RECOMENDADO JOSÉ ASUNCIÓN SILVA(1865-1896).
Hijo de Vicenta Gómez Diago y Ricardo Silva Frade, en 1875 escribió su primer poema, Primera Comunión. En 1878 abandonó los estudios y comenzó a trabajar con su padre, completando su formación de modo autodidacta. Viajó a París, donde conoció a Mallarmé y a Gustave Moreau, y se trasladó posteriormente a Londres y a Suiza. La guerra perjudicó los negocios familiares y, a su vuelta de Europa, se hizo cargo del negocio que terminó en quiebra. Cuando era secretario de la legación en Caracas, en 1895, sufrió un naufragio donde perdió gran parte de su obra. Fue encontrado muerto la mañana del 24 de mayo de 1896, debido a varios sucesos: la muerte de su hermana Elvira de quien era gran amigo y que, según se cree, fuera el amor de su vida; la quiebra del negocio de su familia y las presiones de los acreedores; la muerte de su abuelo; y la pérdida inevitable de la mayoría de su obra.
Antes de suicidarse le pidió a un doctor que le indicara donde tenía el corazón, y este se lo señalo marcándolo. Justo donde estaba esa marca, se dio un disparo.
Su obra poética es escasa y muy innovadora e influyente; arranca con un romanticismo de tono becqueriano para terminar presagiando el Modernismo. Sus poesías se publicaron por primera vez en Barcelona en 1908, conociéndose una edición póstuma con el título El libro de versos (1923), al igual que la novela De sobremesa (1925). Se recuerdan especialmente sus alucinantes Nocturnos, que han pasado a todas las antologías de poesía hispanoamericana como clásicos de la literatura en lengua española.
Su obra cumbre, Nocturno fue compuesta tras la muerte de su hermana Elvira.
Tomado de Wikipedia.EDENIA
Melancólica y dulce cual la huella
que un sol poniente deja en el azul
cuando baña a lo lejos los espacios
con los últimos rayos de su luz
mientras tiende la noche por los cielos
de la penumbra el misterioso tul.
Süave como el canto que el poeta
en un suspiro involuntario da,
pura como las flores entreabiertas
de la selva en la agreste oscuridad
do detenido en las musgosas ramas
no filtra un rayo de la luz solar.
Mujer, toda mujer ardiente, casta
alumbrada con luz de lo ideal...
Radiante de virtud y de belleza
como mi alma la llegó a soñar,
¿en sus sueños de cándida ternura
así la encontrará?
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JOSÉ EUSTASIO RIVERA
(1889 - 1928)
José Eustasio Rivera nace en Neiva, Colombia, en l889, y muere en Nueva York en diciembre de l928. Fue maestro normal en l909 y doctor en derecho por la Universidad Nacional de Bogotá en l9l7. Después de ser diputado al Congreso desempeñó el cargo de inspector del gobierno en las explotaciones petrolíferas de la región del Magdalena y, posteriormente, formó parte de la comisión delimitadora de fronteras entre su país y Venezuela. Estos encargos lo llevaron de nuevo a la misma selva que había sido fronteriza con su ciudad natal, y es esta selva lo que inspira la creación literaria del autor, recuperando en él las raíces de su infancia y la fantasía de su juventud.
Su primera obra es un libro de poemas Tierra de promisión (l92l), con la que alcanza cierta notoriedad. Pero es su segunda y última obra, La Vorágine, la que hace de Rivera un clásico de la narrativa realista pre-mágica, hasta el punto de ser considerada por muchos como la gran novela de la selva latinoamericana.
"...Los que un tiempo creyeron que mi inteligencia irradiaría extraordinariamente, cual una aureola de mi juventud; los que se olvidaron de mí apenas mi planta descendió al infortunio; los que al recordarme alguna vez piensen en mi fracaso y se pregunten por qué no fui lo que pude haber sido, sepan que el destino implacable me desarraigó de la prosperidad incipiente y me lanzó a las pampas, para que ambulara vagando, como los vientos, y me extinguiera, como ellos, sin dejar más que ruido y desolación".
