Caminando por las calles de San Martín, me encontré con Roseta Malpartida. Si bien era cierto que había terminado hace 15 años la escuela, aún podía reconocer a una amiga cuando la veía y era muy difícil olvidar el rostro de Roseta, firme, serio, de esos que hasta miedo te daba. Además, era muy bonita a pesar de su expresión, así que razón menos para olvidarla. Sus rubios cabellos y ojitos marrones fueron un éxito en nuestro años escolares. Por eso me emocioné un montón al encontrarla comprando en un puesto de libros. Quería saber que cosas había echo, porque de algo estaba segura, eran cosas grandes. Lástima que no hablamos de eso aquel día, sino de Rosita. La invité a tomar un café conmigo, si que estaba con ganas de hablar con alguien de la promoción.
- Y cuéntame pues...¿qué ha sido de tu vida?- pregunté entusiasmada.
- Más o menos amiga...- contestó mirándose las manos.
- ¿Por qué? ¿qué ha pasado?
- Ay amiga- dijo dramáticamente- no sé si sabías que me casé con Pedro...Pedro Fernández.
- Ah si...algo me pareció escuchar- Quien lo iba a olvidar, si invitó solo a 5 personas de la promoción, y no me incluyó- ¿Algún problema con él?
- Si...no...bueno no...no con él precisamente...es...con...complicado...
- Bueno, no te sigo...¿el problema es tal vez...con tu suegra?- No sería nada nuevo, si hasta yo he tenido problemitas con la mía.
- No, el problema es su niña, Rosita- dijo frunciendo el ceño.
- ¿Tenía una hija?- Vaya, vaya...lo que uno se viene a enterar...pero bueno, no me sorprende, Pedrito era el cuero de la promoción, y no solo eso, era también, el más mujeriego.
- Si, tiene 6 años...y es linda y todo...pero Rosita es...es...
- ¿Es...?- presioné.
- Es...un estorbo...- suspiró.
El comentario de Roseta me sorprendió bastante, nunca había escuchado a alguien, así, tan cercano a mi, referirse de esa manera de un niño.
- ¿Por qué lo dices?- pregunté interesada.
- Veras...estoy embarazada...espera...- me cortó antes de que abriera la boca para felicitarla- ¿Te imaginas cuando nazca mi hijo? Pedro va a seguir pendiente de Rosita, y a mi me puede dejar de lado...y a su hijito también...¿no lo crees?
La miré unos segundos y contesté lo primero que se me vino a la mente.
- No lo creo...a pesar de que no recuerde mucho a Pedro, sé que si quiere a Rosita, querrá a tu hijo también...tu idea me parece tonta...
- Bueno, yo no lo veo así...esa niña me esta irritando, llorando todas las noches y haciendo que Pedro me deje sola...además de que todo el día se la pasa pegada a él...y cuando le reclamo a Pedro...me dice que aún extraña a su mamá...mocosa antipática....- dijo despectivamente.
- ¿Sabe que estas embarazada?
- Aún no, hoy se lo voy a decir- Roseta estaba algo exaltada, se notaba por la manera como hablaba.
- Sigue mi consejo...trata bien a Rosita...ahora es como tu hija...
- Si...si...esto...¿sabes Marlene? Tengo que irme, una lástima que no pueda terminar de charlar contigo...- dijo mientras se levantaba- Me llamas cuando quieras ¿si?
Era muy curioso que lo dijera, si no me había dado su número, pero...Roseta era una persona a la cual no le gustaban los reclamos, siempre quería solo halagos y que todos aceptaran lo que decía y pensaba. Hay personas que nunca cambian.
- Nos vemos Roseta, suerte con Rosita...
- Si, ok...bye
Esa conversación fue hace dos años...la recuerdo siempre que veo a una mujer con dos pequeños. Y es que aún me imagino a Roseta con una indefensa niña...sintiéndola como un estorbo...
Sé que no puede haber hecho más, pero me hubiera gustado decirle a Roseta que más pena me daba la niña que ella, porque ella impondría a su hijo ante todo...haría lo que fuera para que la pobre niña no recibiera atención y lo peor de todo seria que Rosita no tendría a nadie que la defendiera...ojalá que me equivoque y Pedrito, sea buen padre.
Dedicado a la madrastra de mi abuela, que según ésta, fue muy buena con ella, para que vean que no todas las madrastras son malas