RECUERDOS DEL AYER

LIZA SALVADA DE LAS AGUAS.

Antes de que ocurriera el gran día de irme de mi casa de campo, sucedió algo que me tuvo en los brazos de la muerte.
Aun no cumplía yo los dos años, caminaba segura y corría por doquier, me escondía de mis hermanos y acompañaba de vez en cuando a mi hermana Oli a sus quehaceres o mandados de mamá.
Una mañana recuerdo, había un gran alboroto, las frazadas, colchas, los libros de la cama, toda la ropa grande y gruesa, estaba siendo lanzada a unos canastos tejidos que se acomodaban en una carreta. Íbamos al río, a lavar, según mis hermanos era una fiesta, de todo el día, podrían bañarse, colgarse de las lianas y pasar a la quinta de un vecino para recoger manzanas y duraznos.
Emprendimos el viaje, me acomodaron en la carreta que era tirada por dos grandes bueyes que caminaban sin prisa, no recuerdo quien guiaba, pero si veía a mis hermanos corriendo atrás, riendo y saltando, yo los miraba también riendo y de haber podido, me habría bajado a realizar lo mismo.
Llegamos a un lugar del río Challupén, oí que el agua cantaba y los árboles se mecían suavemente como trepando al cielo, me envolvió una fragancia exquisita, que traspasó mis narices, pareciendo llegar bien al fondo de mi estómago.
Todos ayudaron a bajar los canastos, mi madre le dijo a mi hermano Luis:
- Tu te encargarás de cuidar a Liza, que no se vaya a acercar al agua. Luego lo hará tu otro hermano y podrás jugar – A mi hermano no le pareció muy bien la idea, porque la risa se borró de su cara.
Desde donde me encontraba, podía ver como las mujeres mayores, mi madre y mis dos hermanas escobillaban y refregaban la ropa, la fragancia del lugar se mezcló con el olor de los jabones y el agua cambiaba de color.
Mi hermano me entretenía contando piedras de muchos colores y acorralando a pequeños pececitos en una poza que hizo para mi.
Luego de almorzar, mi hermano mayor, Humbe, convenció a mi madre para que los dejara ir a buscar frutas a la quinta antes mencionada. Ella le dijo:
- Pero tengan mucho cuidado, crucen por el alto, ahí está angosto el río y apenas corre un hilo de agua.-
Creo que yo quedé llorando, porque vi a mi hermano mayor que regresaba y le decía a mi madre que me dejara ir con ellos, que luego acudiera mi hermana Oli para el regreso a buscarme. Y así sucedió, me encontré en la espalda de mi hermano que me llevaba agarradita de las manos. Nos internamos entre los árboles y senderos tapizados de hojas que sonaban al caminar sobre ellas. Yo iba feliz y mis hermanos silbaban también felices. Llegamos al alto que había dicho mi madre, era muy angostito, si no parecía nada más que un pequeño estero, la poca agua iba rozando las grandes piedras que se veían de color verde. Comenzamos a cruzar y de pronto mi hermano Humbe se resbaló y caímos rodando por las piedras llegando al agua que nos abrazó y llevó río abajo. Recuerdo que vi correr a mi hermano Luis por la orilla gritando.
Permanecí en el agua mucho tiempo, cuando asomaba mi cabeza, veía a mi madre con una gran vara tratando de alcanzar mi vestido y a todos llorando y llamándome.
Mi hermano que ya había logrado salir, gritaba:
- ¡Mamá! ¡Saquen a Liza ya que vienen los saltos!
No sabía que era eso de los saltos. Fue lo último que escuché y me perdí en la corriente.
Desperté con la mirada de todos sobre mí, sus rostros estaban llorosos y entumidos. Mi hermana Oli me abrazaba llorando y mi madre se limpiaba la cara con parte de su delantal. Humber, no estaba, apareció al poco rato, se acercó llorando y me decía:
- Hermanita querida, ¡Gracias a Dios estás bien, perdóname! Si no hubieras despertado, me habría ido río abajo.-
Luego escuché la conversación acerca de lo sucedido. Mi hermana Oli se había lanzado a las aguas, sin saber nadar para salvarme, me había agarrado justo unos metros antes del primer salto, que era una caída de agua de mas o menos cuatro metros, luego venía otro de doble distancia, hasta llegar al tercero, que medía cerca de quince metros de altura. Después de lo sucedido, mi madre comentaba que a causa de ello, yo, había perdido los colores de mis mejillas y mis labios estaban pálidos.

Y así fue, como por un milagro de Dios y gracias a mi valiente hermana Oli, fui rescatada de la muerte, salvada de las aguas, cómo Moisés. A ella dedico este pasaje de mi vida con todo el amor que le tengo.

Vocabulario
Libros de la cama: dos colchones de un metro cuadrado, que eran confeccionados en casa y rellenados con lana de oveja.
Colchas: tejidas a telar o a palillo, lo que hoy es el cubrecama o cobertor.