PISADAS EN EL BARRO
Las pisadas se hundían en el barro a cada paso. No era él, aquel que el camino se tragaba cada día llevándolo sin prisa y sin pausa a un futuro gris… tan gris como el cielo que se mantenía imperturbable, desde hacia por lo menos una semana.
Él, tenía una sonrisa inalterable.
Se decía en el pueblo que estaba loco.
Nadie puede ser feliz con esa vida. Trabajar de sol a sol por una miserable paga que muchas veces no llega, comiendo salteado. Un día si y otro no, sin abrigo en invierno y sin un lugar donde refugiarse y descansar con algo de comodidad.
Tiene que estar demente, aseguraban.
Nadie puede ser feliz en esa condición… ni siquiera tiene la compañía de un perro.
Mientras tanto… sus sueños florecían donde sus pies descalzos… se hundían en el barro.
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Ricardo "Cocho" Garay
"Sólo soy un soplo de vida en la eternidad"