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| Tema: Dos cortitos de izquierda y la patada al estómago con la derecha Vie Sep 09, 2011 7:51 pm | |
| Recuerdo bien aquel día, el día que me senté en el salón de mi casa, frente a una hoja en blanco; y comencé a escribir. Tardó un tiempo; pero luego de mucho esfuerzo, levante la vista ya cansada de la hoja y noté para mí asombro… que no estaba en casa, estaba en otro lugar. Confieso que al principio esto me asustó un poco; ahora… cuando uno de los personajes se me acercó, puso su mano en mi hombro y me explicó al oído: que yo todavía estaba escribiendo… me terminé de espantar y salí corriendo. Pobres personajes, se habrán creído que estaba loco. Los que contamos historias, las contamos desde siempre, desde hace cinco millones de años… o más, ¿quién sabe?, desde que nos empezamos a comunicar, a decirle algo al otro. Desde entonces venimos remontado historia, tras historia, tras otra… hasta el principio de los tiempos, hasta la primera historia. La inspiración, creo yo, se originó en aquel instante en el que un homosapien, luego de haber logrado su primer razonamiento, salió corriendo desesperado a tratar de explicárselo a otro… y para colmo: ¡lo logra! Eso sí fue inspiración…, y el resto es historia, nuestra historia, la que nos venimos contado desde siempre, desde aquella historia. La taza, caída de lado en su platillo sobre la mesa, antagoniza con la otra, con la que nunca fue usada; la que aún me está esperando. Detrás veo la caja de cigarros nacionales que estando abierta invita a fumar; pero él no lo hace, no puede. Su mano yace más abajo caída sobre la alfombra. Desplomada veo su palma áspera y callosa. Me incliné para ver su reloj pulsera que marca las nueve, pleno día ya. Tomo un cigarro y lo enciendo a cerillo. Observo su masculino vello trepar tupido por el antebrazo, esfumarse al pasar el codo, lampiño el hombro fornido casi toca su mentón, con el rostro semihundido en el sofá, su pequeña oreja visible entre el cabello apunta directo a mis ojos: labios entreabiertos, respiración pausada, parpados cerrados. Duerme mi amor cansado… de esperar, de esperarme. Yo quise volver antes pero no pude, por los dos no pude, necesitábamos ese dinero y el tipo me ofreció más, por nada, por quedarme, porque el viejo ya casi no funciona como hombre: me mira desnuda, me toca, intenta masturbarse a mi lado, no lo logra, me toca de nuevo. Dejo el dinero junto a la taza, la que me estuvo esperando y corro, como siempre, a la ducha. Respirando vapor, envuelta en espuma, siento la estridencia sonora de un fax que llega… y su voz: —Stefaní, ¿trajiste más dinero? —Sí… por eso llegué tarde —Ay nena, no se que decir —No digas nada y lee el fax, tal vez sean buenas noticias —A ver… ¡es de la editorial! —Qué dice… ¿te van a publicar? —Dice que es bueno, pero no lo van a editar; parece que esto no vende; ya nadie lee poesía hoy —Te lo dije Homero, el último poeta ya esta muerto y la tierra, se cansó de dar flores |
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Jesús F Escritor activo
Cantidad de envíos : 49 Fecha de nacimiento : 28/03/1979 Edad : 45 Fecha de inscripción : 16/08/2011
| Tema: Re: Dos cortitos de izquierda y la patada al estómago con la derecha Vie Sep 09, 2011 8:03 pm | |
| Me llamó la atención el título del tema y ahora, tras acabar, entiendo su significado. Tres historias, y un gran contraste entre la inocencia y el humor de la primera y la amargura y desazón de la última (quieran los hados que no acabemos muchos como el pobre Homero). Me ha encantado, me ha emocionado y me ha hecho sonreír el comienzo, al recordar esas primeras líneas que hace años escribí. Muchas gracias. | |
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