RELATOS CONVOCATORIA PARANORMALES +++RECOMENDADO MAYO2014+++

Amigos, aquí comenzamos hoy a subir los trabajos de los participantes de la convocatoria de Paranormales.

Mi amigo chileno JAIME OLATE nos relata lo que sigue:

EXTRAÑA EXPERIENCIA

La costumbre de visitar antiguos cementerios con mi esposa, nos llevó hasta aquel en una pequeña ciudad sureña.

Anita
se encontró sorpresivamente con una de sus amigas que fue a dejar un
ramo de flores y comenzaron a charlar animadamente. Excluido de la
conversación, me fui a caminar mirando las sepulturas
en los pasillos hasta llegar a un hermoso mausoleo, con clara influencia barroca.

Fuera
de la cruz, tenía una gran cantidad de querubines sobre el techo y en
el dintel de la puerta, como protegiendo la entrada, un ángel de fiera
mirada con una espada.

Estaba abstraído cuando la voz de una joven me
preguntó:

—¿Le gusta la tumba? —con una hermosa sonrisa señaló el nombre de la familia: Corso Constani—. Pertenece a mi familia.

Había algo extraño en ella, no pude establecer de qué se trataba.
Me miró fijamente y se aproximó a mí;
quedé
sorprendido por su actitud, no siempre uno se encuentra con una bella
muchacha desconocida en un campo santo y que, además, sea abordado con
tal desenfado.

—Necesito pedirle un enorme favor…que le diga a mi
padre, don Carlos Corso, que me perdone —silenció su agradable voz,
para luego hablar apresuradamente—. Yo fui quien robó el anillo
de oro con un rubí y lo escondí en el entretecho de la cocina; mi prima y la servidumbre son inocentes.

Al mismo tiempo con una mirada suplicante de sus hermosos ojos, no titubeó en tomar mis manos.

—Hice esa niñería por enojo
con mi prima…

Un flash fue disparado y la risa de mi esposa y de su amiga me hizo mirarlas. Me sentí un poco avergonzado por haber sido
pillado con una muchacha en tan incómoda situación.
Me volví hacia ella, pero ya no estaba; mis ojos recorrieron rápidamente los rincones, pero fue inútil.

—¿Qué buscas, amor? ¡Hey, estás pálido! Ja ja ja ja já, ¿acaso
viste un fantasma?


Les
confesé que una chica me había contado ser la autora de un robo y que
quería enviarle un recado a su padre. Rieron de buena gana cuando les
dije que me habían tomado la fotografía cuando ella me cogía las manos;
encontraron divertida mi presunta broma,
pues me vieron solo.

Revisamos
la cámara digital y una exclamación de horror escapó de los tres. La
última toma registrada me mostraba junto a una figura femenina
transparente que parecía abrazarme.

Decidimos averiguar con el
administrador del cementerio y nos informó que efectivamente el dueño
del mausoleo era don Carlos Corso, cuya hija Carla había fallecido hacía
poco en un accidente de automóvil. Tomamos la dirección de su
domicilio y llevamos el extraño mensaje.

La joya estaba donde dijo la joven y la policía dejó de interrogar a la servidumbre. Creo que, aunque seguimos visitando los
camposantos, no tenemos miedo y ahora nos une, además del amor, un secreto que no nos atrevíamos a contar.

Un beso desde Chile
Jaime Olate

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(Lili Frezza)

Dicen que los gatos tienen una energía especial...

Noche
de reunión familiar, el gato acompañando a la familia conversando,
torre de Babel donde se entrecruzan opiniones, cada cual parece
escucharse a sí mismo , es decir suma de monólogos
entrecortados por algún “escucháme” que pareciera no llegar a destino.

El gato testigo mudo parece estar en otra dimensión.
Coco, guerrero, traicionero y movedizo, paseando de un
lado a otro.

Discusión que sube de nivel y supongo que el gato quiso decir:
“acá estoy”.

En
medio de la reunión se queda prendido de una cara con el
correspondiente rasguño, reproches entre hermanos “vos me tiraste el
gato” y el demonio negro y blanco, sin hacerse esperar va a la cara del
que reprocha como diciendo en su majestuosidad: “fui yo o se creen que
no estoy”.

Se alivianan tensiones, todo termina con una carcajada general pero me parece que quien más se rió fue Coco.


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El cuarto estaba en penumbra. Las sillas, acorraladas contra
una
pared, para lograr espacio sobre el parquet de madera lustrada. Y el
silencio abrumador, que sólo se puede comparar con la luna llena que
ilumina un cementerio.

Se habían reunido para una cena casual en la casa de Laura,
nada
especial, simplemente juntarse para poder pasar un rato. Laura, la
anfitriona. Facu y Sol, una parejita de esas perfectas que andan
acaramelados todo el tiempo. Horacio, un tipo grandote de
pocas pero
certeras palabras. Y Gustavo y Silvana, que no eran pareja ni nada por
el estilo, pero compartían esa cosa por lo oculto y arrastraban al resto
cada vez que tenían la ocasión.

Y esta, era perfecta para jugar a “ese juego”, como lo titulaban
con énfasis, los demás.

-“Venga, no sean así, que no va a pasar nada” decía Gustavo,
mientras acomodaba los papelitos de las letras en forma de círculo.

-“Si
claro, como si no supieras que esto lo único que trae es disgusto y
miedo”, comento Laura un poco fastidiada porque le habían corrido todos
los muebles de lugar.

-“Uy, que cabreo tenemos… dale que es por un rato nomás,
después te ponemos todo en su lugar, siiii?” Silvana, se le había casi colgado
del brazo mientras le suplicaba con su mejor cara de cordero degollado.


-“Uff, esta bien, pero no se van sin ordenar todo, ¿vale?


-“¡Siii!” contestaron a coro, Gus y Silvana.


Estaba todo dispuesto, cada letra y número en su lugar y las
palabras
“si” y “no” en el suyo como manda el juego… Entonces, Gustavo con la
copa en la mano, miro para el sillón y llamó a los tortolitos a que se
unieran a la ronda en el piso.

-“Hey, vamos suelten que no se acaba el mundo… pero la noche
si y todavía tienen mucho para estar uno encima del otro…”

-“Eso, soltala que no vuela…” agregó Silvana.

-“Ta Tá, ya vamos…” contestó Facu medio irritado porque lo
habían desconcentrado, -“¿en serio quieren jugar a esto?”

-“Si obvio, ¿sino para que me gaste con tanto papelito?”,
dijo Silvana.

-“Ok ok, vamos amor, así les damos el gusto y después nos
tomamos el buque…”, le dijo Facu a Sol, quién solo atino a sonreírle con tanta dulzura que daba asco.

Se sentaron alrededor del círculo, entonces Gustavo colocó
la copa invertida en el centro.

-“Recuerden, los dedos sobre la copa, pero sin tocarla”,
dijo a sus amigos en un susurro calculado.

-“Estúpido”, le espeto Laura. Gustavo la miró con una
sonrisa de lado y no dijo nada. –


-“No hace falta que metas miedo”, agregó ella.


Se hizo silencio, todos acomodados extendieron sus brazos y
sin tocar la base de la copa colocaron allí dos dedos cada uno.

-“Espíritus del más allá, háganse presentes, los invocamos
esta noche porque deseamos preguntar”, recito solemnemente Silvana, -“Si alguno esta presente, que nos de una señal.”

En ese instante Laura, le clavó la mirada a Gustavo, ambos
sin
saberlo habían tenido la misma sensación, como si algo los hubiera
rozado por la espalda, frio como el hielo. En ese instante la copa se
comenzó a deslizar sobre la madera y fue directamente a la palabra “si”

-“¿Quién eres?” preguntó Silvana.

Nada. Todo en silencio y la copa sin moverse para ninguna
parte.

-“¿Quién eres?” volvió a preguntar Silvana.

Un silencio se apoderó de la habitación y al momento la copa
se comenzó a deletrear. E… L… C… H… I… N… O. El silencio fue aún mayor, todos se miraron de golpe, pálidos como el papel.

-“¿Martín?”, pregunto entonces Silvana que llevaba la voz cantante esta noche.

Y nuevamente la copa se deslizo despacio. S… I… B… O… L… U…
D… A.

Una respuesta digna del Chino Martín. Un muchacho flaco de
gafas
gruesas y pinta de nerd titulado. De menos palabras que Horacio, lo
cual ya era bastante decir y una actitud que no se prestaba a la
compañía. Pero ellos lo habían aceptado a pesar de todo. Hasta ese día,
cuando todo ocurrió. Y ninguno estuvo para ayudarlo.

Laura, de golpe quito los dedos de la base de la copa y se retiró un poco del circulo asustada.

La copa entonces comenzó a deslizarse y la oración fue escribiéndose.

-“¿Tenés miedo Laura?”

-“¡¡¡YO NO TUVE LA CULPA!!!”, grito Laura al mismísimo techo.

-“No del todo” se deslizo del paso de la copa por las letras.
“Pero cada uno sabe lo que no hizo”

-“Y que queres que hiciéramos, no queríamos que pasara lo
que pasó”, agregó Facu mirando al cielo raso, -“son todos unos boludos, miren lo que hicieron, nos jodimos la noche ahora”

-“¡Para man!” le contestó Gustavo, -“Calmate, podemos hablar
con él”

Pero el Chino no se hizo esperar. “Justo vos pelandrún, que
me dejaste solo a la primera”

Gustavo entendió en ese instante que la cosa se estaba poniendo
fea, el chino no había venido con buenas intenciones y era momento de cortar el juego.

Miró a Silvana y le cerró los ojos con una bajada de cabeza,
señal acordada entre ellos.

Pero la copa no se quedo quieta y rápidamente se deslizo al
NO.

Todos sacaron los dedos al instante y cuando Silvana estaba
por darla vuelta para hacer el conjuro de cierre, la copa salió disparada por los aires.

Esa noche, el Chino no se fue solo. En el parquet de la casa
de Laura, una mancha roja marcaba el comienzo de una venganza.

Y
bajo la luz de la luna llena que entraba por la ventana, Gustavo había
quedado sentado contra la pared. Con una copa rota clavada en su sien,
como si le hubieran metido un balazo.


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Aquí os dejo dos textos más para leer.


LA PARED QUE MIRA AL MAR

Un sueño es el desarrollo de una conducta personal
ejecutada en un plano diferente de la conciencia;
un acto realizado en un lugar cuya existencia real nadie,
que esté en su sano juicio, puede llamar irreal.

El rey negro y blanco que gobierna este tablero, o país como algunos prefieren llamarlo, se cansó de la música pop que sale de su ropero.
Por eso ordenó la construcción de un puente que una la tierra con el cielo.
Es dudoso que lo use porque sufre de vértigo.
Así que sólo esperamos que suba unos pocos escalones para alejarse del sonido.
El encargue es ciclópeo, lo sabemos, pero propio de su majestad, toda vez que su siesta es interrumpida. A la fecha, contamos con veintinueve puentes similares.
No nos disgusta complacerlo. Lo tomamos como una misión imperial de carácter lúdico y mágico que, alguna vez, esperamos llegar a comprender y a aprovechar.
Por ahora, construimos.
Pero no todos.
Hay siete aguardando que zarpe el barco, fabricado por ellos mismos con corchos y botellas de plástico, que los llevará muy lejos de aquí.
Son los que, sentados sobre la cubierta, confiados en que el viento soplará fuerte y desplegará las velas, aturden al rey cantando música pop detrás del ropero apoyado sobre la pared que mira al mar.

Daniel Adrián Madeiro
Copyright © Daniel Adrián Madeiro.
Todos los derechos reservados para el autor.


