EL MUNDO DE AHÍ

Ahí, era un lugar de noches frías por el clima provocado y en las que el tiempo corría tan despacio y una máquina exacta controlaba el despertar y la hora de los sueños, los que habitaban Ahí, no veían el cielo para poder contemplar la luna porque estaba prohibido respirar la noche, no fuera que sus instintos los traicionaran y provocaran una tormenta en el pequeño espacio en que eran libres algunas horas, como si el coctel de colorines que les daban, les permitiera tener la energía para hacer un revuelo bajo la luz de la luna, ¡qué va! sólo eran zombies controlados por una fuerza superior, que no era Dios. Ahí, era un sólo mundo, con muchos mundos, en los que todos eran cómplices en contra de los Muñecos de Blanco que resguardaban Ahí y que parecían piezas de ajedrez movidas por esa fuerza superior, que no era Dios, y que trataban de someterlos junto con los Verdugos de Azul, que eran malos, y a los que todos tenían miedo.

Dentro de Ahí había:
Un Hombre de Acero, que cegaba con la luz del sol cuando salía a la libertad y por eso protegía sus ojos y su cuerpo era cubierto por una capa azul, ¡Era invencible con su vestimenta!
Una Sirena, que lloraba sus lamentos todo el día y por las noches cantaba, soñaba en atrapar con su canto al hombre que tenía que estar con ella toda la vida pero que la había abandonado.
Una Brujita Anciana, que era buena y pedía que le peinaran sus cabellos y esperaba ser rescatada sin ser princesa, tenía una ratita blanca pero sólo la veía de vez en cuando.
Dos Niñas, que vivían atrapadas en un calabozo rodeado de un cerco de agujas, cristales y polvo mágico maligno.
Un Príncipe Mendigo, con una varita mágica que en vez de estrella en la punta tenía una flor verde que le concedía todos sus deseos y cuando reía iluminaba su cara marchita.
Un Sapo, que bebía el agua de su lago de uvas y pedía deseos a la varita mágica de flor verde que traía el Príncipe.
Una Princesa Hermosa, triste y sometida por el yugo de una bruja malvada que la obligada a tomar pócimas y venenos y luego la encerraba en una torre de cristal, donde dormía día y noche y sólo se despertaba a comer migajas de pan.
Una Huraña, que gritaba obscenidades si no la dejaban descansar pero era simpática con quien le regalaba una sonrisa.
Una Retrasada, que fingía ser niña buena para conquistar al Príncipe Mendigo pero en realidad era una Vampira Obesa que cazaba presas.
Una Durmiente, que pasaba noches enteras tejiendo sueños y después descansaba sobre ellos para no despertar en un buen tiempo.
Una Amiga de Espectros, con cabeza de erizo, que tenía llaves especiales que abrían las puertas de otros mundos para jugar con sus amigos y reía todo el día con ellos, pero por las noches, era atormentada por punzadas de dolor que sólo curaba con un líquido blanco que se encontraba en la caja fría, que nada más se abría de día y a la que ella no tenía acceso.
Un Caballero Mudo, que sí hablaba, pero sólo con la realeza, los súbditos no eran dignos de escuchar su voz.
Un Peón Triste, esclavizado al trabajo y que sólo pensaba en cómo seguir trabajando, aun cuando estaba descansando.
Un Despistado, que se cayó al lago de uvas del sapo y cuando salió, pasaba el día entero sosteniendo los pilares de Ahí para que éste no se cayera al lago también.
Un Títere Bonito, que construía con palabras, grandes creaciones que enamoraban oídos y sus movimientos enajenaban a los que lo observaban, pero quedó enredado entre sus propios hilos y no podía salir.
Un Cometodo, que siempre andaba en busca de comida y aliviaba sus penas con pan y era feliz, porque las penas con pan son menos y el tenía muchas penas.
Un Ángel Caído, en forma de mujer, confundida y que no sabía a dónde pertenecía, si al cielo, al infierno o a la tierra, estaba con las alas rotas y no encontraba el camino de vuelta a casa y había llegado al mundo de Ahí por accidente.
Un Alma Abandonada, que sólo escuchaba y callaba, y tenía dos linternas verdes que se alejaban de las penumbras de vez en cuando para aluzar el camino del Ángel Caído.

