de nada

Escucho el punteado de los durmientes, viajando de polisón de casta en lo que le queda al filo de la buhardilla.

Sería bueno contar de nuevo, esta vez inventando un árbol de alambre y un par de hojas de papel para tapar la vanguardia, para asegurar que tiene retaguardia, flancos y puntos de tiro.

Sería bueno reescribir una línea para que hablen los pendientes esos que siempre mantengo en formol, deben estar con el pique de plumas y venganza, que esperen si quieren o que se mueran de una vez, suena a descuente la muerte así.

Esto que suena oxidado lo sé, por alguna cuestión de mi espíritu vagabundo, tronándose los gonces de los dedos, pellizcándose las carnes con palillos absorbidos en anilinas para estar al tanto de viva con el silencio a cuestas.

Nada, sin el ataque de la sonrisa, flor que le nazcan a la panza, es que no tengo nada últimamente, nada que pueda servir para asesinar el tiempo lenta y deliciosamente, el muy apurado se muere solo y a mí me da igual.