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René Rodríguez_vasquez
Los esqueletos de los campesinos
En San Mateo


La ex hacienda de San Mateo, se ubicó en la población de San Mateo Tecoloapan del Municipio de Atizapán de Zaragoza en el Estado de México, como a 20 kilómetros al noroeste del distrito federal Capital de la República Mexicana. Esta hacienda como todas las demás nacieron por el año de 1550 aproximadamente donde fueron los españoles sus primeros dueños. Primeramente los “cascos” de las haciendas fueron de tepetate y adobe (Materiales extraídos de la tierra), pero con el tiempo se construyó una enorme casona donde los lujos que se dieron sus antiguos dueños fueron por demás extravagantes. En esas tierras se cultivó maíz, trigo frijol y algunas hortalizas, sin dejar de pensar en la producción de leche, esta hacienda fue similar a la hacienda de Santa Mónica (una de las haciendas mas importantes durante la colonia) pero con la diferencia de que en ésta última tenía su molino para moler el trigo. Entre otras habitaciones esta hacienda de San Mateo durante el porfiriato (1876-1911) tuvo su famosa tienda de raya, ubicada a un costado del casco en la parte sur y frente al camino de San Mateo – Atizapán, cuya entrada estaba en la parte interna. Cerca de la casona había un gran árbol donde la tradición oral dice que eran castigados los peones (trabajadores) que solían rebelarse a los dueños o que trataban de escapar de la hacienda para refugiarse en las montañas cercanas y por lo menos tener un poco mas de libertad tanto para ellos como para su hijos. Una vez capturados eran regresados a las haciendas para ser azotados por los guardias al servicio de los hacendados (durante la colonia (1521-1821) y por la guardia rural durante el porfiriaro (1876-1911). Los que rescindían eran llevados por los guardias al patio central de la hacienda, eran amarrados de un palo, ya fuera abrazando al palo ó con las manos en alto, pero en los dos casos amarradas de las manos, por lo regular les pegaban con un látigo, les daban 50 golpes en la espalda, algunos morían durante el castigo y los que sobrevivían los colgaban (ahorcaban) de los árboles. Por el año de 1919 una vez terminado el proceso de la revolución mexicana viene la repartición de tierras a los peones que ahí laboraban y a los habitantes del Pueblo de San Mateo Tecoloapan Atizapán les tocó parte de la repartición agraria.

Desde instaurada la colonia en México por la corona española, se le agrega el epónimo de San Mateo al Nombre Tecoloapan, nombre nahuatl con que se le conocía a esta región quedando desde 1526 como San Mateo Tecoloapan, a partir de esos años y hasta la fecha se celebran las fiestas patronales de la comunidad los días 21 de septiembre de cada año.

Mucha gente de diferentes partes acuden a las celebraciones de “San Mateo”, algunas llegaban del distrito federal, otras de los pueblos cercanos como era el mismo Atizapán. Durante los años treintas (1930 -1939), la gente de Atizapán que solía ir a las fiestas de San Mateo en 21 de septiembre, caminaban por el viejo camino San Mateo - Atizapán, vereda de escasos dos metros llena de magueyes por ambos lados, pero era el único camino para unir las dos poblaciones.

Las fiestas terminaban ya de noche y los pobladores de atizapán regresaban a sus casas, por lo regular sobre el camino y frente al casco de la hacienda de San Mateo veían unas seis o siete personas adultas vestidas con ropa de manta, huaraches, sombrero de pico, -el típico de los revolucionarios- que les impedía verles las caras, estas personas estaban abajo del gran árbol cercano a edificio de la hacienda, sentados alrededor de una fogata, pereciera que estaban tomando café y como si platicaran, pero curiosamente no hacían ruido, en ocasiones alguno de esos personajes se veía como caminaba a un lugar mas oscuro, como si fuera hacer del baño para luego regresar, solo se veía la figura en la oscuridad del clásico campesino y no causaba extrañeza por que aun en esa época la gente así vestía. La gente al pasar por ahí les saludaba con un: Buenas noches o un buenos días por ser de madrugada, pero sin recibir respuesta alguna.

Cada año pasaba el mismo episodio, creyendo los caminantes que iban para Atizapán que esas gentes celebraban las fiestas del “Santo patrono San Mateo” pues siempre se repetía el episodio de la noche del 21 de septiembre para amanecer el 22.

Un día “don Rodolfo” vecino de Barrio norte le entró la curiosidad de ver a estas personas, se acercó y saludó a los personajes que ahí estaban, al parecer iba con la intención de ver o hacer amistades, pero al acercarse vio a los campesinos que levantaban la cara mirándolo fijamente y vio en ellos que eran puros esqueletos, la cara, manos y pies puro hueso, sintió Don Rodolfo que el cuerpo se le enchinó, salió corriendo tras de sus acompañantes que habían adelantado su paso rumbo a atizapán, les contó lo sucedido, pero nadie le creyó. Don Rodolfo a partir de entonces empezó a bajar de peso y tiempo después murió. Nos dice la leyenda que aun por 1950 ó 1953 esas personas aun se veían en la fogata hasta que derribaron el viejo árbol, no se volvieron a ver los esqueletos de los campesinos.

Extraña experiencia:
El cuento tal cual se pide y con la característica prolijidad del autor para que nada quede sin cerrar.

La copa del “Chino”:
Desde lo coloquial, el temido juego y una sorpresiva venganza: ¿cómo murió el “Chino”?

Dicen que los gatos:
La socarrona y particular mirada de la autora a lo cotidiano.

La pared que mira al mar:
Emblemático, para disfrutar desentrañándolo.

Los esqueletos de los campesinos en San Mateo:
Un artículo que nos permite comprender perfectamente el por qué de la leyenda.

Gracias Antifaz por tu análisis de cada uno de los relatos que nos han dejado los amigos. Pero hay más y aquí están:





Rabinadrath Mohandas Gómez era un ser profundamente sensible, meditativo y muy familiar con la exploración de los caminos de reflexión introspectiva. Esto, a pesar de su mundano diploma universitario en medicina especializada. Esa parte contemplativa de su idiosincrasia, estaba seguro, le venía del lado de Sahira, su pequeña y oscura madre hindú, de enormes, abismales ojos negros, callada y poseedora de una enorme espiritualidad. De su padre, Baldomero Epifanio Gómez, carnicero en el mercadito de la barriada del bajo y de costumbres arraigadamente prosaicas, sólo había heredado algunas malas mañas.

De todas formas, el Dr. Gómez, a su manera, había sido un privilegiado al poder experimentar muy tempranamente las más sublimes experiencias místicas. De niño, aprendió el elusivo arte de la paciencia, con largos períodos de meditación sobre la verdadera escencia de su alma, ya que su cenicienta personalidad y frágil contextura corporal no conjugaban bien con los rudos juegos de varones, ni tampoco, dicho sea de paso, con los espejos. Las niñas, renuentes a la posibilidad de contacto por su tez oscura, su cabello lacio, azabache e indomable y sus rasgos demasiado
angulosos, curiosamnete cónicos, como los de un roedor, tampoco le prestaban demasiada atención.


Pudo conocer la inigualable sensación de etérea liviandad de su ser físico flotando brevemente sobre el aire, una especie de levitación
involuntaria, cuando la básica tosquedad de su padre quedara al descubierto debido a su carácter hosco, más bien tirando a podrido, que lo hacía proclive a levantarlo en peso de un patadón por cualquier chiquilinada que llegase a inflamar su gran intolerancia.


Fue capaz de percibir de primera mano, con su propia visión exaltada, la luz al final de un túnel de negrura absoluta y
rancia fetidez, cuando su hermano mayor, Petunioh Brahmaputra Gómez, bromista práctico de los pesados, lo encerró con un malévolo ardid casi toda una tarde en un pozo séptico recientemente vaciado por uno de los camiones atmosféricos
de El Gavilán.

Llegó a formarse una idea bastante aproximada de la agridulce satisfacción alcanzada a través de la práctica ascética de dormir
regularmente sobre un lecho de clavos, porque el colchón de su camastro estaba relleno con paja seca y dura, con unos canutos más resistentes que la gastada tela de su cobertura, la cual estos atravesaban rauda, libre y puntiagudamente.

También supo anteponer las vitales necesidades del alma por sobre las urgencias del cuerpo, al priorizar el ejercicio kármico
del ayuno prolongado. Para lo cual contribuyó en gran manera su caprichoso disgusto por una amplia gama de alimentos que jamás había probado, pero que se le antojaban asquerosos, y de los cuales se deshacía con refinado disimulo y habilidad con el auxilio de la servilleta, para regocijo de Vishnu, el perro de la familia, siempre atento.

Todas aquellas experiencias, aún si habían servido para enriquecer la dedicación a su devota espiritualidad, ahora pertenecían
al lejano mundo de la niñez. Su misticismo se fue consolidando por propia vocación, año tras año, peldaño tras peldaño, en la infinita escala hacia la sabiduría y la comprensión del todo universal.

El presente supo encontrar a Rabinadrath, como a la mayoría de los mortales, en una clara contienda ante la eterna controversia de los polos opuestos: Por un lado, el ejercicio diario de una simple
profesión para poder ganarse el sustento. Por el otro, la ávida necesidad de completarse a sí mismo mediante el arduo, propio conocimiento espiritual interior.

Afortunadamente y quizás a modo de justo premio por su fiel devoción manifiesta, la divina providencia concedió al Dr. Gomez el
discernimiento necesario para amalgamar ambas tareas de relevancia imprescindible.

Examinaba a sus pacientes concentrándose exclusivamente en su interpretación secular del chakra del tercer ojo. Muy rara vez fallaba en sus diagnósticos.

Aquella tarde, como tantas otras, al terminar su largo día de práctica médica, Rabinadrath no pudo sino sentirse pleno de
orgullo por el justo equilibrio alcanzado. Al cerrar con un dulce cansancio la puerta de su consultorio, releyó en un susurro inaudible y con un entusiasmo similar al de la primera vez, la inscripción grabada sobre la placa de bronce pulido:
“Dr. Rabinadrath M. Gómez – Proctólogo”.

(Fobio)

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Aquella casa tenía un aspecto normal, viéndola a simple vista. Una casa demasiado común que no llamaba la atención, dos sauces
custodiaban la entrada, sus ramas a modo de cortina impedían ver la fachada.


Un hibisco de flores rosadas adornaba la entrada y un jazmín
aromatizaba las noches de verano.

Cuando Enirac traspasaba la cortina de sauces parecía que se
transportaba a otra dimensión, los aromas, los colores, los sonidos y todo lo que allí ocurría era muy diferente al mundo que acababa de dejar atrás.


Al entrar a su casa, se debía pasar forzosamente por debajo de un atrapasueños modificado a su antojo, que según ella no atrapaba sueños si no todo lo contrario, quitaba las preocupaciones, las tristezas, los miedos y todo aquellas emociones negativas
que impiden a las personas vivir la vida plenamente y, mediante un mecanismo que no se preocupó demasiado en idear cómo funcionaba, transformaba todo eso en energía positiva, en
seguridad, ganas de vivir y crear, de tal forma que la persona al irse, volvería a pasar por debajo del devuelvesueños y éste depositaría en su cuerpo las ganas de vivir y la sensación de ser amado y muy feliz.

Yo, nunca había pasado por debajo de tal objeto así que no
podía dar fe de ello, pero Enirac estaba convencida que así funcionaba. Yo, la miraba incrédula y pensaba para mis adentros, “qué fantasiosa es esta niña, por Dios!!”

