Una entrevista inusual

Al pasar por debajo de un árbol y mientras la luna se colaba por entre sus ramas, me detuve por un momento para mirar mi reloj de pulso, éste marcaba la 1 menos 10 minutos. Proseguí mi camino y un metro más adelante alguien salió a mi paso. Por la oscuridad no pude definir bien quién era. Escuché su voz de manera retadora y percibí su presencia que se sentó sobre un tronco que había sido derrumbado por quizás una tormenta fuerte.
Sus ojos redondos me miraron de manera fija y al ver que llevaba una libreta y un lápiz, me dijo de manera retadora, casi imperativa:
—Anda, hazme una entrevista, nadie me la ha hecho.
Qué locura, pensé ¡qué se creerá! Pero la luz de la luna hizo que brillaran más sus ojos y sin titubear le dije si.
Se hizo a un lado dándome espacio para que me sentara junto a él. Sin demostrarle miedo lo hice. No sabía por dónde empezar, intenté rascarme la cabeza pero preferí quedarme quieta. No era para nada agradable lo que iba a suceder, mi corazón hacía pum, pum con fuerza.
—Dime, ¿de dónde vienes tú?
Dicen que posiblemente mis retatarabuelos eran de Asia.
Me impactó verle sus piernas tan delgadas pero no me atreví a preguntarle nada.
—Tus padres ¿dónde están?
—No los conocí, ni me importa eso…
—Y no estás traumatizado ¿por eso?
—Más traumatizada estás vos…
Vaya respuesta tan atrevida, ¿Qué se creerá este cretino? Pensé mientras trataba de encontrar preguntas que satisficiera a mi entrevistado, hasta que se me ocurrió preguntarle:
—Y para qué quieres ¿esta entrevista?
—Para sentirme mejor, ¡solo para eso!
Vaya que vanidoso, me dije y hasta rabia me dio que me utilizara de esa forma, pero no quería ni moverme y mi respiración ya casi me faltaba. Creo que se dio cuenta de ello y de manera maliciosa movió sus orejas y su lengua la pasó por la boca, mostrando sus blanquísimos dientes. De pronto sentí un mal olor y le pregunté:
— ¿Tú te bañas? Es que siento un mal olor. Después me di cuenta que a lo mejor había metido la pata y se enojaría, ¡qué torpeza la mía!
Cambió de lugar, abrió sus brazos y de pronto voló y pasó por mi cabeza soltando un soberano chorro de orines que inundó mi cara, me di cuenta que lo hizo de manera cuidadosa para que la libreta no se fuera a mojar.
Solo atiné a mover mi mano y a decirle en voz alta: Chao, que te vaya bien y para mis adentros dije: ¡Maldito murciélago!
Grité tan alto esta última frase que quedé sentada de inmediato en la cama y con el corazón palpitando fuerte.

Excelente, bravooooo, Ethel!!!
Qué buen relato, amiga!!
Un relato donde metes al lector dentro de la historia y en el que es posible hasta casi escuchar el diálogo entre entrevistado y entrevistadora!!

Para no perder la costumbre, Ethel... acaso no eres tú una de las entrevistadoras??
jaja... buenísimooooooo!
Me encantó, amiga, me encantó!!
Felicitaciones!!

Un abrazote enorme!!

*

Gracias.... Nacho, tienes la razón, la frase sobraba, la quité, a veces pasa que no dejamos macerar los textos... buena sugerencia

Susy en el sueño no te vi, sino te hubiera cedido al entrevistado....

Ves, querida Ethel, eso pasa por no hacerle la entrevista a una rana. Ellas no echan chorros de orines Por eso me escogió Susy... ¡Pero le cayó una avalancha de palabras!

Eres genial, casi me lo estaba creyendo que era algún asaltante de la calle.

Un beso. Elisa

Gracias Elisa, esoy leyendo un libro sobre el relato y de acuerdo a algunas consideraciones sugieren escribir esta clase de textos....
¿Asaltante en la calle? paticas para que son, sino para correr, claro que es mejor quedarse quieto y dejarse robar...

Un abrazo

Ja ja ja já, suele suceder. Soñar una pesadilla tan vívida que uno o da un feroz salto o larga una palabrota.
Por suerte para ti fue un pequeño murciélago, imagínate que hubiera sido un caballo ... ja ja ja ja já.
Excelente historia, quedé enganchado hasta el final.
Un beso
Jaime, el murciélago loco.

Gracias Jaime, hubiera sido más grato un caballo, me hubiese dado menos miedo, pero te imaginas si vuela y me suelta el chorro?.. ufff qué ocurrencias las tuyas....