LA MENTIRA
La mentira es como una telaraña que envuelve a la gente e involucra en ella a muchas personas, perdiendo a veces, mas los demás que el propio mentiroso.
La mentira hiere en la medida de su intensidad. Generalmente, se aplaude y el embustero la convierte en su gran aliado, es insustituible en su diaria conversación, es el timón de sus continuas acciones, hasta el punto que las personas que lo rodeamos, recordamos la fábula del “pastor y el lobo”, es decir, no sabemos cuando está hablando en serio y se pierde la credibilidad. Por ello dice un viejo adagio: “quien se acostumbra al engaño, él mismo labra su daño”. El mentiroso cree que la vida es un juego, constantemente pisotea los principios y valores, no mide las consecuencias de sus embustes, lo que pueden dañar a segundas personas y hasta a terceras que observan y van tejiendo un ovillo con ellos hasta llegar inclusive, a la apreciación de situaciones irregulares que no se pueden aceptar, no porque lleguen a ser demasiado intensas, sino porque atañen directamente contra la integridad moral de otras que ignoran la telaraña que se teje a su alrededor y que a veces es mejor no explicarle para evitar males mayores.
En sentido figurado, podemos utilizar los refranes que expresan: “ El que pisa tierra llana nunca tiene tropezón”, “Los montes tienen ojos y las montañas oídos”, “En boca de mentiroso, lo cierto se hace dudoso”.
Las personas mentirosas, suelen esconder sus verdaderos sentimientos, son actores natos, ganan tiempo, siembran cizaña contra otros, utilizan, distorsionan los hechos, es decir, que también se convierten en cínicos, como afirmaba Oscar Wilde: “Es una especie de confesor invertido que continuamente se crea enemigos por una causa que sabe que es falsa”…
Aquí agrego una expresión de Montherlant: “Qué honor ver a los seres tal como son y no sufrir por ello!”.
TRINA