Adanhiel Escritor activo
Cantidad de envíos : 1188 Fecha de nacimiento : 06/09/1967 Edad : 57 Localización : Torrelavega (Cantabria) Fecha de inscripción : 22/01/2013
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| Tema: LA MARGINALIDAD Lun Mar 11, 2013 10:07 am | |
| En la medida que no se interpretan los francos pareceres e idiosincrasias de los demás, no contrastándolas lo suficiente entre sí y el cabal criterio, anteponiendo un tenaz y desconsiderado idealismo, imponiendo la mera opción cuantitativa de la cuadriculada norma a la solidaridad, se está marginando al elemento o grupo minoritario que intenta aportar su particularidad novedosa a la representatividad mayoritaria, legislativa y promulgativa, tanto en la ley de derecho como en la ético-moral.
Profundizando un poco puede llegar a observarse la teoría de que, aislando esas cuantiosas y pequeñas corrientes optativas, se las da tiempo a cobrar cuerpo suficiente como para incorporarlas a la norma en vista de una asumible aceptación y en arraigo asimilativo que conlleva una cierta transitoriedad tan prolongada como se establezca preciso...una temporalidad que amenaza con el recurrente inconveniente de convertirse en permanente. Tal teoría, así "a quemaropa" suena un poco a excusa, no obstante ahí quede como fleco reflexivo a tener en plausible consideración.
Personalmente, por mucho que me indigne, no tengo más remedio que aceptar la misma marginación (como todo lo que existe para bien y para mal) porque implica una subyacencia que alguna vez habremos de evidenciar; me parece haberla comprendido desde un punto de vista colectivo e integrador, pero me entristece el descubrir como, una vez más, la maldad, con sus largos y pegajosos tentáculos, tenga bien sujeta otra rama de la vida y la esperanza. ¿Pesimista? Puede; ¿realista? Quizás...¿íntegro? Eso pretendo, al menos.
Lo que debiera ser un preservador y tímido distanciamiento a todas luces prudencial, causado, obviamente, por la ancestral temerosidad ante lo desconocido, al dolor producido por el traumático abandono de ciertas costumbres en descendente etapa de desfase, se convierte (monstruosamente) en un rechazo sistemático, irrespetuoso y a todas luces violento que desemboca en lo que el mal siempre busca: el sometimiento incompresivo e intolerante como camino más directo a la confrontación irreflexiva. Aunque, a decir verdad, las personas que han aprendido a convivir con el mal no han de ser necesariamente violentas en el trato físico o verbal, ya que esa misma perversidad puede traspasarse a cualquier tipo de forma hostil más sutil, socarrona, artimañosa y subterfugiadora.
Existen muchas y variopintas convinaciones en lo que respecta a la manera, cómo, y de qué forma se puede hacer daño a los demás, para gutural disfrute y aplauso de los que comparten tal deseo, pero no han tenido el atrevimiento de materializarlo; pero este es un tema muy prolijo que merece particular tratamiento.
Amparándose en el tumultuoso escudo colectivo de la indecisa y no lo suficientemente concienciada mayoría, perpetran sus maquiavelidades dirigiéndolas hacia el foco marginal más próximo que debe centrar su principal atención en defender sus derechos en cada cobarde ataque procurando no responder a la violencia con más violencia, pues el objetivo de los agresores se habría conseguido y la causa de los agredidos quedaría perdida en tan despreciable círculo vicioso.
Defenderse con la razón, el entendimiento, el consenso constructivo, no con el acto solamente impulsivo, irracional e irreflexivo, es la mejor manera de lograr que los intentos de desestabilización y de tergiversación del mal resulten baldíos, porque el tiempo es cierto que da y quita razones dejando cada acto en su lugar, cada persona en su sitio, impidiendo que el dolor de cada golpe (dado y recibido) se transforme en insalvable rencor, aun cuando, ciertamente, resulte un esfuerzo añadido de autocontrol que supone un margen menos en la limitada paciencia y, por consiguiente, en el equilibrio emocional de la persona o grupo. Por lo que un arrebato de ira resultaría incluso justificable, dadas las circunstancias agravantes que en cada particularidad puedan acontecer, mas, huelga decir, que para nada indicable.
A aquel que se sienta aludido, de una u otra forma, en uno y otro extremo, puedo inducirle a la comprensión con respecto a la idea y modos de vida ajenos; al respeto al individuo, a su personalísima particularidad, así como a la paciencia, al perdón, a la fe en las posibilidades que la positividad tiene dentro de todos y cada uno de nosotros...incluso, primordialmente diría, en aquellos que nos atacan y desprecian.
El ser humano siempre se ha caracterizado por imaginar lo que no puede comprender, remodelándolo, haciéndolo más próximo a su cauce esquemático...la imaginación es maravillosa virtud, pero también talón de Aquiles; pues si por un casual ese cauce antedicho no coincidiera con la cruda y manifiesta realidad que paulatinamente fuere apareciendo en su impactada comprensión, es muy probable hiciera uso de la rabia que nace del desmedido orgullo egótico, intentando destrozar, acabar literalmente con lo que hace foco de su reciente problemática existencial, que no es más que inocente víctima propiciatoria de su propia cerrazón,de su misma e inconfesable iniquidad.
Adanhiel.
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