Lo que sí podía decir es, que su casa estaba llena de plantas de un
verde muy intenso que se alegraban mucho de verla, (esa era la impresión que me daba), porque ella no solo las riega y pone al sol, si no que les pone una música hermosa que deleita el oído de
los elementales que moran en cada una de ellas. Y en las noches de luna llena, es cuando salen todos y se unen para danzar al ritmo de una exquisita melodía e invitan a Enirac que con mucho gusto se une a ellos, ya libre de todas las cosas que le pudieran haber afectado del mundo real, tan solo por haber pasado por debajo del devuelvesueños.

Es que, según la niña, una energía especial los envuelve y ella deja
de ser la Enirac que todos conocen, para convertirse en una con todo lo que la rodea, una con las plantas, los animales y la Tierra toda. Puede percibir los olores y las texturas de las entrañas de
la tierra y elevarse por los cielos jugando entre las nubes como si fuera un ave, o sumergirse en las profundidades del mar para acariciar a los delfines que también parecen unirse a su danza.

Y así fue cómo una noche, me uní a su danzar de luces y esferas de colores y supe de hadas y duendes y supe de los guardianes de cada planta, de cada árbol y supe del canto de los ángeles y hasta supe del canto de los cetáceos…

Y ya nunca más…nunca más, volví a ser quien era. Hoy he
aprendido de la magia de Enirac quien me enseñara tanto de los secretos de la naturaleza y de nuestra madre Tierra. Doy fe que esto es así.

Hoy he encontrado el poder de la alquimia y tengo la esperanza, según dice Enirac, que en poco tiempo todos los humanos
alcancemos el poder de la magia.


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Es de mañana temprano, ha llovido y la calle brilla. Estoy
sacando la camioneta en reversa para ir a trabajar. Por el retrovisor veo que por la vereda viene Silvia empujando el cochecito de su bebé. Me mira, la miro, pero no lo podemos evitar. ¡La camioneta sólo se detiene cuando aplasta al cochecito!

¿Qué te pasa?, me pregunta mi esposa encendiendo la luz.
Estoy fuera de la cama mirando hacia donde debería estar la desgracia. Sudo, tiemblo; le explico y me explico. ¡Una pesadilla, un sueño horrible!

Ocurrió en la madrugada de un miércoles y estuve todo el día
alterado por lo vívida que fue la pesadilla, hasta mi esposa se dio cuenta cuando regresé. No suelo tener sueños así; es más, casi nunca me acuerdo de lo que soñé; creo que por eso me impactó tanto.

Ya lo había superado. Incluso cuando el viernes de la siguiente semana llovió durante todo el día, no sospeché nada. Recién el
sábado, al ver la calle, tuve un escalofrío; ¡era el mismo escenario de mi pesadilla!

Encendí la camioneta y me quedé esperando más de lo debido.
Puse reversa con cuidado y… ¡por la vereda venía Silvia empujando el cochecito de su bebé! Clavé el freno, la miré, me miró, y soltó un grito desgarrador que me congeló la sangre.

Puse el freno de mano, apagué el motor y me bajé temblando.
Aún faltaba un metro para que la camioneta cruzara la vereda y ella tampoco estaba en la senda del garaje, la visibilidad era muy buena y no había ningún motivo para que gritara.

Me acerqué despacio. El bebé lloraba desaforadamente pero parecía bien, ella temblaba sin quitarme la vista de encima. Desde la esquina, el diariero nos miraba extrañado.

-¿Qué te ocurre? –le pregunté. Tomó al bebé en brazos y lo
acunó nerviosamente. Sonreía sobre sus lágrimas pero conservaba la expresión de espanto.

-¡Perdoname, no sé que fue! –me dijo. La esperé un largo
rato a que se tranquilizara y por fin habló.

-¡No me vas a creer pero esto lo soné! Soñé que en un
momento así, tal como ahora, le pasabas por arriba al… No pudo seguir, volvió a llorar.

Antifaz


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Ya vengo a leer con detenimiento.... Me gusta esto!!!... Felicitaciones a todos quienes han participado...

Subimos mas??
Cómo vamos?...Les gusta?



Suele suceder cada tanto. Un resplandor fuerte ilumina la última pieza de la casa y un fuerte sabor a quemado se instala en todas las gargantas.

Cada tanto, en la noche, cuando el silencio ha invadido todo, algo pone a esa pieza como día, algo que nos deja a cada uno inmóvil en la cama, incapaces de levantarnos a ver que es aquella luz y solo esperando que al cabo de unos minutos todo vuelva a la normalidad.

Hace unos años, una tragedia ocurrió en esa sala. Un hombre solitario, dado al alcohol y a la tristeza, llegó una noche de invierno a su casa.

Prendió la tele, y se sentó en su único sillón de terciopelo bordeaux, encendió un cigarrillo…y nadie supo que sucedió después. Los noticieros informaron que un hombre se durmió con un cigarrillo y murió quemado, los que lo encontramos dudamos que haya sido así.

Las vueltas del destino hizo que hoy habitáramos esa casa, donde cada tanto, en las noches, un resplandor fuerte ilumina la última pieza de la casa y un fuerte sabor a quemado se instala en todas las gargantas
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Afuera, el invierno llenaba las calles de nieve, adentro de la casa el hogar ardía como nunca, en la cocina, Susana preparaba una deliciosa comida casera para las personas que de un momento a otro llegarían.

Era el cumpleaños de Rodrigo y su esposa Susana, quería darle una sorpresa invitando, sin que él lo supiera a tres matrimonios amigos con los cuales solían reunirse los fines de semana.

Rodrigo aún no había llegado pero Susana tenía todo preparado, la carne, la salsa para los ravioles, el postre a base de miel y avellanas, los vinos, uno dulce y otro tinto y hasta había amasado y hecho los ravioles caseros que tanto le gustaban a su esposo lo
único que faltaba era poner a hervir el agua y echar los ravioles pero para eso tendría que esperar a que todos estuvieran presentes.

Antes de que Rodrigo llegara, los amigos ya se encontraban calentándose junto al hogar.

Rodrigo fingió sorpresa al verlos, pero su esposa sabía que al igual que todos los años ya estaba enterado de la supuesta sorpresa.

Después de abrir los regalos, camisas, corbatas y botellas de vino, se sentaron alrededor de la gran mesa del comedor mientras Susana ponía a hervir el agua para echar los ravioles.


Caren, Patricia y Helena ayudaron a Susana a servir mientras que César, Alvaro y Oscar, esperaban impacientes junto a Rodrigo para poder saborear los deliciosos, ravioles ya famosos entre ellos.

Transcurrida la cena todos ayudaron a limpiar los platos y a dejar en orden la cocina, luego regresaron al comedor a tomar café y a charlar.

De pronto, Caren dijo que desde hacía mucho tiempo tenía deseos de jugar a un juego el cual no sabía si sería del agrado de todos pero que de repente, les serviría para pasar un rato ameno y descubrir qué de cierto había sobre lo que se decía de él.

Era el juego de la copa, que consistía en poner una copa en el centro de la mesa, tomarse de las manos y comenzar a hacer preguntas a los espíritus que se encontraran allí.

Todos estuvieron de acuerdo, prendieron velas y apagaron las luces para estar más acorde con la situación, pusieron una copa de cristal sobre la mesa y comenzó la sesión

Se tomaron de las manos y luego de un prolongado silencio Patricia preguntó:

___¿Hay alguien que quiera comunicarse con nosotros? Estamos todos dispuestos a escucharlos.

Los hombres lanzaron algunas disimuladas risitas que hizo que las damas presentes se enojaran y les dijeran al unísono que con esas cosas no se jugaba que no era para reírse.

De pronto, la copa comenzó a girar y a tambalearse, hubo un silencio total luego del cual Helena habló en nombre de todos.

___Quien quiera que se encuentre aquí y quiera decirnos algo, háganoslo saber a través de la copa.

Otro silencio, seguido del ruido que hizo la copa al partirse en cientos de trocitos de cristal.

Los hombres creían que las mujeres lo habían hecho para asustarlos, pero luego de reponer la copa, tres veces, supieron que no era obra de ellas, Susana jamás hubiera roto sus copas de cristal por un simple juego.

El que habló ahora fue César preguntando:
___¿Por qué hacen esto, qué quieren decirnos?

La luz de las velas se apago y sólo quedó la luz del fuego en la chimenea donde seguían ardiendo los troncos.

De pronto, una brisa helada pasó sobre sus cabezas y una voz de ultratumba les habló:
___¿Creen que lo que hacen es broma, que es un simple juego? No les aconsejo que se metan en cosas desconocidas para ustedes, lo sobrenatural existe pero las personas lo toman a broma lo mejor que pueden hacer es desistir de este “juego” que les puede traer serios problemas.

Nadie movía ni un dedo, el miedo se apoderó de todos los presentes pero la voz dejó de sentirse para dar lugar a espantosas carcajadas que las ocho personas apretaron sus manos tan fuerte unas contra otras que se sintieron gritos de dolor-

Álvaro fue el primero en reaccionar y soltó las manos de Susana y de Caren y trató de encender las luces pero éstas seguían apagadas a pesar de todos los esfuerzos hechos por él para prenderlas.

Todos corrieron hacia la cocina dejando el comedor vacío y se refugiaron en ella que era bastante espaciosa.

El hogar se fue apagando de a poco a pesar de que todos le echaban leños a cada rato.

La casa comenzó a helarse y de común acuerdo decidieron dejarla, irse a la casa de alguno de sus amigos o a cualquier otro lugar.

Se abrigaron bien y cuando estaban prontos para salir, la puerta se trancó de tal manera que por más que intentaron romperla, todo fue inútil.

Imposible salir.

Comenzaron a impacientarse y echaron la culpa a Caren por haberles propuesto un juego tan peligroso y del cual ahora no podían salir.

Poco a poco, todos sin excepción comenzaron a discutir, peleándose como enemigos a pesar de lo amigos que eran.

La casa quedó a merced de sombras, todo era oscuridad y temor y sin fuego en la chimenea el frío era casi insoportable, intentaron llamar a alguien por teléfono pero todo inútil, ni uno de los ocho celulares marchaba.

Las mujeres lloraban mientras los hombres cada vez más asustados intentaban romper las ventanas pero todo en vano.

Comenzaron a oírse voces, lamentos y llantos desgarradores además de ver sombras que revoloteaban por toda la casa.

La voz que les habló al principio, volvió a oírse con más énfasis que antes diciéndoles:

___Se los advertí y no me escucharon, lo lamento pero es tarde, ya no pueden escapar de su destino, las sombras reclaman venganza, ustedes las despertaron con su llamado, ellas estaban dormidas y mientras dormimos no sentimos pero al despertar todo vuelve a comenzar para nosotros.

Cada uno de nosotros vivió alguna vez en esta casa y cada uno intentó ese horrible juego del cual no pudimos escapar al igual que ustedes ahora deberán formar parte de nosotros.


Un año estuvo la casa a la venta, los antiguos dueños desaparecieron sin dejar rastro una noche de invierno y al no encontrar parientes a quien dársela, el gobierno decidió venderla para la comunidad.

Los nuevos dueños, una pareja de ancianos, luego de un tiempo de habitarla, cierto día se hicieron esta pregunta:
___¿Qué te parece si jugamos al juego de la copa?

Omenia


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Marcos, un joven bastante agraciado entre las mujeres, tenía cara de niño bueno y sus gafas antes de afearle su expresión, hacían lucir más sus ojos grandes. Tuve la oportunidad de conocerlo junto a sus dos hermanos en una de las tantas fiestas que por esos
años se celebraban con el personal de la oficina donde laboraba.

Fueron pocas las veces que tuvimos para compartir, algunas veces no asistía a las fiestas, pero la impresión que causaba era de un hombre feliz.

