¿ES MALO CAER EN LAS TENTACIONES?
PREMISA:
La religión que nos han inculcado -esa que nos provee de tantos temores y de tantas promesas de castigos variados- nos hace creer que todo lo que tenga que ver con “tentación” es malo o es pecado, cuando resulta que esta condición no siempre es verdadera. En realidad, prácticamente todo lo que nos tienta es bueno o es agradable, y siempre es deseado. Entonces… ¿Qué pasa?
FRASE 1:
“No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.”
FRASE 2:
“La mejor manera de librarse de una tentación es caer en ella.”
La primera nos hace ver la tentación como un mal y en la segunda nos anima a caer en la tentación.
En mi opinión, las cosas que nos tientan –esas a las que gratuitamente se les presupone que son pecado- o bien las hemos idealizado mucho –y luego resulta que no producen tanto placer como les suponíamos- o cuando las vemos con los ojos limpios resultan no ser tan graves o pecaminosas como nos han hecho creer. Nos confundimos entre ese temor inculcado que nos obliga a no hacerlas realidad y el placer que nos proponen y que nos parece tan apetecible.
Visto ecuánimemente, la única forma de aprender, de comprender de verdad, de progresar realmente y con conocimiento de causa, es experimentando.
No experimentarlas hace que las cosas se queden en teorías, suposiciones, o previsiones basadas en experiencias de otros.
Desde un punto de vista no dogmático, no crítico, no mojigato ni hipócrita, y desde un punto de vista racional, científico, o intelectual, se sabe que solamente “cayendo” en la tentación se la conoce realmente.
Pero… es pensar en atender a una tentación y eso ya lleva implícito el principio del camino al infierno escoltado por el Ángel de la Flamígera Espada.
¿Las tentaciones están ahí para probarlas y aprender… o son malignas pruebas para comprobar la fe?, ¿Son cosas que uno tiene que evitar o cosas que tiene que probar para conocerlas?, ¿Son invitaciones a la privación con sufrimiento o son invitaciones al aprendizaje?
A estas alturas creo que ya todos tenemos superado el asunto de la mentira del infierno y toda su cohorte de sufrimientos variados. Y creo que no nos imaginamos a Dios poniendo trampas con gran maldad para encontrar argumentos que justifiquen nuestra condena y le den derecho a hacerlo. Eso no hay sensato que se lo crea, aunque algún fanático temeroso de ser él mismo y que no sea capaz de pensar por sí tal vez siga teniendo incrustados los miedos que le imbuyeron y, además, padeciendo sus consecuencias.
Las tentaciones como cebo, como sondeos con los que medir la capacidad de pecado de cada uno, se han quedado anticuadas.
A mí me cuesta mucho imaginar que haya un Dios o un “demonio” entreteniéndose en poner esos cepos de cazar pecadores, que es lo que parecen ser las tentaciones.
Me quedo sin teorías que sean sostenibles sobre el sentido de las tentaciones como trampas perversas, así que no me queda más remedio que borrarles ese halo funesto con que las enmarcamos, desmontar todo lo tenebroso que les adjudicamos, y rebajar el nivel de las tentaciones al de simples opciones que la conciencia de cada uno decidirá si quiere aceptar o evitar.
La tentación es solamente un estímulo que nos provoca una cosa para que la rechacemos o la experimentemos, pero experimentarla o no, es algo que no pertenece a la religión, sino que se queda en la normalidad de las vivencias personales. Se queda en el aprendizaje humano y no en el religioso.
Uno es responsable cuando “cae” en una tentación –y la tentación no es otra cosa que algo que resulta ajeno a lo que es la moral o la ética de cada uno-, y uno decide si quiere experimentarlo o si quiere prescindir de hacerlo, pero tal vez sea conveniente verlo simplemente como una experiencia que forma parte del aprendizaje en la Evolución o Desarrollo Personal, y despojarle del sambenito y el halo de pecado que le hemos puesto.
Por cierto, que esto no es una invitación a “pecar” impunemente, sino a tomar conciencia de que uno ha de tener unos principios y ser consecuente con ellos y respetarlos. “La tentación” es una invitación a abandonar esos principios. Y entonces es cuando uno decide.
Te dejo con tus reflexiones…
(Y si te ha gustado, ayúdame a difundirlo. Gracias)
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