A costa de parecer pesado

Serenidad ante la increpación, la mirada burlona, menoscabadora, y la violencia verbal o conductual más directa y ostensible, es como pedir calma en mitad de una arreciadora tempestad; el miedo y la airada indignación nos impelen a la huida o la lucha, la intención que promueve este escrito es la existente, disyuntivamente, entre seguir el instinto de lo primario o el atender el aplacador llamado de lo elevado.




Adanhiel.

La serenidad ante la irritabilidad externa o interna, es un don que ha potenciado la persona que ha sabido transmutar su ego.

Ciertamente, un ego que a infravalorado (tendencia muy acostumbrada en él) el reptiliano instinto demasiado arraigado subconscientemente como para dejarle las riendas sueltas cuando lo que debiéramos de hacer, en según que ocasiones y a nivel interno, es estoico uso, incluso, de las espuelas para aprovechar su ímpetu en favor del bien.

Un abrazo.

Bueno ya lo ven... Aquí estoy, enriqueciendome...

Gracias LUHEMA, gracias Adanhiel.

Abrazos.

Y ambos quedamos enriquecidos por tu sola presencia, Ricardete.

¡ABRAZOTES!

Muy cierto lo que dice Luhema, sabias palabras don Adanhiel, pero por aquietar las aguas en forma frecuente, he estado a punto de morir ahogada. A veces hay que sacar afuera y no reprimir tanto. Recién hoy lo practico...aunque me cuesta pagar el precio exigido.Gracias por la empatía. Abrazos en la distancia.

Ese término medio que tan pocos ponen en práctica, ¿verdad? Por mucho que nos decantemos por la elevada compostura somos personas, ante todo personas y animales, animales evolucionados (o evolucionables) pero animales al fin y al cabo; la alternativa reactiva, se tome la que se tome, es plausible.

apretujador abrazote.