Una noche esperábamos la presencia de Marcos quien había prometido asistir. Al llegar sus dos hermanos sin él, le pregunté a su hermano Mario:

-¿Y Marcos por qué no vino?

- Está un poco enfermo pero nada de cuidado.

Pasó un mes y nos llegó a todos la noticia que Marcos lo habían hospitalizado pero no sabíamos exactamente qué era lo que sucedía.

Una noche soñé que entraba a una casa un poco oscura y al lado derecho una escalera que conducía al segundo piso.

Al cerrar la puerta de la casa y al inicio de la grada, escuché una voz que decía “Marcos se murió”, de inmediato miré a Olga, una amiga y compañera de trabajo que bajaba por las escaleras y le transmití la noticia. Me dijo:

-“No puedo ir porque debo viajar hasta el aeropuerto”.

La mañana siguiente preocupada por el sueño pero sin contárselo le dije a Olga:

Nosotras somos ingratas y no hemos ido a visitar a la clínica a Marcos, hagamos todo lo posible por ir la semana próxima. (Era viernes).

Olga dijo: ¡Ay! Sí, vamos…

El lunes siguiente hacia las dos de la tarde llamé a la oficina de Mario para preguntarle cuál era el número de la habitación de la clínica para visitar a Marcos tan pronto saliéramos de trabajar y la secretaria respondió:

-El Dr. Mario no está.

-¿A qué hora lo puedo volver
a llamar?

-El no vendrá ni hoy y supongo que mañana tampoco. ¿Qué se le ofrece?

-Señorita quería preguntar
por la salud de Marcos, el hermano de él.

De inmediato la secretaria me contestó:

-¿Usted no sabe? Marcos se murió y están en el velorio. En cuestión de minutos salen para el cementerio.

-Pero por qué, ¿Qué le sucedió?

-¡Una infección renal lo mató!

Solo atiné a decirle ¡Lo siento, Gracias! Y colgué el auricular.

Sorprendida con la noticia, con mis manos temblando marqué el número de la oficina de Olga para contarle lo sucedido, y saber si podíamos salir inmediatamente para el cementerio. Contestó de manera rápida:

-“No puedo ir, salgo ya mismo para el aeropuerto a recibir a mi mamá que llega de Bogotá”.

Colgué el teléfono y me quedé sin saber que decir, ni que explicación dar…

uf! estàn todos muy buenos!!!

AQUÍ OS DEJO MÁS...


Mi nombre es Amelia Herrera, tengo catorce años. Vivo con mis padres y mi hermano. Mi madre es doctora en el hospital de mi ciudad, Santa María, un pequeño poblado al norte de México. Mi padre es escritor de novelas, suele viajar mucho; pero siempre regresa a casa con entusiasmo y regalos. Mi hermano, Nicolás, es más grande que yo; pero actúa como un niño. Mi familia es muy unida; vivimos en una acogedora casa en las afueras, pintada de color lavanda y con techo de tejas.

Desde pequeña, me gustó el mejor amigo de mi hermano, Santiago, es un chico guapo pero no le gusta hablar mucho; cuando llegas a conocerlo bien es divertido y algo egocéntrico. Santiago y yo, nos hicimos novios hace seis meses, nos llevamos genial, peleamos un poco pero es divertido y nos reconciliamos con un beso. Y ayer, a las quince veintitrés de la tarde, yo morí.

Cuando morí, no vi ninguna luz, no vi mi vida pasar por delante; no vi nada. Solo sentí el golpe del automóvil que me atropelló, y el dolor, el sufrimiento puro y al final la calma; una desesperante calma. Cuando abrí mis ojos, no estaba en el cielo, ni en el infierno; seguía aquí, tirada en la calle.
Quería moverme, pero mi cuerpo no respondía, ya no obedecía más mis órdenes. Vi a mi hermano llegar corriendo, temblaba ligeramente. Cuando extendió su mano para sentir mi pulso las lagrimas bailaban libres por su rostro, y sus brillantes ojos azules; habían perdido su luz. Intentaba sentir mi respiración, pero sabía que jamás iba a encontrarla. Quería gritar, decirle que aun estaba aquí. Pero mis labios no se movían, mi aliento no se colaba por mi boca y ahí lo comprendí. Estaba muerta, y no era ninguna pesadilla o ninguna ilusión. Yo había muerto; y ya no había marcha atrás.

Mi vida no era ningún cuento, no iba a revivir mágicamente, jamás lo haré.
Observé a mi hermano derrumbarse frente a mí. Su cuerpo se convulsionaba, gritaba que no era cierto. Pero su vista no le engañaba, su querida hermanita había muerto.

Después de un tiempo, llegaron mis padres. Mi madre, apenas me vio, se lanzó a comprobar mis signos vitales. Pero no los halló. Cayó de rodillas junto a Nicolás, y gritó; un grito que me desgarró el alma, o lo que me quede de ella. Mi padre, no lo creía, no podía siquiera pensar que su pequeña se había ido.

Con el correr de las horas, llegaron más rostros, taparon mi cuerpo con un cobertor negro. Pero yo seguía viendo, veía a mis vecinos, a conocidos del instituto. Todos horrorizados, y lo peor, es que podía ver el miedo y la angustia en ellos. Esos sentimientos, me apretujaban por dentro.
Lo reconocí enseguida, estaba pálido y caminaba involuntariamente. Su cuerpo, cual títere de madera, se dirigió hasta mi. Pude recordar todo, mi confesión, tiempo después la suya. El primer beso, y los que le siguieron.
Y cuando volví a mirarlo, no vi nada, absolutamente nada. Sus orbes negros, eran vacío puro.

A los tres días de mi muerte, fue el funeral. La policía descubrió que un infeliz pasado de copas me había arrollado. No pensé en él, en atormentarlo, en hacerle sufrir lo que sentí. Yo estaba muerta, pero me movía por el mundo de los vivos como una más. Así de simple, como una manzana que cae, una mariposa que aletea.


Yo morí, y mi vida se acabó ahí. Pero para los demás, no fue tan fácil. Para mi tampoco lo fue, yo vi todo, como cada una de las personas importantes para mi me lloraba, como se apagaban por mi culpa. Al poco tiempo, descubrí que ya no podía sentir, ni dolor, ni felicidad.

El día de mi entierro, mi madre vestía un traje negro y un sombrero de ala, mi padre una camisa y un pantalón, ambos negros y mi hermano; mi hermano vestía unos jeans azules y una camisa naranja, porque sabía que eso es lo que yo hubiera querido, que no dejara de ser él, por mi. Mi novio también asistió, con un impecable traje negro, una flor del más vivo rosa en la solapa, porque sabía que eso le recordaba a mí. Verlos allí, fue para mi devastador y, aunque ya no podía sentir la angustia en mi pecho; juro que de verdad estaba sufriendo.

Los meses siguientes, todos entraron en el periodo de aceptación. Mi madre, no pudo sostenerse sola y cayó en el alcohol, pero mi padre le ayudó a superarlo. Ella solía entrar a mi habitación todas las tardes; susurraba mi nombre y se sentaba en mi cama, me contaba un cuento, como sabiendo que aún seguía allí. Mi hermano se encerró en su habitación, pero al pasar el tiempo, fue saliendo, recobrando esa vitalidad que lo caracterizaba; pero todas las noches pensaba en mi, lo se; podía ver una lagrimas solitaria resbalar por su mejilla antes de dormir.

Para mi padre, todo fue peor; el sostenía a mi familia; pero por dentro estaba roto, después de todo, para un padre su hija es su vida; y el la había perdido.
Mi familia lo superó y mi novio también. Pasó varios días en trance, hasta que reaccionó, decidió que era hora de levantarse y vivir por mi lo que yo no podría; sacó a mi hermano de su represión y todos los días iba la acantilado en el que me declaré, y me dejaba una rosa blanca, para recordarme de que aunque siguieran sin mi, jamás me iban a olvidar.

Aprendí que, aunque les doliera, debían continuar. Porque la vida seguía sin mi en el camino; muchos quedaban, pero los que podían caminar; debían hacerlo. Aun sigo aquí, y cuento mi historia, porque yo, Amelia Herrera, morí cuándo no debía morir.



Para todos aquellos que ya no están, pero deberían estar.

Nina Black

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Vivíamos en Mar del Plata, estábamos disfrutando de las vacaciones de invierno en casa de mi amiga Bibiana, en Villa Cura Brochero, Córdoba, cuando al acercarme un mate dulce me dijo:
-¿Sabès donde pueden ir a pasear el día de hoy?
-¿A dónde?- preguntè.
-A un lugar llamado La Toma, pasando Mina Clavero. En esta época pueden caminar por el lecho del río, pueden llevarse unos sándwich, pizza, o lleven la parrilla y hacen asado- me dijo entusiasmada.
La idea nos pareció buena. Preparamos las cosas, invitamos a Betiana, la hija de Bibi, para que vaya con nosotros y aceptò gustosa, ella y mis hijos, Fiorella y Guy, son muy amigos por tener, relativamente, la misma edad.

A Villa Cura Brochero la separa de Mina Clavero, un puente sobre el río Panaholma. Cruzamos el puente, llegamos a la pequeña y ciudad turística, fuimos a una pizzería y compramos dos grandes de muzzarella y dos gaseosas. Preguntamos a un taxista que camino debíamos tomar y luego de un par de curvas y contra curvas llegamos a ese lugar que, a golpe de vista, nos pareciò de una belleza singular. Allí, en verano, funciona un camping que se llena de turistas deseosos de refrescarse en las transparentes aguas del río. A sus orillas hay decenas de sauces llorones y algunos álamos que en temporada brindan sombra a los visitantes. Bajamos al lecho del río, acomodamos las cosas sobre una gran roca y emprendimos la caminata por el cause hacia el naciente. Las nenas comenzaron a juntar piedras. Guy corría hacia un puente colgante. Juan Carlos se detuvo en medio del lecho a observar todo a su alrededor, y yo simplemente caminaba sola, tratando de conectarme a la naturaleza aprovechando el aire puro y el sol radiante.
Quedè tan compenetrada con la naturaleza viendo la grandeza de la creación, que me olvidé de todos. Le pedí un regalo al rìo, que corría con un caudal muy escaso, tanto que su ancho no superaba los veinte centímetros. Seguí caminando, de repente algo me dijo que me diera vuelta y lleve la mirada hacia un lugar, allá había una piedra totalmente diferente a las demás, oscura, sin pulir. No dudé de que el Panaholma había escuchado mi pedido, entonces no titubeé en levantarla. Cerré los ojos para sentir con mis manos, cada granito que la componía y mi piedra me brindaba su energía.
Después de unos minutos de estar allá con mi regalo del río, decidí unirme al grupo, cada uno estaba en un lugar diferente; los busqué con la mirada. Fiorella y Betiana ¡seguían juntando piedras! Mi esposo estaba con nuestra bebé, Violeta, sobre el puente colgante tomando fotos desde lo alto. Guy caminaba por la orilla, arriba, y estaba de pié justo al lado de una capillita la cual tenia un ramillete de flores plásticas y los restos de varias velas que habían sido encendidas ya hacía tiempo.
Aquí, en el norte argentino, cuando muere una persona en un accidente, se levanta una capillita en el lugar del hecho, es por ello que mis pensamientos se fueron a suponer que sería lo que había ocurrido. Quizás alguien se habría ahogado, o quizás había caído al río seco, eso me hizo temer un accidente, entonces decidí no dar mas crédito al asunto. Di la vuelta y me dirigí al lugar donde dejamos las cosas para guardar mi piedra y de repente sentí que alguien caminaba a mi lado, supuse que era mi hija, giré la cabeza a mi izquierda para hablarle. Al mirar a mi lado vi, por dos o tres segundos, la imagen transparente de una joven mujer caminando a la par mía. Vestía una túnica y manto blancos y su bello rostro dirigía la mirada al suelo. Una poderosa energía me puso en un estado mágico, me sentía como si caminara en el aire. La imagen desapareció y mis ojos se llenaron de lágrimas. Seguí caminando un par de metros más y otra vez la misma sensación de una presencia. Volví a girar la cabeza y otra vez, la misma joven caminando a mi lado. Ya no había dudas, alguien quería comunicarse conmigo, supuse que sería el ser de la capillita.
Llegué hasta la piedra grande, me senté en ella, cerré los ojos, inspiré en profundidad, contuve el aire y lo solté suavemente. Ya mas calma y relajada, siempre con los ojos cerrados, pregunté “¿quien eres?”, y pude ver claramente en mi mente “La Virgen”, no puedo expresar en palabras lo que sentí en ese momento. Pregunté otra vez “¿Qué deseas?” y me mostró una imagen mía, una semana atrás cuando había ido a la provincia de Tucumán a ver el campo donde hoy vivimos, en la casa de una vecina, ella me mostró una imagen de la Virgen tallada en madera que data de 1817, y ante su rostro orgulloso de poseer la imagen, yo le respondí “¡A sí! Mucha gente cree en la Virgen. Yo creo en ella, pero creo que no está ahí, yo creo que està en el cielo”. Y a continuación vi la frase “no hay conciencia”.
Quedè ensimismada casi por completo durante dos dìas, hasta que pude contàrselo a mi esposo en medio de un tendal de làgrimas.