Cuando el Ángel llegó al Mundo de Ahí por accidente, estaba triste y confundida y no quería comer, la Princesa Hermosa le dijo que las migajas de pan no eran muy buenas, pero que eran su único consuelo dentro de su torre de cristal, que las comiera, así pasarían más rápido las horas dentro de Ahí, el Ángel no le entendió, pero comió; la Sirena y el Ángel se hicieron amigas y la Sirena olvidó por un instante sus lamentos y sus penas y cantaba canciones alegres y reía y se divertían juntas; el Ángel empezó a sentirse feliz e hizo amistad con todos dentro de Ahí, pero sólo estaba rodeada de unos cuantos; Cometodo siempre andaba tras sus pasos, solía ser asfixiante para el Ángel, pero Cometodo buscaba tener amigos y no lo podía echar a un lado, pues no era del agrado de casi nadie; el Ángel peinaba a la Brujita Anciana que era buena y que un día le presentó a su ratita blanca, cuando la Brujita Anciana enfermó, el Ángel cuidaba de ella; una de las Niñas buscaba al Ángel para contarle su vida dentro del calabozo y de lo mal que la pasaba, pero que pronto saldría y su vida cambiaría; el Sapo siempre le cantaba al Ángel una sola nota y el Ángel brincaba y el Sapo reía; la Amiga de Espectros platicó con el Ángel y le presentó a todos sus amigos pero éstos se escondieron y no quisieron charlar, el Ángel sintió pena, porque esa noche oyó los tormentos de la Amiga de Espectros y los Muñecos de Blanco sellaron sus oídos para no escucharla, ella sólo quería tomar del líquido blanco para poder dormir, pero no apiadaron de ella; el Príncipe Mendigo miraba al Ángel y ella le regalaba una sonrisa, el Príncipe la aceptaba y la ponía en su rostro, en una ocasión el Príncipe se enojó, porque la Retrasada, que en realidad era una Vampira Obesa, lo besó y los Muñecos de Blanco lo reprendieron, entonces no quiso tomar su coctel de colorines, así que entraron los Verdugos de Azul a obligarlo y lo hicieron comer bacterias y sangraron sus rodillas, su varita mágica de flor verde no pudo evitar que lo lastimaran, y el Ángel lloró; el Hombre de Acero se enamoró del Ángel y olía sus cabellos que eran para él como la criptonita que acababa sus fuerzas o como el sol que cegaba sus ojos y abandonó su capa que lo hacía invencible para convertirse en mortal para poder acercarse al Ángel, pero el Ángel estaba enamorada del Alma Abandonada y pasaba horas a su lado para sólo ver sus linternas verdes que alumbraban su camino, ya no se sentía perdida y hasta creía que por fin había encontrado su hogar y no quería regresar más al lugar de donde llegó, pero un día, la Vampira Obesa que fingía ser Retrasada, le robó un beso al Alma Abandonada y él sonrió y entonces el Ángel conoció el infierno y su cuerpo ardió como una braza y su cabeza se llenó de pensamientos impensables, quería matar a la Vampira Obesa pero como era un Ángel no se le permitía matar, pero su furia crecía y crecía, y entonces llegaron los Muñecos de Blanco y los Verdugos de Azul que tuvieron miedo de la furia del Ángel y le metieron en su sangre un líquido paralizante y cayó. Cuando sus ojos se abrieron de nuevo, ya no había linternas verdes ni muchos mundos en un sólo mundo, ya no había Muñecos de Blanco ni Verdugos de Azul, tampoco existía esa fuerza superior que no era Dios y que gobernaba Ahí, y se encontró en medio de la nada, nuevamente perdida, sola y sin su Alma Abandonada.
El Mundo de Ahí desapareció y el Ángel Caído en forma de mujer recuerda ese lugar tan extraño en el cual cayó por accidente y llegó a creer que era su hogar y en donde conoció a un Alma Abandonada que creía que la necesitaba, era un lugar malo pero inexplicablemente quería volver, quería ir en busca de su Alma Abandonada, quería regresar al Mundo de Ahí para no salir jamás, pero nunca encontró de nuevo la entrada.