amor, amistad y asesinato. capitulo 2

Hola mi Elenita- Isabel mientras se acerca a Elena
- Hola, ¿porque tan felices?
- Isabel y yo estamos juntos, decidimos ser pareja.
- Tan pronto, apenas se conocen
- Si. Los dos  nos amamos-  mirando fijamente a Elena
Recién había pasado 3 meses desde el primer encuentro, cuando  comenzaron a salir, los dos eran una pareja perfecta. Sin embargo Isabel no le gusta la relación que mantiene de Alejandro con  Elena, tan cercanos.
Una noche Isabel cita a Elena en bosque que esta atrás de la escuela.  Ella la esperaba  con dos de sus amigas. Cuando llega Elena,  las dos que acompañaron a Isabel la toman de los brazos.
- ¡Suéltenme que les pasa!
- No grites, estúpida- mientras sujetan a Elena con dureza.
- Hola… Elenita que bien que estés aquí, quería platicar contigo- abordándola.
- ¿por qué haces esto?
- Porque te odio, no soporto que alguien tan vulgar sea amiga de Alejandro.
- Yo no te hice nada y si me haces algo se lo contare todo a Alejandro.
- Creo que no entendiste, chicas no les parece que está sucia porque no le damos un baño.
Lanzándola al piso bruscamente, la rodean y le arrojan globos con agua helada, la insultan, se ríen, mientras ella solo es protagonista de una cruel broma, con un bate le golpeen las piernas para que no se levante y cuando termina la dejan en ese lugar. Antes de irse Isabel se acerca y en el oído de Elena le susurra.
- Si no te alejas de él, te arranco los ojos con mis maños. Adiós.
Elena no logra ponerse en pie, el dolor era fuerte y el frió invadía su cuerpo, miro a lo lejos una casa vieja y abandonada y se desmayó en el piso de aquel lugar.
La casa le perteneció a “el tuerto”, él era un drogadicto, pero no siempre fue así desde muy pequeño le encantaba jugar, iba a la escuela. Su madre trabajaba en una fábrica de galletas, casi nunca lo veía, pero lo amaba. En su adolescencia conoció a un hombre que le ofreció marihuana, se la dio gratis la primera vez, y  este fue el comienzo, con solo 17 años era adicto y para conseguir dinero robaba en la casa de sus vecinos, lo descubrían pero volvía a salir.  Cuando ya pudo seguir comprando la droga se lanzaba en los en la calle y esperaba que se  detuviera algún coche y con un arma en su mano, los asaltaba. Quien le ofrecía la droga fue encarcelado y su madre no podía lidiar con él  y lo hecho de casa, consiguió aquella casita vieja y sucia. Dejo la marihuana y lo único que inhalaba era cemento de contacto, casi no comía, y deambulaba por las noches, balbuceando algunas palabras. Su vida era un infierno que el acepto, una noche mientras se  recostaba en la calle esperando, un auto no se percató que él estaba allí y lo arrollo, el conductor no paro y siguió. A la mañana siguiente encontraron su cadáver, su cráneo aprestado por los neumáticos, su vida había terminado, la única persona que lloro su muerte fue su madre, en pocos días se olvidaron de él.
El escogió su vida pero nadie lo ayudo, solo miraba al chico perdido en las drogas, al delincuente; su madre lo abandono. Tomo malas decisiones porque no tuvo en quien apoyarse, puedo ser diferente su historia pero ahora no importa está muerto. Esa era la casa del tuerto, el lugar de refugio de esta noche de Elena.
Las luces entro por la puerta y despertó a Elena, se levantó del suelo y camino hacia afuera. Cuando llego a su casa su madre ya se había ido, miro sus piernas amoratadas y se quedó en su casa todo el día. Cuando su  madre llego fue directamente al cuarto de Elena y la propino una cachetada.
- ¿Mama?
- Te vieron salir de la casa del tuerto, ¿qué hacías ahí?, ¿te estas drogando? por eso no llegaste anoche cierto, contesta  
- Claro que no fue lo que sucedió…
- No me mientas vino una amiga tuya y me dijo que le confesaste que estas usando drogas y que se las ofreciste.
- Eso es mentira, yo no haría eso, tú me conoces bien porque le crees a  cualquier persona.
- Quien  me dijo eso fue la novia de Alejandro y no creo  que me mienta.
- No es verdad, nunca sería capaz de eso y más por lo que le paso al tuerto.
- Y que hacías allá, sabes que solo van ahí los que quieren drogarse
- Quería ver cómo era la casa de él y me acosté un rato y sin darme cuenta me dormí, por eso no llegue
- Espero que me digas la verdad, porque si me enero de algo malo de ti,  yo misma te corrijo a golpes.
Desde que los padres de Elena se divorciaron, su madre cambio, dejo se ser cariñosa y casi nunca le preguntaba cómo le había ido en su día y cuando Elena le preguntaba, se ponía a la defensiva, varias veces se preguntó si su madre  la odiaba.
A la mañana siguiente Elena fue muy temprano a casa de Alejandro
- Alejandro quiero hablar contigo de algo muy serio.
- Elena, ¿Por qué no llegaste ayer?
- De eso quería hablar y sobre Isabel.
- Que dime- mirándola y con media sonrisa.
- Isabel y unas de sus amigas me...
- Espera ya sé que me vas a decir, Isabel me lo dijo ayer, sé que te jugaron una broma pero no le tomes importancia, solo estaba un poco celosa por nuestra amistad.
- Una broma, me lanzaron agua y me golpearon en las piernas.
- Muéstrame como te dejaron las piernas- tomándola de la cintura.
- Suéltame no es un juego, pudo haberme matado
- No exageres a todos nos hacen bromas pesadas- se lo dijo con una carcajada- tranquilízate  le pedí que te dejara en paz, tuve que explicarle todo lo nuestro.
- Espero que me deje tranquila.
- Vamos, estamos llegando tarde.
Al finalizar las clases, Isabel se  aproximó a Elena y le pidió disculpas, le confesó que sentía celos y que para compensar el mal rato las dos fueran de compras. En todo el camino fue amble con ella, en el centro comercial ellas se probaban ropa, Isabel le obsequio toda la ropa que se probó.
Fueron a casa de Isabel, era enorme, tenía un jardín espacioso y sirvientes. Isabel la llevo al sótano de su casa ya que según ella le tenía que mostrar el álbum  de fotos familiar, se puso de tras de Elena y la empujo y rápidamente subió las escaleras y la ensero en aquel lugar. Elena se levantó, intento abrirla y no pudo, gritaba.
- ¡Ayuda!
- Nadie te va ayudar, eso te pasa por no obedecer.
Isabel les dio la orden de no abrir la puerta, si no los despediría,  así que obedecieron. Elena se quedó ahí y cuando se cansó de gritar  se sentó y lloro.
- Hola señora, soy Isabel, solo la llamo para decirle que Elena se quedara en mi casa a dormir.
Su madre se quedó tranquila y permitió que se quedara en casa de Isabel, no le importaba que durmiera afuera. Mientras  tanto Elena solo pensaba que nadie la ayudaría  hasta que escucho que se abrió la puerta
- ¿Quién eres tú? – dijo Elena.