Dos luces amarillas, penetrantes se asomaban por el filo oscuro de la ventana.
En la noche el miedo se apodero de todas las cosas, y Jhoana comenzó a temblar.
Las luces parpadearon, luego inmóviles, fijas quedaron en la ventana haciendo que un escalofrío le recorriera por entera.
Tantas cosas pasaron por su cabeza en un solo instante que perdió la conciencia de que hacer.
Tan inmóvil como las luces amarillas, Jhoana quedo parada justo frente a la ventana, su cuerpo no le respondía, y un sudor frío comenzó a correr por su cuerpo.
Un ruido de cristal arañado la devolvió a la tierra, y rió….
Se rió de si misma al recordar que su gato negro había quedado fuera.