(Editorial Multimedia)EN LA ESTRELLADA NOCHE...
En la estrellada noche de vibración tranquila
descorre ante mis ojos sus velos el arcano,
y al giro de los orbes en el cenit lejano
ante mi absorto espíritu la eternidad desfila.
Ávido de la pléyade que en el azul rutila,
sube con ala enorme mi Numen soberano,
y alta de ensueño, y libre del horizonte humano,
mi sien, como una torre, la inmensidad vigila.
Mas no se sacia el alma con la visión del cielo:
cuando en la paz sin límites al Cosmos interpelo,
lo que los astros callan mi corazón lo sabe;
y luego una recóndita nostalgia me consterna
al ver que ese infinito, que en mis pupilas cabe,
es insondable al vuelo de mi ambición eterna.
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MEIRA DELMAR
1921-
Olga Chams Eljach, poeta colombiana nacida en Barranquilla en 1921, es
hija de padres oriundos de Líbano, Medio Oriente. Ha figurado bajo el seudónimo de Meira Delmar desde que algunas revistas cubanas publicaran sus primeros poemas. Hizo estudios en su ciudad natal en el Conservatorio Pedro Biava, en el cual fue luego profesora de Historia del Arte y Literatura, materias que cursó en Roma, Italia. La universidad atlanticense le confirió el doctorado «Honoris Causa» en letras, es miembro correspondiente de la «Academia Colombiana de la Lengua» y dirigió por muchos años la Biblioteca Pública del Atlántico.
Su poesía caracterizada por una dulce sensualidad, está contenida en los siguientes libros: «Alba del olvido», «Sitio del amor», «Verdad del sueño», «Secreta isla», «Reencuentro», «Laúd memorioso», «Huésped sin sombra» y «Alguien pasa», entre otros.
Canción Lejana
Y yo también como la tarde
toda me tornaré dichosa
para quererte y esperarte.
Iluminada de tus ojos
vendrá la luna,
vendrá la luna por el aire.
Tú me querrás inmensamente.
Mi corazón será infinito
para la angustia de tu frente.
Yo te daré los sueños míos:
amor, dolor, sencillamente.
Después será la enamorada sonrisa,
el beso, la memoria llena de ti, maravillada.
Y el gozo azul de estar contigo
fuera del tiempo, sin palabras.
De golondrina en golondrina
nos llegará la primavera
de la mirada pensativa.
Y un mismo cauce de dulzura
tendrán las rosas y los días.
Yo te daré los sueños míos:
amor, dolor, sencillamente.
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GUILLERMO VALENCIA
(1873-1943)
Nació en Colombia. Aristocrático y señorial en sus gustos y su estilo de vida, y aun en su poesía, Valencia se inserta de lleno, sin embargo, en esa característica tradición del intelectual hispanoamericano que, desde muy temprano en la historia republicana del continente, inauguran Andrés Bello y Domingo Faustino Sarmiento: la del hombre de estudios y de letras quien, a su vez, participa activamente en los quehaceres civilistas y públicos de su país.
Candidato en dos ocasiones -siempre por el Partido Conservador, y sin éxito en ninguna de ellas- a la Presidencia de la República. Había recibido una sólida educación clásica y humanística, que se refleja visiblemente en su obra; y a pesar de su asendereada actividad pública y política no cortó nunca sus raíces con su ciudad natal, la ilustre y patricia Popayán, una de las más tradicionalmente hispanas del Nuevo Mundo. Allí solía recogerse, en el retiro de su residencia de Belalcázar, la cual ha sido vista en cierto modo como una concreción real de la "Torre de Marfil" a que aspiraban los artistas de la época.
