ENTENDERSE UNO MISMO
En mi opinión, tener claros los conceptos ayuda mucho a hacer las cosas mejor o bien.
A veces, para definir o hablar de las cosas, se emplean términos que damos por supuesto que se entienden, cuando en realidad cada uno entiende una cosa distinta.
Se habla de “Crecimiento Personal”, de “Desarrollo Emocional”, de “Espiritualidad” (todavía no me he encontrado con alguien que sepa explicarme qué es exactamente la espiritualidad), y casi nadie sabría definir a qué nos estamos refiriendo.
Y todo lo anterior podría explicarse de un modo sencillo: o bien como “conciliar las contradicciones propias” –que todos las tenemos-, o, más claramente: ENTENDERSE UNO MISMO.
Entender la propia vida, la mente, y lo que cada uno considere que es el alma o su religión.
Entender de un modo sentimental, no racionalizándolo y describiéndolo con palabras –tarea ardua y difícil, para la que no estamos preparados, ya que no se trata de un asunto racional- sino sintiéndolo de algún modo. Generalmente, sintiendo comprensión con uno mismo -y la paz que se deriva de ello-, y tolerancia y respeto hacia los otros.
Entenderse, es llevarse bien con uno mismo, y conciliarse con el Uno Mismo, tras un acuerdo de buena convivencia y de colaboración por parte de todas las contradicciones en la que uno incurre.
Entenderse es saber de los fallos propios y sentir que forman parte de la naturaleza humana y de las dificultades que conlleva la vida en el mundo, y no hacer un drama de ello, sino aceptarlo con serenidad y como algo natural.
Entenderse es defenderse de los agravios con los que uno se agrede de un modo inconsciente, y evitarlos en el convencimiento de que no son provechosos de ningún modo, sino que atentan contra la dignidad personal y contra la idea que uno tiene de sí mismo.
Entenderse es acogerse tras una caída, y más aún tras una recaída, recibiéndose siempre con una sonrisa, una palabra de ánimo, un abrazo, y la fraternidad con que uno trataría a su ser más querido. Uno es siempre un ser pequeño, siempre inexperto, siempre aprendiendo, siempre necesitado de comprensión y afecto. Y es uno mismo quien ha de convertirse en el proveedor de todo lo necesario para seguir adelante indemne, sin desavenencias, de su propia mano.
Entenderse es admitir los altibajos, las dudas, los miedos, la inexperiencia, los tropiezos, el incumplimiento de los propósitos firmes, no saber dar respuesta a todas las preguntas, tener días apáticos, o malos, y descubrirse un día como rencoroso, o perverso, y no por ello menguar el concepto que se tiene de sí mismo ni tratarse con desprecio a partir de entonces.
Entenderse es tener siempre una palabra de ánimo dispuesta para decírsela con el corazón cuando sea necesario. Escuchar con paciencia y sin juicio las elucubraciones, los interrogantes reiterativos que nos reclaman una contestación que no somos capaces de dar, las disquisiciones del residente perdido que nos habita, y a todo contestar con un “no importa: no estoy bien, pero voy bien”.
Entenderse es hacerse muchas preguntas: ¿Qué?, ¿Por qué?, ¿Cómo?, ¿Para qué? Indagar hasta saber, pero saber para conocer y no saber para atacar.
Entenderse es saber discernir que en el caos que nos invade lo que sobresale es el deseo de mejorar, de encontrar y sacar a la luz a ese Ser Extraordinario que alojamos dentro –mejor dicho: que en realidad somos-, de hermanarnos con quien intuimos que somos en vez del personaje que estamos siendo.
Entenderse es seguir al lado de uno mismo, en lo bueno y en lo malo, en la salud y la enfermedad, hasta que la muerte nos separe.
No es necesario bautizarlo con un nombre rimbombante o grandilocuente, no es necesario encuadrarlo en una ideología, es más simple: Entenderse uno mismo.
Lo llamemos como lo llamemos, de esto se trata: de conocerse, del modo más íntimo y profundo posible, como un objetivo de vida, o como una misión sagrada: la de conciliar lo que es sólo Humano con lo que es Divino.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales