del Círculo”, pues este nombre que en el futuro su hijo Akhenatón tomaría como centro de su ideología, ya estaba instaurado desde tiempos de su abuelo Tuthmosis IV.
Ty sería por siempre la gran mecenas de Egipto, detrás de cuya figura descubrimos el aliento original que dio impulso a su hijo Akhenatón para erigir en el futuro, aquella urbe hechizada y ebria de arte, como fue su ciudad de Akhet-Atón (hoy Amarna).
Ty tuvo por artista de cabecera y protegido personal al escultor Yuti. Este artista además sobresale como nota especial, por habernos legado la descripción de su “atelier” con una minucia completa. Es un cuadro de una originalidad única para la historia, ya que representa y reaviva escenas sucedidas en uno de los estudios artísticos más antiguos del mundo. Tenemos allí una “fotografía” viva e impresa hace 3.300 años.
Yuti está en ella rodeado de todos sus alumnos. Hay alegría y dinamismo, es la emoción creativa que los contagia. Cada discípulo ejecuta una pieza distinta sobre su caballete: Uno talla una cabeza. Otro pule el acabado de un vaso. Hay abundancia de cinceles de diferentes tamaños y diseños, o sea un muestrario de herramientas. La pequeña princesita Baketatón, hija de Ty y hermana menor de Akhenatón, posa desnuda y con paciencia sumisa al gran maestro Yuti, el cual está dando el acabado de la obra, mientras uno de sus discípulos lo observa para aprender de él.
Todavía creemos escuchar las palabras con que el profesor explica a su alumno el proceso de elaboración de aquella escultura. En ese momento el joven alumno admirado, exclama: “¡Oh, Vive!” ... Podemos nosotros agregar la frase de Miguel Angel al concluir su “Moisés” cuando dijo: “¡Parla!”
El estilo artístico de Yuti, en los múltiples retratos que nos dejado de la gran reina Ty, expone un cuidadoso estudio del natural exhibiendo una materia muy pulida y sutil, casi preciosista, donde los rasgos faciales de la reina son remarcados con un toque sensual, jugando con el movimiento de los labios carnosos de Ty.
Los retratos de esta reina que asombran por ese insinuante erotismo, son obra de él. Hay trabajos en que Yuti sólo diseña esos labios, los cuales sugestionan pareciendo moverse. El toque sensual no solamente se refleja en los labios carnosos de Ty, sino además en sus formas ondulantes de caderas muy contorneadas en equilibrio con sus hombros. Su elegante figura destaca un torso armónico como el de las actuales mannequin, senos redondos, cintura fina, caderas arqueadas en la misma línea de los hombros. Era sin duda la dama mas bella y elegante de aquella corte, emocionando al artista Yuti que la inmortalizó.
Yuti es un amante de la superficie y destaca su gráfica en cada signo que él halla en sus modelos, ya sea en el desnudo o en la forma. Objetividad elaboradora que él domina a la perfección, cual lo hacen los grandes artistas, y que los griegos como Praxiteles o Apeles irán redescubriendo mil años después.
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