SOMOS ESCLAVOS Y VÍCTIMAS DE NUESTRA MENTE
En mi opinión -y generalizando, que siempre es una temeridad-, tenemos un grandísimo desconocimiento de nuestra mente y su funcionamiento, y sólo en contadas ocasiones somos conscientes de ella, porque la mayoría del tiempo funciona de un modo inconsciente convirtiéndonos por ello en sus esclavos y víctimas. Si esto no fuera tan dramático resultaría gracioso.
Este es un asunto que requiere mucha atención y dedicación, y recomiendo que se busque información sobre la mente –cada uno según el tipo de interés que tenga sobre ella-, porque aquí escribiré, pero poco y resumido.
La mente, NUESTRA mente, está funcionando continuamente, sin parar. Incluso mientras dormimos. De ahí, precisamente, la necesidad de conocerla bien.
He recalcado en mayúscula NUESTRA, porque observo en muchos casos que hay personas que se sienten esclavas de su mente, y hacen y deciden según su mente les propone o manda, y no se dan cuenta de algo que es muy evidente: LA MENTE ES UN INSTRUMENTO A NUESTRO SERVICIO. Nos pertenece. Está ahí, como cualquier instrumento, para usarla cuando nos interese, cuando NOSOTROS queramos hacer uso de ella.
A mí me parece que le hemos dado tanta autonomía, y tanto poder, que ha acabado creyendo que es ella quien manda sobre nosotros, y por eso nos pasa que acabamos convertidos en sus víctimas y esclavos.
El riesgo de dejar a la mente que funcione por sí misma es que cuando nos presenta SUS elucubraciones, no las cuestionamos y acabamos aceptando que son NUESTROS propios pensamientos.
Las mentes –el 99% de las mentes- están absolutamente condicionadas por traumas, complejos, miedos, falta de autoestima, zancadillas propias, nervios, deseducación, falta de ordenación, inseguridades, inexperiencia… no disponemos de una mente ordenada, objetiva, sensata, inafectada, descondicionada, y clara, que nos podría aportar ideas o soluciones correctas, sino que cada una de las cosas que hace están contaminadas desde su nacimiento.
Uno hace buen uso de la mente cuando es consciente de todo el proceso mental, cuando se queda atento y dirigiendo los pensamientos, gobernándolos, procesando la información que tenemos o los conocimientos que hemos adquirido en experiencias similares anteriores, relacionando ideas, sopesando objetivamente, y viendo tanto los pros como los contras.
El problema –lo repito- es que cuando nos presenta SU idea la adoptamos sin más creyendo que es NUESTRA idea. ¿Esto quiere decir que tenemos que dudar de nuestros propios pensamientos? La respuesta es SÍ.
En los asuntos más triviales o menos graves –qué ropa me pongo hoy, por ejemplo-, o en los que se requiera una reacción inmediata ante un peligro –si alguien nos tira una piedra, por ejemplo, es mejor hacer caso al instinto de apartarnos que ponerse a procesar mentalmente la velocidad, trayectoria y peso de la piedra-, no hace falta pasarlo por el proceso mental, pero cuando se llega a un asunto importante sí conviene controlar todo el proceso.
Es conveniente, si es posible, buscar un momento tranquilo en que se pueda reflexionar sin prisa, y es bueno tener un sitio donde no vayamos a ser interrumpidos, y entonces, y ESTANDO SIEMPRE CONSCIENTES de la mente y de todo el proceso, plantearnos el asunto y verlo con objetividad, revisando las respuestas para ver si son propias.
SE EXPERIMENTA LO QUE SE PIENSA. Es la mente quien se encarga de calificar las emociones y los sentimientos. Es ella quien los traduce a su lenguaje –en demasiadas ocasiones catastrofista o negativa- y quien nos hace creer que un asunto es grave, es como para estar deprimido, es para llorar, o es para rendirse. Su interpretación no es una interpretación objetiva –por los motivos que se indicaron antes-, así que le falta la ecuanimidad para adjudicar esas clasificaciones bien. Y esto es un asunto tremendamente importante como para obviarlo.
LA MENTE ES CAPAZ DE CREAR LO QUE ES CAPAZ DE CREER. Tal es su poder. Demasiado poder para un instrumento a nuestro servicio que no se caracteriza precisamente por hacer las cosas muy bien. Y otra vez se confirma la necesidad de controlar la mente, de no darle carta blanca para que haga lo que quiera, para que derive hacia donde quiera –y nos arrastre perjudicándonos en su deriva-, ni permitir que haga conjeturas sin tener conocimientos suficientes y sin una claridad diáfana que la haga casi infalible.
Tiene fuerza incluso para llegar a somatizar lo que clasifique como “problema”. Cambia a su antojo nuestro estado de ánimo y nos lleva del optimismo a la infelicidad cómo y cuando quiere, con una sola insinuación suya.
Conocer y, sobre todo, controlar la mente es más serio y más importante de lo que inocentemente llegamos a imaginar. Dependemos de ella sin darnos cuenta, nos gobierna sin contar con nuestra aprobación.
Nos hemos acostumbrado desde el principio a identificarnos con ella. Estamos convencidos de que nosotros somos nuestra mente. Si uno se pregunta: ¿Quién soy yo?, responde la mente inmediatamente y, si dejamos la pregunta de ese modo, y hecha sin dirigirla directamente a quien le corresponde contestar, la respuesta que nos va a dar la mente es, en realidad, la respuesta a quién es ella, o –en el mejor de los casos- quién cree que somos nosotros en función de su concepto de nosotros, y la idea que nos aporte va a estar referenciada a lo que maneja bien, que son las ideas y los conceptos; nos puede relacionar con un nombre, una edad, un parentesco, una profesión… en fin, cosas que nosotros no somos, ya que meramente son papeles que representamos.
La consciencia es vital en este asunto. Tenerla clara y alerta a todas horas para ser capaz de discernir lo que es NUESTRO y lo que es de la mente; conviene saber diferencia claramente las decisiones, actos, impresiones y asuntos que son de ella, y los que son NUESTROS, por decisión sopesada y propia.
Recomiendo ponerse a pensar uno mismo por decisión propia y controlando todo el proceso, y no permitir y aceptar incondicionalmente todas las propuestas o ideas de la mente, ya que no todas van a ser equivocadas o ir en nuestra contra, pero conviene que lleven nuestro visto bueno consciente.
Más información aquí:
¿CÓMO FUNCIONA LA MENTE Y POR QUÉ SE DESCONTROLA TANTO?
http://www.jananguita.es/como-funciona-la-mente
¿QUÉ ES LA MENTE Y CÓMO APROVECHAR SU PODER AL MÁXIMO?
http://www.jananguita.es/que-es-la-mente
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