Al llegar a Mar del Plata, fuì a casa de mi amiga Graciela y ella canalizò para mì, un mensaje de la Virgen, que decìa algo asì “Debes tomar conciencia de la co creación. Yo estoy donde mis hijos deseen verme y sentirme” o sea que nuestra madre estaba allì, en esa antigua imagen para todos sus fieles. Luego me dijo que “esas tierras estàn guardadas para tì y tu familia. Allì està tu labor, tu misiòn”.
Ya no habìa dudas, debìamos mudarnos a Tucumàn.
Busquè en una santerìa la imagen que vì en Còrdoba, es la Virgen de La Medalla Milagrosa que hoy nos cuida y protege.

Graciela Juarez

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Erase una vez un niño grande envuelto en un cuerpo chico. Un niño triste que no jugaba con otros niños chicos. Era un niño que tenía unos padres grandes y unos grandes hermanos curtidos en la rudeza de una mísera existencia.
Era un niño triste, asustadizo desprovisto de todo vestigio de calor y color al que los fantasmas acudían a visitarle cuando las sombras se adueñaban de su pequeño mundo tomando formas irregulares y caprichosas que le hacían temblar de frío en las noches más oscuras y tenebrosas, y en las calurosas de veranos de sofocante, pegajoso e insoportable calor.

Era un niño de tez cetrina, ojos grises, manos largas de huesos finos y delgados como las piernas que sostenían su cuerpo enjuto y seco, como el de los difuntos, cuyos espíritus se agolpaban entre las cuatro paredes destartaladas del cuarto y donde ánimas suplicantes esperaban, inquietas, renqueantes, desorientadas, dubitativas, incoloras, tenues, desesperadas, la llegada de un destino incierto a quizá ninguna parte.

Todas las noches recibía las visitas molestas e inoportunas de almas en pena que transitaban susurrándole en los oídos peticiones que su mente aún no podía procesar con suficiente claridad, bloqueando su cerebro con sus incesantes demandas de auxilio, toqueteos babosos, miradas perdidas e ininteligibles plegarias.

Era un niño callado, taciturno, parapetado en su mundo interior, que se levantaba un día tras otro tan cansado como se había acostado y que ese cansancio se transmitía por la casa presagiando desgracias a esa familia triste, que convivía con la muerte con la misma naturalidad con que discurría sus devaneos con la vida.

Era un niño de edad indefinida que no había tenido principio ni conocía cuando sería su fin. Que había sido llamado para desarrollar la labor encomendada sin saber por qué ni quién le había elegido. Sólo tenía consciencia de que cuando ya se había desvanecido el último rayo de sol, una puerta imaginaria se abría y la muerte sin mediar palabra iba dejando paso a uno, dos, tres, cuatro, cinco, tal vez más personajes carentes de identidad y que como fardos los depositaba para acto seguido desaparecer tras cerrar cuidadosamente la portezuela que se abriría la noche siguiente.

A continuación uno a uno iba traspasando su cuerpo mientras él cerraba los ojos y sentía como se desplazaban para, en pocos instantes, desaparecer y volver a sentirse vacío.
Y es que al igual que en la mitología, un barquero era el encargado de transportar a los difuntos de una orilla a otra, él era el encargado de que a través de su cuerpo estas ánimas atravesasen la frontera que separaba el último tramo terrenal con el infinito. El era el filtro por el que o bien continuaban hacia la luz de o se condenaban a vagar por el mundo arrastrando las cadenas de la pena y de la nada como invisibles muertos vivientes.
Era el juez de la criba. El elegido de entre los elegidos.
Y el eterno cansado de asumir esa responsabilidad que agotaba su cuerpo chico y su mente grande.
Y el suplicante de una justicia que le liberase de tal tormento.

Hasta que un día cualquiera, tan anodino, la dama fría de guadaña afilada y capa larga negra y provista de una capucha que ocultaba en su totalidad su rostro, vino a buscarle. Y le conminó a que le siguiera, y formó parte de una fila de semblantes tétricos que contrastaban con el suyo feliz. Y le abrieron otra puerta bien distinta. Y penetró en otra habitación destartalada que no conocía, Y una niña grande de cuerpo chico, le abrazó con sus manos delgadas haciéndole penetrar por su cuerpo enjuto hasta traspasarlo y divisar una luz blanca allá en el fondo hacia donde unos seres celestes, radiantes, le llevaban en volandas.

Al día siguiente con los primeros rayos de sol, cuando despunta la mañana, sus padres lo encontraron muerto sobre su camastro de sábanas arrugadas.

Y colorín colorado ten cuidado, mucho cuidado cuando te abracen, sobre todo, si es un niño chico de rostro etéreo, de manos delgadas, y de mirada triste, angustiada y melancólica.

Como cada relato tiene el nombre de su autor, sería interesante que nos dijeran
si se trata de una historia real o ficticia.

En el caso de Mateo, él agregó al título: "historia real".
También lo es el caso de Graciela Juarez.

Y recuerden (a los demás miembros del portal que se acercan) que aún hay
tiempo para participar de esta convocatoria.
Han enviado muy buenos trabajos todos.

Un abrazo a todos!

¿Quién es el autor/a de "El devuelve sueños de Enirac
(águila espectral azul)"?

Sí, Federico.
Aguila Espectral Azul es la autora.
Y según me ha dicho, tiene mucho de real.
La magia existe.

Un abrazo!!

Continuamos con mas? :





Ellos están aquí al acecho esperando que los recuerdes...

Será un pensamiento inadecuado y el momento preciso
que los harán germinar en cada rincón que recorras. Cuando los rieguen
tus miedos entonces sucederá... llegarán a tu vida.

Sucederá cuando el sol deje su rastro de sangre en el
oscuro y estremecido horizonte .Se harán presentes en un
simple parpadeo, imperceptibles para algunos, terroríficamente reales para
otros, mientras cae la noche desdoblando sus ávidos tentáculos...


Estoy situada en mi habitación con un libro
sostenido entre mis manos, hasta que de pronto algo llama mi atención...los
múltiples rostros de los posters colgados en las paredes parecen decirme
"-Mírame a los ojos, deja ese libro...te lo ordeno ¡¡¡Mírame!!- y comienza
el maldito encantamiento... veo sus rostros que parecen cambiar de expresión. Sus
miradas me siguen, taladran mis párpados...intento convencerme que nada sucede que solo son simples imágenes de mis artistas, cantantes y grupos
favoritos desde la pared azul de mi cuarto, pero la intranquilidad me va
ganando territorio hasta que de pronto soy una madeja de miedos inconcebibles, disparatados. De ellos se alimentan, más miedo sientes, más crecen, son mala hierba en tierra fértil.

Preparan el escenario justo antes de apagar la luz para manifestarse en plenitud...y se hace la oscuridad. Tapo mi cabeza cierro fuertemente los ojos apretándolos hasta los límites de lo imposible, pero me
llaman aún desde un silencio absoluto...me conducen a ellos utilizando el hilo
de mi morbosa curiosidad. Esperan pacientemente el momento justo en que
entornaré suavemente mis ojos intentando verlos...Tejen sus
telarañas a mi alrededor y allí están sus miradas inyectadas de un rojo
desgarrador impregnados de maldad y ferocidad contenida. Sus garras de un blanco lívido, transparente, acariciando mi espalda, sus inexistentes pulsaciones, el frío de hielo en el ambiente ,mi sangre congelándose en las venas y la imposibilidad que me crean...La voz que no sale, las palabras que no fluyen, un grito de mi boca que se ausenta sin aviso y un fantasma más uniéndose al festín, el descreimiento de los demás.

Ellos existen y también forman parte de mi lejano universo infantil, en el país de mis adentros y sé que no han muerto aunque haya crecido.

Son pequeños Demonios que he ido creado pacientemente hace mucho tiempo atrás, a los cuales les he dado vida con mi mente fantástica.
Sé que están allí, esperando un pensamiento que los resucite para llegar a grandes pasos a ubicarse en el escenario de mis días y también en el tuyo...

He comenzado a llamarlos como al descuido y están aquí, en estas letras esperando anidar al filo de tus ojos, avivando un pensamiento tuyo, tan solo uno, para apuñalarte por la espalda , para hacer de tus sueños una eterna pesadilla y de tu vida algo parecido a un infierno.

Egregores ¿Los conoces? Si deseas te los presento pero...
no te los recomiendo...

XIMENA RIVAS
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Me senté con el sonido sobre mi cabeza, miré cada rincón esperando ver aquello que irrumpía mi sueño, pero ahí estaba, sola con la oscuridad acaecida sobre cada rincón de la habitación.
Respiré y me paré, me dirigí hasta la cocina, aquel apartamento en el que acaba de llegar era lo suficientemente espacioso para alguien como yo, sin embargo había algo que no lograba convencerme.

Inhalé y exhalé, llené un vaso con agua y me dirigí a mi habitación ya más tranquila, nada pasaría, era solo parte de mi imaginación, de pronto sentí la piel de gallina,
Hacia frio, vi la cortina alzándose por el viento, corrí para cerrar la ventana
y me apoyé de ella respirando, ahora que lo pensaba no recordaba haberle dejado abierta, intenté distraer mi atención, estaba demasiado paranoica, ya era suficiente por hoy.

En aquellos muros damasco sólo recordaba el olor que desprendía,
seguí caminando, el tic tac de reloj me volvía más inquieta y nerviosa, prendí el televisor intentando olvidar el momento, pero era inútil.
Eran más de las cuatro de la madrugada, opté en leer un poco, me dirigí hasta el living y miré al sentir rosear mis brazo izquierdo, sentía escalofríos, y no pude evitar lanzar un grito ensordecido, esto me estaba asustando, respiré todavía mas agitada, esta vez intentaría dormir un poco.

Otra vez caminé a mi habitación, pero cuando intenté recostarme una silueta vieja me hizo gritar de pánico, me agarró la muñeca con brusquedad y desesperada me separé de aquello.