Dejando a un lado particularizaciones temáticas, en su conjunto el mundo espiritual de Valencia se muestra escindido en una pugna dialéctica entre los principios negativos y positivos que rigen la existencia: la carne y el espíritu, el vicio y la virtud, la concepción pagana de la vida y los valores perdurables del cristianismo. Y ante esa polaridad, que se hizo crudamente sensible a los hombres del fin de siglo y define la marca candente de la espiritualidad conflictiva de la época su muy extenso poema Anarkos, que no es precisamente lo mejor de su obra, y el cual por ello y por su longitud no se recoge aquí, le dio gran popularidad e incluso le acompañó casi como slogan en sus campañas políticas hasta la estimación sutil de los valores del arte más refinado y decadente: sacrificar un mundo para pulir un verso, como sentenció en una línea de "Leyendo a Silva" que sólo parcialmente podría haber hecho lema suyo. Porque esta inclinación del esteta, que de cierto no desdeñó estetas eran sus poetas preferidos, y rigurosamente estética fue su actitud ante el trabajo de la palabra, no conspiró nunca en él contra su insobornable nervatura moral. Y así sus momentos más intensos, como ha notado Robert J. Glickman, "demuestran que el propósito fundamental de Valencia era celebrar `ritos literarios´ que pudieran contrarrestar el influjo de las fuerzas negativas que sin tregua intentan impedir la elevación espiritual del individuo y de la sociedad". Y en virtud de este impulso vertical y trascendente que de hecho no le fue privativo en la época queda iluminada, al margen de preciosismos y decorativismos exteriores, la pertenencia raigal de este poeta a la tradición más honda y esencial del modernismo.
(Bilbioteca virtual Univ. Jaime I)Hay un Instante...
Hay un instante del crepúsculo
en que las cosas brillan más,
fugaz momento palpitante
de una morosa intensidad.
Se aterciopelan los ramajes,
pulen las torres su perfil,
burila un ave su silueta
sobre el plafondo de zafir.
Muda la tarde, se concentra
para el olvido de la luz,
y la penetra un don süave
de melancólica quietud,
como si el orbe recogiese
todo su bien y su beldad,
toda su fe, toda su gracia
contra la sombra que vendrá...
Mi ser florece en esa hora
de misterioso florecer;
llevo un crepúsculo en el alma,
de ensoñadora placidez;
en él revientan los renuevos
de la ilusión primaveral,
y en él me embriago con aromas
de algún jardín que hay ¡más allá!...
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JULIO FLOREZ
Poeta boyacense (Chiquinquirá, mayo 22 de 1867 - Usiacurí, Atlántico, febrero 7 de 1923). Julio Flórez fue el séptimo de los diez hijos del médico liberal Policarpo María Flórez, presidente del Estado Soberano de Boyacá en 1871, y de Dolores Roa de Flórez. Educado bajo estricto control religioso en los colegios de Chiquinquirá, nacionalmente conocida como la Villa de los Milagros, y sede de la Orden Dominicana de sacerdotes católicos que administran la fe de los creyentes en el poder sobrenatural de la Virgen del Rosario, llamada la Patrona de Colombia, Julio Flórez recibió el don de la poesía. A los 7 años escribió sus primeros versos conocidos. Las guerras civiles que azotaban el país desde los comienzos de la república, incidieron directamente en la población colombiana, afectando su estabilidad socio-económica y malogrando las probabilidades de educación.
En 1884 Candelario Obeso se suicidó y en su sepelio el joven Julio Flórez, de 17 años, exaltó su memoria en versos emocionados. En 1886 su nombre apareció entre los bardos consagrados en la antología poética La Lira Nueva, publicada por José María Rivas Groot. Flórez fue un hombre de gran éxito con las mujeres, quienes lo adoraron y muchas estuvieron dispuestas a entregar hasta su honor con tal de conseguir su amor. Pero por la índole incorruptible de su educación católica, parece que tuvo conflictos para deslindar los conceptos de amor carnal versus amor platónico, y las relaciones que sostuvo durante sus 42 años de vida, antes de conocer a su esposa Petrona Moreno Nieto, revistieron siempre un carácter pasajero. El erotismo es uno de los rasgos más marcados de su poesía y la mórbida sensualidad de sus rimas sirvió muchas veces como piedra de escándalo para sus seguidores. Hoy ésta misma se ha convertido en la mayor fuente de sus éxitos.
