ES MUY CONVENIENTE MOTIVARSE
MOTIVAR:
Dar causa o motivo para algo.
Influir en el ánimo de alguien para que proceda de un determinado modo.
Estimular a alguien o despertar su interés.
En mi opinión, es muy importante encontrar en la vida motivos para seguir adelante, implicarse en aquello que le dé satisfacciones, y buscar cosas con las que conseguir motivaciones para que la vida esté llena de alicientes que puedan aportar momentos de esos en los que uno comprende que la vida es una delicia y que Vivir aporta placeres.
La falta de motivación espanta a la esperanza y a la alegría. Deja una vida más vacía. Por eso es tan importante estimularse y empeñarse en hacer o lograr cosas que le aporten intensidad o calidad a la vida.
Conviene preguntarse:
¿Qué es lo que REALMENTE quiero?
¿Qué me aportaría satisfacción?
¿Qué cosas me alegran o me agradan?
¿Qué cosas de las que están a mi alcance y son posibles me aportan optimismo y algún tipo de goce?
¿Qué es eso que tanto me gusta y siempre voy aplazando?
Luego, por supuesto, para que tenga alguna utilidad lo descubierto en las respuestas es necesario concretar objetivos y ponerse a la tarea irrenunciable de hacerlos realidad.
¿Y si no tengo motivaciones?, ¿Y si nada me ilusiona? Estas preguntas han de tener respuesta, y no valen las que sean del estilo de “no” o “nada”. Esas respuestas no son ciertas. Es posible que uno no haya encontrado –porque no se ha puesto a buscarlo- aquello que le haga implicarse con una o varias cosas en las que enfrascarse. Siempre hay algo que, en mayor o menor medida, ilusiona. Siempre. Y se trata de darle prioridad o preponderancia a la búsqueda de ese motivo, y hacerlo de un modo inaplazable, con auténtica insistencia y abnegación.
¿Y si descubro que estoy desilusionado?, ¿Qué hago con mi desilusión? La respuesta es clara y evidente: deshacerte de ella. No tiene ninguna utilidad positiva y sí muchas negativas. De lo que no hay que deshacerse es de la esperanza: por ninguna razón y con ningún motivo.
La desilusión es un estado de ánimo propiciado por el ego, porque no se cumplen sus expectativas. Expectativas que, como no mide las posibilidades reales de sus fantasías, pueden ser del todo inalcanzables con lo cual lo que se suponía iba a ser motivo de ánimo –la ilusión- acaba convirtiéndose en motivo de desánimo –la desilusión- y, lo que es peor aún y más grave, de frustración. Así que hay que tener ilusiones, pero que sean en gran medida realistas.
“Quien tiene un por qué para vivir, encontrará casi siempre el cómo”, escribía Viktor E. Frankl.
Las motivaciones son la energía de la vida. Son necesarias. Una vida sin motivaciones es una vida carente de muchos de sus principales alicientes.
Sin motivaciones la vida se puede convertir en un hastío o en una apatía continua que condenen al estancamiento y la desgana, que son formas de ir hacia atrás.
Resumiendo: tener motivaciones, sí, pero que puedan llevarse a la práctica, para evitar que puedan acabar convirtiéndose en motivo de frustración.
Motivarnos conseguirá alejarnos de la apatía y de la paralización en el Camino de la Vida y del Progreso, y del consiguiente sentimiento de inutilidad y fracaso.
Revisa. Recuerda. Pregúntate. Observa y obsérvate. Si no tienes motivos a mano para ponerlos en marcha, echa la vista atrás y acuérdate de qué es aquello que siempre te gustó hacer y no hiciste, de cuáles eran tus planes o proyectos de la juventud, qué admiras o te apetece de lo que hacen los otros… Busca y encontrarás.
Te dejo con tus reflexiones…
(Y si te ha gustado, ayúdame a difundirlo. Gracias)
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