Corrí hasta la puerta de entrada, sólo deseaba huir, pero la puerta extrañamente se encontraba atascada,
Empecé a golpear desesperadamente. La angustia y el miedo era tal que era incapaz de gritar y sólo me lancé a llorar como una niñita sin aliento, ni fuerzas, ni ganas de seguir; el viento me hizo azotar contra la puerta y de pronto esta se abrió como si nada,

Pude percatar una presencia sobre mí, esta vez se trataba del
vecino quien circulaba a su apartamento preocupado al verme en aquel estado.

No hacía falta leer cuentos de terror, ni tener un sexto sentido para comprender que este no era un día normal, sólo era un viernes santo del antiguo propietario que aburrido de la vida se había suicidado, y en que cada viernes santo, en su nombre, protegía lo único que creía suyo, su apartamento seiscientos sesenta y seis.


katty catrileo tellez
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“Despacho de bebidas”. Dice un cartel pintado hace muchos años.
A las afueras del pueblito, llegando a una ruta de tierra inservible y abandonada, ahí hay un rancho viejo de adobe y techo de chapas en mal estado.

Silba el viento, levanta tierra, inclina los árboles, hace rodar los cardos, los hace redondos.
Tiene un palenque horizontal. ¡Ese es el boliche!

Al otro lado de la “ruta”, el cementerio, también abandonado.
Adentro del boliche hay olor a rancio, a vino picado, a humedad, olor a cualquier cosa extraña.

-Cae la tarde. La oscuridad es veloz, cambia las cosas, cambia el ámbito. Un bicherío insolente inicia un concierto de percusiones, un raspadero infernal de metales, un ligado perpetuo.
-Ahí están “esos” – murmura el bolichero y mete bala en boca con seguro en el fusil, luego lo coloca debajo del mostrador.

El único parroquiano, un viejo que al tomar el vino le tiembla la mano y derrama más de lo que bebe agrega: - Son los “Funes”, hay baile en lo de la renga, hoy es sábado.

-Si cruzan la calle los baleo a los dos. Jura el bolichero llevando el pulgar a sus labios, buscando con un visaje debajo del mostrador.
El viejo intenta una sonrisa.
– No les hace nada, asegura con sorna y se limpia la boca con la manga del saco.

El caballo del viejo que está atado afuera, relincha y levanta las manos, resopla, sacude la cola, mastica el freno con mucho ruido…

El único cochero del pueblo se detiene al frente, siempre hay alguien para ir a lo de la renga. Llega silencioso. Negro el caballo, negro el coche, negro el cochero,
todo una composición oscura, apenas un brillo gris cuando la luna aparece entre las nubes, igual a una escena armada por John Alto para una prueba de fotos.

Los Funes intentan subir, el cochero no los deja, los patea y caen al suelo.
Suenan como fofos, se desarman, se deshacen, despiden un olor nauseabundo.
Desde el boliche, al ver todo el viejo se apena –Pobres Funes, les gustaba mucho la milonga.
-Todos los sábados lo mismo – protesta el bolichero… Siempre pasa algo con “esos”.




Se enteran de todas las milongas que hay por la zona. La de hoy sábado es en Buena Esperanza, a pocos kilómetros de Fortín El Patria, donde siempre vivieron los dos, hasta aquel día de círculos azules. Por suerte el tren pasa casi llevándose el cementerio abandonado por delante.

Alguien estuvo ensayando para detener un poco la marcha, de manera de poder subir cuando aminorara la velocidad.
Dijo el jefe de estación que amontonaron troncos en las vías y les prendieron fuego.
El cambista que fue al anochecer a prender las luces de las señales encontró a un costado de las vías leña hachada.
Ahora van sentaditos en una chata abierta. La locomotora “pitea y pitea”.

Como siempre vestidos de negro, como los arregló la madre entonces: Camisa blanca con el cuello un poco embarrado uno de ellos y el otro con la cara muy sucia de tierra negra que trata de limpiarla con las manos.
Por la puerta principal no pueden entrar al baile. Es en el galpón de un chacarero que lo alquiló a quien organiza la milonga, un turco con fama de cuchillero.
¡Ni modo de entrar entonces!

Llegan los músicos en sulky, corren los Funes y les reciben la batería y el bandoneón.
Van al trotecito hacia la entrada, el turco los para pero los músicos gritan: “Vienen con nosotros Don”.
El turco se frunce, los recuerda, sabe de las andanzas.
Le pone la cara en la oreja a su ladero y murmura: “ Los Funes… Son los Funes”.

Arranca la orquestita con un tango muy sentido: ENSUEÑOS.
Ahí están las hermanas Canseco, mas viejas, pero lindas. No reparan que están acompañadas y van a sacarlas a bailar.
¡Siempre ese maldito olor nauseabundo cuando se emocionan!
Recibe un botellazo uno y el otro solo un empujón. Suficiente para que terminen en un montoncito de osamenta.




Cuando empezó a oscurecer saltaron el alambrado del cementerio y en cuclillas esperaban el colectivo de los músicos, como agazapados. Aquellos colectivos de la década del 50: Cortitos, casi redondos.

En esas latitas de sardinas salían los músicos en gira entonces. La orquestita se armaba y se desarmaba en el camino. Si desertaba un bandoneonísta que se quedó tras una pollera, siempre en los pueblos había otro que soñaba con esa oportunidad y se unía. Si era un violinista o guitarrista que el alcohol lo dejó dormido sobre un mostrador llorando los recuerdos del pasado, siempre había otro que lo reemplazaba. Se vivían las pasiones, se jugaba a todo o nada.

El colectivo destartalado llegó hasta donde esperaban los Funes y les costó poco subirse al techo y mezclarse con los estuches de los instrumentos y los trastos de los parlantes.
Cuando llegaron comenzaron a desatar todo y a bajar las cosas.
_ Guapos los muchachos. -Dijo el director y así entraron a la milonga.
Había para elegir. El olor del agua florida atenuaba el “tufo” de los Funes que excitados con tanta mujer ya empezaban a generar mal olor.
Mientras el pequeño conjunto afinaba, los hombres marcaban a las mujeres para ir a la carga.

Uno de los Funes se encontró con unos ojos conocidos, bellos, inolvidables, con una sonrisa amplia y amorosa, con un ser que le dio toda su vida entonces, pero también errante.
La tomó de la mano y se encaminaron a la salida, a tranco largo, antes de ser reconocidos.
El otro Funes también corría hacia la salida con una flaquita de vestido negro, y un pañuelito en la mano.

La noche era demasiado negra para ver otra cosa, pero la luna muy blanca y enorme, el lado oculto claro, solo para los cuatro, que fueron subiendo, flotando, volando suavemente muy despacio hasta quedar pegaditos en ella, para que los vieran solo los elegidos.

Jorge Durán.-

Continuamos recordando que la convocatoria todavía sigue vigente hasta
el día 15 de marzo inclusive.

Si aún no has enviado tu relato, aún tienes tiempo y estamos esperándote.
Los que ya han participado, pueden enviar un segundo relato y les recordamos
que no se trata de un concurso, si no, una convocatoria de éste foro de Paranormales.

Puedes mandar todos los cuentos que desees a :

sumysel@hotmail.com
gemaatlante@gmail.com

los recibiremos hasta el 15 de marzo.
En “ASUNTO” pon la palabra CONVOCATORIA para que ninguno se pierda.




Anímate!!!

Estos relatos confirman que no todo es materia en este mundo y que los suscesos paranormales existen.. Voy leyéndolos de a poquitos y luego deja´re mis comentarios sobre cuáles me impactan más.

En mi caso el sueño es real, eso sucedió...

y uno más para que no se me pierda...

AQUÍ ESTOY. De Gra Crisci


Me encuentro ante la posibilidad de dar un salto cualitativo nada despreciable en la vida de cualquier mortal y sin embargo, todavía no termino de comprender qué fue lo que desencadenó esta situación.
Miro a mi alrededor y me cuesta identificar la persona que hoy vive en mí, con la que era apenas ayer...

Esa mañana del dos de mayo de 2012 parecía iniciarse como casi todas las conocidas, pero algo diferente transitaba junto al sol de ese día y fue evidenciándose a medida que las horas transcurrieron.
Empecé por tener una sensación, desde el momento mismo del despertar, de extrañeza. Como si mi cuerpo no fuera el mío y lo que me rodeaba o lo que hacía, no fuera lo habitual, todo parecía distinto aunque de un modo sutil, no hubiese podido explicarlo, ya que tampoco lograba entenderlo.
Esa sensación me acompañó al salir a la calle: miraba y sentía que me miraban como a una extranjera… Era, de todos modos, sólo una sensación, ya que los lugares eran los mismos que transitaba a diario y no veía, hasta el momento, señal alguna que la justificara. Pero crecía dentro de mí una solitaria y titilante luz roja.
Decidí caminar, ya que había salido antes de lo acostumbrado y mi trabajo no estaba lejos. Secretamente existía una necesidad de respirar aire fresco y mantenerme lejos de las personas que atestaban a esta hora los medios de transporte.
Al ver un puesto de diarios decidí acercarme a comprar uno y me asaltó el temor de que todo hubiera cambiado tanto que no pudiera leerlo... ¡qué absurdo! Me dije: estoy inventando monstruos, esto no puede suceder. Me acerqué entonces, decidida y miré los titulares tratando de elegir alguno. Por suerte estaban todos en mi idioma, aunque ninguno me resultó conocido.
Elegí uno que estaba cerca y lo primero que hice fue mirar la fecha: 2 de Mayo... de 2012 ¡ Ah!
Respiré aliviada, pero al seguir leyendo me entero que mi ciudad ya no es Buenos Aires, sino...”Aires Buenos”. Sólo eso. Un pequeño cambio, casi insignificante y todo se dio vuelta, todo se trastocó. ¿Cuándo pasó esto? ¿Qué otras cosas habrán cambiado?
Muchas imágenes pasaron en un segundo ante mis ojos y sentí un escalofrío.
Pagué el diario y comencé a hojearlo asombrada.
Por todas partes, ahora, iba descubriendo sutiles diferencias: nombres, personas, situaciones...
El alcance de estas diferencias iba llegando poco a poco a mi conciencia.
De pronto pensé: ¿en qué habré cambiado yo? Instintivamente, me di vuelta y traté de verme en el reflejo de una vidriera. Este me devolvió una cara conocida, aunque (también!) con pequeñas diferencias... tenía el pelo más claro y... los ojos, no sé, parecían distintos. El resto era el mismo que yo conocía.
Un auto se acercó al cordón de la vereda y una discreta bocina me llamó la atención. Al ver que yo me quedaba mirándolo, el hombre bajó y se acercó:
-Buen día señorita Estevez ¿hoy no tiene ganas de ir a trabajar?
-¿Cómo no? (¿Estevez?) y me acerco a la puerta de atrás que gentilmente me abre.
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Un aroma a riqueza me envuelve.
Debo verme algo rara ya que el hombre conduce en silencio y sólo a veces me echa furtivas miradas por el espejo.
Al llegar al edificio de la empresa (es la misma donde trabajo desde hace 2 años...) el coche entra y se dirige al estacionamiento Vip. Parece que soy alguien importante ahora, ¿no la asalariada de ayer?
Me dejo conducir y subo en un ascensor transparente que me lleva a los pisos superiores, mientras veo atareadas “hormigas” recorriendo los estratos inferiores, comunes antes para mí.
Me cruzo con sonrisas y saludos amistosos de personas que no conozco, pero que parecen conocerme, en cambio, perfectamente... Alguien me llama por mi nombre:
-¡Gra!... me doy vuelta y viene a mi encuentro alguien que parece exudar dinero en sus gestos y sonrisa. Un hombre alto como de cincuenta años que me besa familiarmente y me toma del hombro haciéndome pensar en algún parentesco. Siento temor por descubrir de qué clase de parentesco se trate.
-Te estábamos esperando ¿ya desayunaste?
Ante mi negativa dice:
-¡Mejor! Tenemos un desayuno de trabajo... Y me empuja suave pero firme hacia una enorme puerta. Varias personas alrededor de una gran mesa nos sonríen. Un tipo joven se levanta y viene hacia mí diciendo:
-¡Por fin llegaste querida!... y me planta un beso en la boca. Deduzco que debe ser mi novio o pareja.
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El resto de la jornada transcurrió entre avalanchas de información y gestos propios de personas que se mueven en niveles sociales cultos y económicamente elevados.
No sé cómo hice para no llamar demasiado la atención con mi desfasaje informativo y vital... parece que logré arreglármelas bastante bien sin escandalizar a nadie.
Después de horas de conversaciones y maquinaciones de trabajo, (también en estas esferas se trabaja... pero diferente) alegando estar algo cansada, conseguí escaparme a casa, no sin antes comprometerme con Jorge (así se llama mi novio) para encontrarnos esa noche a las diez para cenar.
Cuando cerré la puerta de mi departamento lancé un suspiro: ¡al fin sola! Y me desplomé en un sillón. Cuando logré respirar hondo me dije:
-A ver: resumiendo, por alguna extraña razón, de la noche a la mañana, mi mundo cambió leve pero terriblemente... Mi nombre es el mismo, aunque no mi apellido. Mi posición social es otra, mejor que la anterior, pertenezco a una familia acomodada y además de haber terminado mis estudios de abogacía, pertenezco a un grupo económico poderoso formado por dos familias: Estevez – Plá y uno de los herederos de la última desea casarse conmigo... posiblemente con el deseo de sumar las dos fortunas, más que por lo que mi persona pudiera sumarle.
Pero aunque todo esto pudiera parecer un golpe de suerte extraordinario, lo terrible es:
Que esta situación no me produce ningún entusiasmo y además... ¡acabo de descubrir que estoy enamorada de mi antiguo compañero de trabajo a quien ya no veré más, porque él no es más que UN POBRE PELAGATOS QUE JAMÁS PODRÁ LLEGAR HASTA MI ALTURA!

