Ring… Ring… Ring…
–Si… informes 20 qué desea
–Disculpe pero estoy perdido, quedé en encontrarme con un amigo a las dos, y estoy llegando tarde porque no se dónde me encuentro
–Usted se encuentra en su coche, a siete kilómetros del centro, con 27 grados latitud norte y 41 longitud oeste
—Disculpe, pero… ¿usted es ingeniero, verdad?
—Si señor, lo soy, ¿cómo lo supo?
—Resulta evidente, porque todo lo que me dijo es técnicamente correcto, pero completamente inútil: yo sigo perdido, llegaré tarde, y no me sirve para nada la información que me dio
—Y usted seguro que es político… ¿cierto?
—Pero claro que sí, ¿y cómo adivinó?
—Porque no sabe dónde está, ni hacia dónde se dirige; ha hecho una promesa que no puede cumplir, y ahora espera que otro le resuelva el problema. De hecho, usted está en la misma situación en la que estaba antes de empezar; pero ahora, por alguna extraña razón, parece que la culpa es mía
Ring… Ring… Ring…
—Hola
—Hola Carlos, te llamo porque tengo un problema con mi novia, la voy a tener que dejar
—¿Y eso… por qué?, si es simpática, inteligente, y en cima ¡está divina!
—Precisamente, con ella me pasa lo mismo que con los relojes, prefiero uno de plástico, de esos que vienen de regalo con el yogurt, a un Rolex de oro
—¿Y eso, por qué?
—Porque con el del yogur la gente podrá pensar que voy estreñido, pero con el de oro voy cagado. Estoy todo el día, ¿y si me lo roban, y si me lo joden?, lo mismo con mi novia, ¿y si me la roban, y si me la joden?
—Bueno pero… acordate de cuando la conociste, de cómo la conquistaste
—Me acuerdo, la vi en un bar y pensé, ¿esta mujer será de la misma especie que yo?, porque a su lado parezco la rana René, y cuando ella me vio y me guiñó un ojo pensé, pobre, debe tener un tic; recuerdo que se acercó y me preguntó ¿Estas solo?, y yo le dije, bueno… solo, solo, lo que se dice solo… sí.
—¿Y que pasó después?
—Me invitó a la barra a tomar algo y ahí entendí, ahora sale una cámara oculta y quedo como un boludo por la broma de la tele, pero no, charlamos y al despedirnos me dijo, mañana nos juntamos a tomar un café, claro que el café se lo tomará ella, porque yo me voy a tomar un plidex. Luego al día siguiente, cuando desperté, me preguntaba, ¿qué me habrá visto?, a lo mejor soy un intelectual y todavía no me di cuenta, ¿intentará cobrarme?
—Pero no Carlos, si vos de cerca ganas mucho, lo que pasa es que nunca antes se te habían acercado
—En definitiva nos hicimos novios, pero en seguida me di cuenta del problema; los amigos, se convirtieron en basquebolistas, sí, están todos esperando el fallo para recoger el rebote y encestar ellos
—Y salí a pasear solo con ella
—Eso es peor, el otro día pase por una obra y fue instantáneo, ¿Che Blancanieves, donde dejaste al resto de lo enanitos?, Mucho conejo pa tan poca zanahoria, y ahí exploté y me puse a llorar, porque… qué iba a hacer, tomarme a golpes con los 15 muchachotes hastiados de golpear clavos, o aclararles, cuidado que esta mujer tiene pareja… y a lo mejor anda por acá cerca
—¿Y ya probaste llevarla a una discoteca?
—Estás loco, es agotador, se la pasa toda la noche bailando y claro, yo con ella, no puedo dejarla sola porque están todos a su alrededor, entonces sigo bailando hasta que de pronto me entran unas ganas terribles de mear y pienso, a esta mujer no se le acaban nunca las pilas, es como el conejito de duracel, dura dura dura, y yo aguantando el meo miro a los hombre a mi alrededor y dura dura dura; tengo que seguir bailando
—Bueno pero al menos tendrás como recompensa el buen sexo
—Tampoco, yo antes aguantaba lo menos diez minutos en la postura del misionero, pero ahora, ni bien se quita el sostén, ni misionero ni nada, me voy en seco como adolescente debutante que se la pasa en Internet
—Bueno Carlos, vos pensá que es simpática, inteligente, y después de todo, un defectito lo tiene cualquiera
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Vie Ene 13, 2012 1:33 pm
