Pecas

Patricio llevaba, en sus hombros, su realidad concentrada. Caminaba con paso firme, sobre baldosas gastadas.
Un día (no importa cuando) como si de azar se tratara, posó su tenaz pisada sobre unos dedos descalzos.
Al levantar la mirada halló, como si fuesen pintadas, siete pecas chocolate y las contó fascinado.
_ Perdón _atinó a decirle (pero en la cancha esperaban…).
_ ¡Vení, que nos falta un centro!_llamó Justo con voz chillona. Y Patricio se ató muy fuerte, a la pared de una arteria; la soledad enlatada, de los ojos del rostro magro; de la chiquilla descalza.
_¡Dale!_ insistió Justo; con el pie sobre el balón de futbol _ Se llama Martina y vive del otro lado del pueblo_ agregó con un gesto cómplice.
Ayer lo crucé a Patricio, pasaron como tres décadas. Camina con paso gastado sobre baldosas firmes. Y a sus botines colgados en la pared del altillo, aún le titilan pecas. Son siete y color chocolate (lo sé porque me lo dijo; y las contó fascinado).

Es fascinante el relato. La edad tiene el poder, incluso como lo recibe la vida (a golpes)
El amor tiene el fruto de que los sueños no quedan colgados en la memoria. En el paso de la vida los cimientos se ajustan a la familia. y si hay porqué reír, vale toda la felicidad.
un abrazo Sil

uff, Silvina, no puedo comentar,me emocione..quizas por que vi a mi Patricio y lo siento fascinado aun contando pecas...se que me entendes,y ja me hiciste llorisqquear.



la pucha que ando sensiblera.sñif



Que las hadas te acompañen

me quedé colgada en las pecas de Martina. Entiendo a Patricio , a veces en la vida nos cruzamos con gente que sólo vemos una vez pero se quedan grabadas en nuestras mentes por muchos años . Cuanta sensibilidad.

Muy bien logrado Silvina. Un abrazo!!

Muy buen relato. Delicado, relata la magia que solo se puede dar en la infancia.
Saludos.