EL LADRÓN

Llegó el momento, sólo quedaba entrar en la tienda y tomar los ahorros que Don Roque guardaba en la caja fuerte.
Ningún detalle se le había pasado por alto cuando planeo el robo, para ello tuvo mucho cuidado, ni siquiera “el Corto”, su fiel amigo lo sabía.
Es más, “el Corto” creía que había muerto en el accidente del barco donde no hubo sobrevivientes.
Pudo verlo en el noticiero de las 12, junto a su madre en el cementerio el día del entierro de los tripulantes y en la misa que organizo la compañía naviera donde trabajaba.

Ningún sobreviviente, casi todos calcinados, irreconocibles por la acción del fuego y otros desaparecidos en alta mar.
Esa noche era perfecta. Todo el pueblo estaba en la plaza festejando el día del pescador.

Había pasado un año de su supuesta muerte.
El accidente le vino de perillas. Era la frutilla del postre, la coartada perfecta para cometer el robo que había planeado, solo debía dejar pasar el tiempo, y un año era suficiente.

Se puso los guantes de látex e introdujo la llave en la cerradura, abrió la puerta, ni un ruido. Don Roque la había hecho arreglar por el chillido insoportable que hacía. Llegó hasta donde estaba el dinero sin dificultad, la luz del alumbrado público entraba impune por los vidrios de la claraboya, iluminándolo todo como si fuese de día.

No tuvo que anotar la combinación de la caja fuerte, la recordaba mejor que su número de documento. Tomó el dinero y se marchó. Antes se aseguró de que nadie lo viera mirando hacia ambos lados de la calle.

Al otro día, nadie notó la falta del dinero. Don Roque no abrió la caja fuerte, se sentó en el sillón a esperar a Alberto, el vendedor ambulante que todas las mañanas le vendía un té con leche y dos medialunas. Luego sonó el teléfono, era el colocador de la cámara de video que llamaba para cobrar el trabajo realizado hace tres días y que le debía el cartelito, donde decía, “SONRIA LO ESTAMOS FILMANDO”.

O sea, que al pobre ladrón, lo habían pillado "sonriendo" aun habiendo esperado un año para el robo perfecto. Si es que en este mundo lo único que no se sabe es lo que no se hace (como decía mi madre).

Jajajaja..., pobre tipo. Todo a pedir de boca para cometer un crimen perfecto y la endemoniada tecnologia que se entromete en su nueva vida... Muy bueno y original, Ricardo. Un abrazo,
Jose

Un excelente y ameno escrito, reciba mis felicitaciones, es un placer leerle.

Gracias, que bueno les haya gustado
Me pone muy feliz.
Un abrazo

JAJA NI LOS FANTASMAS SE SALVAN DE LA TECNOLOGIA, BUEN CUENTO,ME DIO GRACIA, Y ME RECORDO A GUZMAN UN RATERO DE MI BARRIO, JAJA LO PILLARON ROBANDO EN UNA CASA POR QUE LE SONO EL CELULAR, ERA SU ESPOSA ENOJADA POR QUE NO HABIA APRECIDO ESA NOCHE,JAJA Y LE DECIA QUE ESTABA CON OTRA.
AL SONAR EL CEL, SE DESPERTARON TODOS EN LA CASA,Y GUZMAN PASO MUCHAS NOCHES LEJOS DE SU MUJER JAJAJA.