En 1883 Flórez publicó su primer libro de poesía, Horas, cuyo título le sugirió José Asunción Silva. Cuando se suicidó Silva, en 1896, Flórez declamó en sus funerales una elegía que fue condenada como blasfémica por el obispo de Bogotá, quien propinó al poeta una seria amonestación al respecto.
«El Divino Flórez», como lo llamaría «su amigo y admirador Guillermo Valencia» al dedicarle su libro Cigüeñas blancas, o escucharlo cantar (acompañado de su guitarra o al piano por su amigo el maestro Emilio Murillo), la famosa canción "Mis flores negras", cuya paternidad musical ha sido tan discutida, no así la de su texto, que ha quedado consagrado como suyo.
Flórez fue señalado como sacrílego, blasfemo y apóstata. Estando en el punto culminante de su carrera literaria, subió al poder, en 1904, el caudillo militar general Rafael Reyes, quien ante la ola de murmullos en su contra, le "aconsejó" abandonar el país.
Su libro Cardos y Lirios, así como su ovacionado poema "La Araña", obtuvieron publicación en 1905 en Venezuela. Manojo de zarzas y Cesta de lotos fueron editados en 1906 en San Salvador, Fronda lírica, en Madrid en 1908, y Gotas de ajenjo, en Barcelona en 1909. Su poesía y personalidad fueron acogidas con simpatía por los escritores de la Generación del 98.
En 1917 se editó De pie los muertos, recopilación de sus versos alusivos a la primera Guerra Mundial, que recitó en el Teatro Cisneros. En 1922 publicó allí mismo la segunda edición de su libro Fronda lírica, última obra publicada en vida, ya que Oro y ébano apareció como edición póstuma, en 1943.
Rápidamente su salud se fue quebrantando y en el término de dos años una rebelde enfermedad le deformó el rostro, sin que fuera efectivo ningún auxilio médico prestado en Barranquilla, Bogotá o Panamá, sobre cuyo diagnóstico no ha habido ninguna certeza, pero que podría tener rasgos de un cáncer o melanoma maligno que le afectó la parótida izquierda y le dificultó el habla. Quizás los últimos cuatro meses de su vida fueron los más dramáticos. El 14 de enero de 1923, al borde del sepulcro, Julio Flórez obtuvo un honor retrasado por treinta años. El poeta del pueblo colombiano murió rodeado de sus familiares y amigos, el 7 de febrero. Julio Flórez ha pasado a la historia como un bardo popular, que supo interpretar los amores y los dolores de la raza colombiana bajo temas. absolutos como la naturaleza, la madre, la patria, la amada y la muerte. Su fama como «el último becqueriano», según palabras de Max Henríquez Ureña, ha desbordado las fronteras nacionales.
GLORIA SERPA-FLÓREZ DE KOLBE
(Julio Flórez Roa en Gran Enciclopedia de Colombia Tomo IX, Círculo de Lectores, Bogotá, 1993.)Editado
CUANDO LEJOS, MUY LEJOS
Cuando lejos, muy lejos, en hondos mares,
en lo mucho que sufro pienses a solas,
si exhalas un suspiro por mis pesares,
mándame ese suspiro sobre las olas.
Cuando el sol con sus rayos desde el oriente
rasgue las blondas gasas de las neblinas,
si una oración murmuras por el ausente,
deja que me la traigan las golondrinas.
Cuando pierda la tarde sus tristes galas,
y en cenizas se tornen las nubes rojas,
mándame un beso ardiente sobre las alas
de las brisas que juegan entre las hojas.
Que yo, cuando la noche tienda su manto,
yo, que llevo en el alma sus mudas huellas,
te enviaré, con mis quejas, un dulce canto
en la luz temblorosa de las estrellas.
Tomado de http://www.los-poetas.com/