La santa redentora

Ella estaba sentada en su yegua, Epona, y como todos los días se preparaba para un duro entrenamiento con la lanza. El maestro se hallaba encima de su semental favorito, espada en mano. Tocaba la última lección: luchar con armas distintas.
-Bien, tienes que aplicar todo lo que has aprendido durante estas semanas para vencerme. Ganarás si consigues herirme, y si no lo haces, deberás estar de nuevo un mes bajo mi adiestramiento.
Un escalofrío le recorrió la espina dorsal. El maestro siempre había sido duro con Ella por ser mujer y bella… Y, al fin y al cabo, por ser su hija predilecta.
-1…2…3… ¡En guardia!
Los caballos obedecieron a sus amos y galoparon hacia el centro. Ella acercó la lanza contra su pecho y la lanzó hacia el maestro, que la esquivo hábilmente. Por su parte, él dio un corte vertical en dirección a su cuello, que consiguió esquivar a duras penas. Recogió la lanza pasando por debajo de Epona y la blandió, punta al frente. Los dos volvieron a embestirse repetidas veces hasta que Ella logró clavar la lanza en el hombro del maestro. Los dos se bajaron de sus respectivas monturas y se miraron, desafiantes.
-Has ganado… ¡Enhorabuena hija mía!
Se fundieron en un gran abrazo y luego devolvieron los caballos al establo.
-Escúchame atentamente, ahora que has conseguido vencerme, el Consejo propondrá una misión definitiva para que la realices. Sea cual sea el objetivo, tendrás que saber que no será fácil, tanto física como mentalmente. Hoy has avanzado un paso más para convertirte en una guerrera… Y el paso final está cerca. Nos veremos en la cena.
El maestro se separó y caminó hacia la sala del Consejo. Ella estaba pensando en cuál sería la misión, si tan rápida tenían que elegirla.

Había sido entrenada en el arte de la espada, el hacha, la maza y la lanza, el cuerpo a cuerpo y el chamanismo. Pero nunca se habría esperado que le sugiriesen lo que le encomendaron hacer.
Por orden del Consejo, tenía que viajar al sur, a los lindes del bosque, donde se ha asentado una tribu enemiga… Y entonces, asesinar a todos sus integrantes, sean hombres, mujeres o niños.
Ella descansaba en su caseta, con todo lo que necesitaba preparado. El maestro tenía razón; no sabía si, cuando llegase la hora, mataría a todos los niños…
Se lavó la cara y salió de la caseta con su mochila, sus cuchillos enfundados en la cadera y su espada y lanza a la espalda. Tras despedirse de toda la aldea, fijó el rumbo hacia el sur.
Habían pasado dos terribles días en la selva. La bebida escaseaba, pero la comida abundaba por doquier… Solo que estaba viva. A la tercera mañana, se levantó temprano, cogió la lanza, y se encaramó a la rama de una alta secuoya. Esperó pacientemente hasta que vio llegar un jabalí. Fijó el blanco y la lanza salió disparaba al objetivo.
Tras matarlo, Ella encendió una hoguera, cortó el muslo de jabalí y lo cocino. No es que fuese un manjar, pero tampoco estaba mal. Al terminar, apagó la fogata, recogió su campamento y se puso en marcha.
Tres horas después, había llegado a su destino. La aldea enemiga era más grande de lo que esperaba; abarcaba una zona de más o menos doscientos metros. Bullía de actividad; los hombres traían la comida, las mujeres lavaban la ropa y los niños jugaban con los animales. Ella se preguntaba si hacía lo correcto.

Esa misma noche, cuando casi todos dormían y algunos protegían el campamento, Ella se internó en la aldea. Armada con los dos cuchillos, se acercó a la primera tienda y entró. Dormían dos personas; un hombre y una mujer. Acercó el cuchillo al cuello del primero y pensó seriamente lo que hacía. Seguramente ninguno de ellos se merecía morir, en cambio Ella había entrado en su caseta con ese propósito. Ella era la malvada…
Pero a lo mejor la habían enviado por algo malo que habían hecho. Ella se acordó de una historia que el maestro le contaba cuando preguntaba por su madre.
“Cuando establecimos el campamento a la orilla del río, entramos en la zona enemiga, y sin darnos cuenta, por la noche, nos atacaron. Masacraron a todos los hombres, mujeres y niños de la tribu, incluida tu madre y tu hermana. Desde ese momento, no ha habido ningún día en el que no deseara matar a todos ellos, y devolverles el daño que nos habían provocado.”
Seguramente era esa tribu, y entonces Ella sería la santa redentora. Sin vacilación, cortó las yugulares de las dos personas y salió del campamento. Mató a todos, hombres, mujeres y niños de la tribu. Al terminar, buscó a los guardianes y los asesinó por la espalda. Un nuevo brillo rojizo brillaba en sus ojos oscuros.

Tras volver al campamento, todos la recibieron como una heroína. Al superar la prueba, se había convertido en una guerrera de verdad. Le forjaron una nueva espada, con una empuñadura de plata que refulgía la luz del sol. Con el tiempo se fue haciendo más fría y dura; mataba a sus enemigos sin piedad, y con una velocidad asombrosa. Los enemigos la llamaban “la valquiria de la muerte”, pero los de su tribu la llamaban “la santa redentora”… Al fin y al cabo, todo lo comenzó la venganza.

Gracias poe, me alegro de que te gustase, supongo que aunque cambie de género tendrá siempre algo mío que le caracterize, eso me gusta . Un abrazo

Un buen relato Pablo, con esa agilidad que te caracteriza y esos detalles que van adentrando al lector facilmente en la trama...y me quede pensando...cuan frios a veces se vuelve la humanidad, y mucha verdad en aquello de que aquel que mata una vez, ya, hacerlo nuevamente cuesta menos y el habito lo vuelve frio, insensible...un buen texto compañero, agradable al leerlo...

Abrazos,

Ignacio

Es crudo ver como una persona va cambiando a medida que mata... En fin, gracias por pasar y comentar nacho, me alegro de que te gustase . Un abrazo

MUY BUEN TEXTO, ATRAPANTE Y QUE ENTRETIENE.
ME GUSTO COMO DESARROLLASTE EL TEMA, NO HAY ESFUERZO AL ESCRIBIR POR LO QUE LA HISTORIA FLUYE DE FORMA NATURAL.

Gracias por pasar y comentar nomade, supongo que la historia la tenía clara desde el principio y me salió muy natural . Un abrazo

Me alegro de que te gustase amiga, gracias por dejar tu comentario . Un abrazo

Gracias lenys, me alegro de que lo disfrutases . Aprovecho para decir que esta semana pasada y la que viene no he estado ni estaré por aquí debido a los exámenes finales . Espero volver lo antes posible, un abrazo