Viernes, a la noche. Llovía torrencialmente.
Allí se estaba preparando la transición.
Tomé sus manos frías y húmedas y le dije cuánto lo amaba.
-Ya verás cuánto, en tan solo unos momentos podrás leerlo en mi corazón.


Besé por última vez su frente fría y salí de la habitación.
Con las manos a ambos lados de mi cabeza, me desplomé
sobre uno de los peldaños de la escalera
que subía a Pediatría.

Allí quedé inmersa en mis pensamientos.
Sabía que la hora había llegado.
Una brisa fuerte voló mis cabellos y me dije: -ya está hecho.

Caminé los metros que me separaban hasta su habitación y
efectivamente, él ya no estaba ahí.
Solo quedaba tendido en el lecho, lo que fuera su cuerpo
con el que se identificó en este plano.

Miré la hora: 21:30. Viernes y… continuaba el temporal.

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Viernes, 21:30. Llovía torrencialmente.
Igual que cuatro años atrás.

A esa hora, me encontré subiendo la escalera que
conducía a Pediatría, con mi niña en los brazos,
nacida apenas unos minutos atrás.
Algo hizo que me detuviera un instante en el primer
peldaño y recordé aquel instante cuatro años atrás.

Qué increíble! -me dije para mis adentros…
Allí había estado cuatro años atrás, despidiendo a mi padre.
Ahora, cuatro años después…recibía en mis brazos
a Angie, mi nieta.

La mamá de Angie, me había pedido que entrara con ella
a la sala de partos y ahí estuve para darle la bienvenida…
a su llegada.

Cuando la obstetra me entregó ese montoncito de carne rosa,
sentí una gran conexión con esa niña.
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Ya más tranquila, cuando todo había pasado,
comencé a unir cabos.
Volviendo atrás unos meses, cuando los chicos me dieron la
noticia de la feliz espera, vi como en flash, el rostro sonriente
de mi padre.

Me guardé ese momento para mí, hasta que comenzaron
a ocurrir algunas cosas “raras” luego del nacimiento de Angie.

Angie nació queriéndose levantar todo el tiempo.
Era como que quería sentarse, no quería estar acostada.
Yo bromeaba con los chicos diciendo que la niña tendría
muy buenos abdominales.

Y recordé que el médico que atendía a mi padre, nos había
dicho que él debería permanecer acostado y que de ningún
modo, se levantara.
Su presión había bajado a lo mínimo.

Sin embargo, mi padre nos pedía por favor que lo levantásemos,
porque tenía necesidad de ir al cuarto de baño.
Aunque tenía la forma de hacerlo en la cama, de igual manera
nos pedía que lo levantáramos.
Y así estuvo, hasta el desenlace.

También, mi padre tenía un bonito reloj de pared, que había dejado de funcionar cuando él se marchó.
Por más que quisimos, el reloj no volvió a funcionar.

Decidí guardarlo por el hermoso marco, pensando que quizás quedaría muy bonita una foto o una imagen allí.

El caso es que cuatro años después, al nacer Angie, el reloj comenzó a funcionar!!

Otra: mi padre tenía un bolso de hacer sus compras.
El almacén más cercano, quedaba a la vuelta de su casa
(que ahora es la casa donde viven Angie y sus papás) y,
a él le gustaba salir a hacer sus compras diarias.

Pues bien, Angie había comenzado apenas a caminar y explorarlo
todo…
hasta que descubrió el bolso de “hacer mandados”.
De algún modo que los padres no se explican, ella se las arregló para bajarlo y cuando quisieron acordar…Angie había salido
con “su” bolso, portón afuera, e iba camino al almacén…

Casualidad? ¿Coincidencia? No lo sé!! Pero es real!!

Mi relación con Angie es increíble. Me ve y se emociona.
Me tira los brazos, me besa, me mima…quiere estar conmigo
todo el tiempo de ser posible.
Y aquí quisiera acotar que no soy de esas abuelas que malcrían
a sus nietos. No. Ellos viven pegado a mi casa y hay días
que ni siquiera la veo.

Ella conoce el sonido de mi moto y se asoma a la ventana que
da a la calle, donde mi padre estaba siempre sentado en su sillón,
mirando para afuera y, sobre todo cuando oía el motor de mi moto, para saludarme desde la ventana.

Y allí está siempre Angie… en la ventana, saludándome con la
mano o tirándome un beso, cada vez que salgo.

Estoy dejando pasar el tiempo y continuaré atenta.
Angie aún no habla claro y seguramente, me dirá muchas más cosas.
Estas son tan solo algunas de las tantas experiencias que me dicen
y hasta pueda decir firmemente, que mi padre ha vuelto.

Creo en la reencarnación y cada vez más, siento intimamente que Angie fue mi padre en su vida anterior.

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La obra estreno en el viejo Teatro de la Vida, llegaba a su fin.
En su último acto, los protagonistas de pie ante una tumba,
leían en voz alta el epitafio labrado sobre mármol blanco,
que decía: “Aquí yace el Ser Eterno”.

A continuación, irrumpen los aplausos y tras el saludo de los actores, el pesado telón, cae sobre el escenario.

La gente lentamente comienza a evacuar la enorme sala, mientras yo, me quedo
meditando en lo que he visto, al grado de perderme en tiempo y espacio.

Siento que una fuerza me abduce y comienzo a flotar en el vacío.

Ya no siento mi cuerpo. Soy una esfera luminosa brillando en el espacio infinito.
Vienen hacia mí, seres radiantes, cuya energía me envuelve en la más absoluta y maravillosa energía de amor que jamás hubiese experimentado.

Sin embargo, tengo un claro sentimiento de haber vivido ya esa experiencia. Suenan como ecos en mi memoria ancestral
y ésta vez, sé bien que no me equivoco.

Hay algo que me dice interiormente, que soy parte de esa inmensidad.

Leyendo mi pensamiento, me explican que en realidad,
soy un ser eterno, parte del Uno, de la Fuente, o Dios,
como quisiera llamarle.

Me enfrento a la paradoja,... cómo poder entenderla?
Pregunto entonces: -Un ser eterno...¿yaciendo en una tumba...?

-Muchos dicen, que la vida es una sola y, es verdad, porque la
vida siempre es vida. Jamás deja de ser vida, aún cuando
tengas que pasar por esa puerta a la que le llaman muerte.

Ese portal de la muerte, marca el fin de una etapa física, material, humana. Sin embargo, es el principio de otra vida como
espíritu en otros planos de existencia.

La muerte, aunque no lo parezca, es un acto de amor, -me explican-
pues es el único proceso por el cual el alma puede volver
a sus verdaderos planos”.

Comienzo a entender ahora sus palabras, y mis dudas comienzan a disiparse,
como también se disipan las siluetas de aquellos bellos seres que
ahora se alejan.

Ahora más que nunca, tengo la certeza, siento, de que todos somos parte del Ser Eterno.

Es en ese momento, que oigo una voz lejana y tímida que me dice, -“perdone, se había dormido...”

Bruscamente caigo como por un tubo y tomo conciencia de tiempo y espacio.
Con mucho esfuerzo logro ponerme de pie y lentamente busco la salida por el pasillo del viejo Teatro de la Vida que tenuemente iluminado, ha quedado vacío.

Traspaso la pesada puerta y otra vez me encuentro en la antesala. La luz total me hace entrecerrar los párpados.

La experiencia vivida, sé que no me abandonará jamás, mientras viva... como “ser humano”, porque ahora sé y por primera vez,
que soy un Ser Eterno, parte del Todo.

Claramente percibo ahora, el por qué, tantas veces, me acuerdo de la eternidad.
Ahora sé que tú y yo, somos indiscutiblemente eternos.

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ESTA ES MI APORTACIÓN.

TODA LA VIDA BUSCÁNDOTE.
DE LUHEMA

Esto es lo me ocurrió hace ya un tiempo y me he decidido hoy a contarte este secreto.

Así empezó todo, con estas palabras…”toda la vida buscándote”.
Pero dejad que comience por el principio. En cierta época muy crítica de mi vida, empecé a sentirme con la necesidad de buscar…,no sé qué, pero buscar, porque no encajaba con nada, con nadie, ni en un trabajo, ni con amigos. Estaba como desubicada e incluso muy irritada con la gente que más me quería y que estaba a mi lado.
¿Qué me está pasando? ¿Qué estoy buscando? ¿Por qué me siento así si no me gusta en absoluto? Estas preguntas rondaban continuamente por mi cabeza, en fin, quizá no encajaba ni conmigo misma. Aunque ahora pasado el tiempo, lo veo con otra perspectiva.

Las cosas materiales, las relaciones personales no llenaban ese vacío que sentía en la misma boca del estómago. Sin embargo, tenía plena confianza en que algún día encontraría aquello que andaba buscando, aunque estuviese en el lugar más recóndito de todos, porque yo estaba buscando algo, y algo muy importante y personal.
Recuerdo que lanzaba al viento y al cielo, suplicas, respuestas, como también un camino, una dirección a seguir para encontrar aquello que tanto anhelaba encontrar. Y sí, tuve una respuesta inmediata y fue la propuesta de volver a Egipto, aunque ese viaje fue más que un viaje, una estancia larga y un éxodo a lo más profundo de mí ser. Durante esa vuelta al hogar, pude experimentar sensaciones y emociones de intensa emotividad y allí ocurrió lo inesperado, una voz tocó mi alma.

Esto sucedió un atardecer, a la caída de "RA" y en un enclave precioso que me encanta frecuentar para meditar cuando estoy en el templo . De pronto sentí un tirón en mi vestido, me giré y era una niña preciosa que al primer instante de mirarla me dejó en shock y ya no vi nada más que su presencia, y mira que había gente en el templo del hombre en Luxor. Me agaché a mirarla y a consolarla pues tenía lagrimas en sus ojos y pensé que se había perdido, entonces ella me susurró al oído “Toda la vida buscándote, y no me encontrabas…” Eso me dejo totalmente conmocionada. Me quedé tan perpleja que no pude reaccionar, fue como si me hubieran dado un alucinógeno o algo parecido. Uauuu!! No sé de dónde salió esa niña, ni tampoco sé como se fue, pero sí sé que algo ocurrió allí. Después de eso estuve largo rato intentando encontrarla de nuevo entre la gente, pero nada de nada, no la volví a ver.
Fue real, hasta me pellizqué pensando que aquello no era cierto, pero sí, sí lo fue y lo fue desde luego en otro nivel, ahora lo sé.
Esta experiencia me tuvo durante mucho tiempo fuera de lugar, y todavía con más preguntas interiores.
Vino a mi mente el maestro Jesús y su tiempo en el desierto y sí, fue en pleno desierto que encontré respuestas, me di cuenta que tenía que dejar de preguntarme para comenzar a escuchar.
Cambié mi dirección de fuera hacia dentro y comencé a adentrarme hacia ese mundo interno que olvidé que existía y que comenzaba a reconocer, entonces, entonces fue cuando se abrió una puerta que conducía a la reconciliación conmigo misma, y la fuerza, la luz, Ra amaneció en mí y comenzó a cambiar mi realidad desocupada, estaba distraída de mi misma y allí dentro de mi corazón volví a ver a esa niña, pero esta vez sonriendo y me dijo

“Toda la vida buscándote. Por fin te encuentro”

Esta fue una de mis experiencias más intimas. Ahora ya me atrevo a contarla, tan sólo la sabía mi compañero ya que él me vio hablando con la niña. Esa experiencia cambió mi vida por completo.
Desde luego que no hace falta viajar a ningún lugar para re-encontrarte, pero esta fue mi vivencia, quizá extraña para muchos pero me sucedió y de corazón la comparto con todos vosotros.

Tengo un amigo al que no siempre le veo el rostro, pero cuando se revela,
su mirada segura y a la vez tan dulce, hace que todos mis miedos desaparezcan.
Cuando me visita va vestido con uniforme de guerrero de otros tiempos;
lo adorna una larga capa llena de estrellas y porta una espada que hace
que cualquier señal del mal a sus pies se desvanezca.
Su luz es azul intensa y me abraza cuando me es difícil dormir.

Muy pocas personas de mi cotidianidad saben este secreto y,cuando les
comparto lo que pasa al recibir sus visitas, me preguntan si tiene alas,
pero yo les contesto lo mismo que él me ha dicho:-Cada ser humano tiene
diferentes experiencias con el mundo espiritual; cuando uno de ustedes me
abre su corazón, sus sentidos extienden su alcance, según las circunstancias.

Por lo general no percibo que los seres como el ángel Miguel tengan alas parecidas
a las que tienen sus imágenes en las iglesias. Por el contrario, siento que su energía
es infinita, conectada con la Energía Superior.
Alrededor del ángel Miguel aparecen estelas de luz; muchos hilos diminutos que le permiten viajar de un lado a otro en cuestión de segundos o menos.
Por ello es cierto que los ángeles, al estar vinculados con todo lo existente, vienen a acompañarnos apenas les damos cabida en nuestros pensamientos.

El ángel Miguel incluso me ha contado que aunque algunos humanos hayan elegido
estar alejados de Dios, tienen ángeles personales que aguardan pacientemente hasta que un día los escuchan. Los ángeles muchas veces están aburridos porque no les prestamos atención, pero en tanto les permitimos entrar en comunicación con nosotros, sonríen y bailan para celebrar que estamos interesados en conocer
su dimensión y recibir su guía.
En una de las conversaciones con el ángel Miguel, me contó que cada ángel guardián tiene su personalidad, por así decirlo.
Estos seres de luz eligen estar con nosotros durante nuestro viaje por la Tierra e incluso más allá, porque tienen una afinidad especial con nuestra alma y habilidades individuales.

A mi ángel guardián, Ámbar, le encantan las artes en todas sus expresiones y cuando estoy triste sabe cómo subirme el ánimo, pero no todas las veces lo escucho quizás porque sé que puede valer más escuchar los mensajes de mis emociones sin
su ayuda. Y esto es algo que él respeta.
Igualmente, para Miguel, Rafael y los ángeles sanadores todo lo que nosotros decidamos hacer es sagrado, entonces jamás intervienen en nuestras vidas si no lo pedimos.
Todos mis amigos del cielo me han dicho que los humanos estamos en continuo aprendizaje y necesitamos hacer nuestros propios descubrimientos.

Los ángeles dicen que el cosmos también tiene sus leyes…
Hace un tiempo entendí que el libre albedrío es uno de esos
principios fundamentales que regulan la existencia.
Esto ocurrió a raíz de mis prácticas de reiki en que no siempre la luz que salía de mis manos podía entrar a conectarse con los centros energéticos de las personas. Y tras varios intentos así en que la energía se devolvía para la Tierra, el ángel Rafael me dijo que no me decepcionara, que cada humano elige tener diversas experiencias para crecer en la luz y que esto sucede por vías distintas, en las cuales no estaba siempre llamada a participar.
Por un lado, el ángel me explicó que en su dimensión la palabra sufrimiento no existe, pero que es la forma en que algunas personas deciden aprender, con vivencias muy fuertes que despiertan su consciencia.
Y por otro lado, hay quienes se conectan con las verdaderas necesidades de su ser, desarrollan su potencial individual y, con el paso del tiempo, pueden responder la pregunta sobre quiénes son.

Otra forma de sanar son las palabras; su poder es magnífico cuando vienen del fondo de nuestro ser. Estoy aprendiendo ahora a poner en manos de Dios asuntos que no puedo modificar porque de hacerlo, rompería con la oportunidad que otros humanos están teniendo para conocerse a sí mismos y aprobar una lección.
Sin embargo, tengo que decir que aún me cuesta entender que las personas escojamos ir por senderos oscuros y dolorosos.
El ángel Gabriel es quien me ha enseñado que no siempre me corresponde ayudar
y que cuando esto suceda, utilice oraciones por las almas que necesitan
reencontrar su camino.

No sigo a ninguna religión, porque no me gusta pertenecer a nada que sienta que me limita. Pero cuando elevo mis peticiones al cielo por el bienestar de otros, hay palabras que surgen de lo más profundo de mí, voces que me guían, para que todo lo que diga tenga un contenido de gratitud, sabiduría y amor.
El efecto consiste en que gradualmentese tejen círculos de pequeñas lucecitas a mi alrededor, y sobre la imagen que tengo de estas personas.

Me gustaría que cada vez más personas supieran cómo conectarse con sus ángeles, porque de este modo nuestros pensamientos y actos estarían orientados a un bien común. Pero los ángeles son enfáticos en que cada cosa es como debe ser, y me reiteran que tenga paciencia, que más adelante voy a dejar de sentirme diferente por poder interactuar con ellos.

El ángel al que denomino Morado, porque su luz es de este color, ayer me manifestó que todos tenemos la capacidad de dialogar con su dimensión, pero que hacerlo o no depende de los aprendizajes que estemos realizando en la nuestra.
Además, recuerdo que me dijo que unas almas vienen a la Tierra para jugar en el ardín de niños, mientras que otras lo hacen para formarse en la universidad.

Es decir, todas las almas caminan en tiempos distintos.
Pero asumiendo que el tiempo para los ángeles es una ilusión, el mensaje es que habitamos en niveles de luz diferentes y que cada uno, como etapa de nuestro crecimiento espiritual, tiene su riqueza…La misteriosa presencia del ángel Morado, en definitiva,
me conduce a un estado de contemplación.
¿Será un Espíritu Maestro?


Lorebl,
Marzo de 2012

Estoy leyendo y me da miedito, en serio qué buenos relatos, somos un grupo que se las trae, ja, Federico la historia de Coco, el gato, es real, pasó en el living de mi casa donde vendrás el 31, ojo que tengo dos gatas, besos
Lili
Coco andará de juergas en otras casas y con otras gentes y una de las gatas que tengo es hija de él, creo, voy a preguntar a mi hija, hay un lío de animales en mi familia, parece una novela mexicana pero de animalitos

Bueno, la convocatoria ha finalizado y de verdad queremos felicitar,
tanto Luhema como yo, a quienes participaron de la misma.

Fue una linda convocatoria que personalmente me gustaría que
se repitiera cada tanto, ya que sé que quedaron muchas cosas
para contar, relatarnos, en fin.

Cada uno de los participantes, recibirá sus certificados de participación
en esta convocatoria del Foro Paranormales.
Los mismos serán enviados a sus propios correos electrónicos.

Una vez más, felicitaciones a todos quienes nos dejaron sus
trabajos y gracias por participar y está demás decir que fue
de un nivel excelente en lo que a relato y narración refiere!!

Gracias, gracias, gracias por la participación!!
Un abrazo.

Y aqui están en el orden en que aparecen, los relatos y sus autores:



1.- Jaime Olate……………………..…....Extraña
experiencia


2.- Lili Frezza…………………………………Dicen que los gatos


3.- Czaroeuf………………………………….La copa del chino


4.- Daniel Adrian Madeiro…………….La pared que mira al mar


5.- René Rodríguez Vázquez…………los esqueletos


6.- Fobio José Oliva……………………….El karma del Dr. Gómez


7.- Aguila Espectral Azul……………..…El devuelve sueños de Enirac


8.- Antifaz Federico Rodríguez………Pesadillas


9.- Mateo……………………………………..Historia
real


10.- Omenia Ferreira……………………..El juego de la copa


11.-Ethel Saavedra García………….….El sueño


12.-Nina Black……………………………..…El día que mi corazón dejó de
latir


13.- Graciela Juárez…………………….…Todo
comenzó una mañana de sol


14.-José Arias Fuentes…………………..El abrazo


15.- Ximena Rivas………………………..…Egregores


16.-Kattazz14……………………………….…Viernes santo


17.- Jorge Duran…………………………..…Cuentos


18.- Gra Crisci…………………………….……Aquí estoy


19.- Sumysel…………………………….…….Hora de llegada y partida


20.- Sumysel……………………………….….Tu y yo…eternos


21.- Luhema…………………………………..Toda la vida buscándote


22.- Lorebl…………………………………...…Aliados celestiales.


Fuimos atraídos por cada uno de los relatos, que nos hicieron sentir como

protanistas en cada uno de ellos. Pueden quedar dudas respecto a lo que
piensa cada uno de los autores respecto a sus textos. Esto dará pie a quien
así lo desee, pueda preguntar y opinar sobre los temas.
Para eso está este foro que estamos moderando junto a Luhema y que

gustosamente estamos allí para intercambiar opiniones y también, por qué no?,
aprender! Cómo no!!
Un abrazote enorme y otra vez, gracias por Ser!!

Ya comenzamos a enviar los certificados a sus correos.
Si alguien de ustedes que haya participado no le llegara, por favor,
háganlo saber lo más pronto posible así buscamos la forma
de enviárselos.
Aquí, una muestra de ellos y voy a tomar el de mi amigo Jaime: