El Aprendiz de Mago de los Efectos Electrónicos. (Reeditado)

Después de haber escrito la reflexión “Mundo Virtual Manejado por un Mundo Real” y de haber tenido correspondencia con el gran escritor Ramón Antonio Martínez (Zartantinio) del bello país de Colombia, no pude resistir la tentación de contar las anécdotas de mi niñez.
A mi dilecto amigo Ramón, a quien trato de imitar burdamente su fino estilo de escritor con un acervo cultural y lingüístico admirable, le conté por correo privado algunas de mis aventuras como aprendiz en las artes electrónicas para crear efectos especiales que tan hermosos aparecen en el cine y la televisión o ya sea con científicos locos de las seriales de la década de los 40 que todos los domingos íbamos a ver en mi infancia y que a Chile llegaban atrasadas unos 10 años.
Cada vez que veo a las bandas musicales en los festivales de connotación mundial, quedo admirado del despliegue de luces centelleantes de colores; tienen el mismo origen que las películas en blanco y negro, es decir, creadas por Nicolás Tesla. Curiosamente estos efectos eléctricos no son su máxima creación, pues en la práctica él fue el inventor de los motores eléctricos y ha quedado en el olvido, por ahora, la transmisión de energía a larga distancia sin necesidad de conductores (cables). Estoy completamente de acuerdo que, si sacudimos el polvo del tiempo de las ideas que nos legó Tesla, estaríamos diciendo ADIOS AL PETROLEO, que tanto daño hace a la naturaleza; espero que mentes jóvenes y limpias redescubran y apliquen los conocimientos de este gran hombre y así volver a ser amigos de nuestro planeta para que prontamente andemos en automóviles voladores, entre otros artefactos, y que con esas genialidades viajemos sin contaminar.
Después de este pequeño recuerdo del gran Nicolás Tesla, retorno a mis aventuras con la electricidad. Me contaban mis padres y tíos que mi hermana melliza y yo nos fugábamos de la casa a los dos años de edad para estar en primera fila en el cine del barrio. De modo que desde pequeño en la ficción estuve mirando los experimentos de científicos locos.
Se dice que las niñas sueñan con vivir aventuras y que los niños tendemos a hacerlas efectivas a corto plazo. Recuerdo las seriales domingueras de el Hombre Murciélago, Capitán Video, Supermán, etc., donde los hombres de ciencia corruptos hacían experimentos;años después supe que eran más o menos inofensivos juegos de luces que fueron resultado de experimentos de Tesla para dar a toda la humanidad energía gratis.
Fue así como en diversas oportunidades a mis 8 años de edad practicaba con la energía eléctrica de mi casa. Recuerdo a mi tío Ramón Olate, a quien se le ocurrió hacer una antena pequeña en reemplazo de los 40 metros de cable aéreo que se usaban para captar la señal radial de amplitud modulada (AM) de ese entonces. Hoy no existen esos larguísimos soportes de los alambres que bajaban hasta el radio receptor, pues tenemos la frecuencia modulada (FM) y de paso inventaron la antena de ferrita (mi pobre tío Ramón se quedó chupándose un dedo, pues el principio de tal invento lo habría descubierto él).
Mi viejo tío hizo dos pequeñas torres parecidas a la Torre Eifel de París y cuando las vi me acordé de una de la seriales. Seguramente me dije “ A poner en práctica lo que ya sé”. Enchufé los extremos de ambas antenas, muy adelantadas para su época, y con asombro vi que el cable enrollado comenzó a iluminarse como los conocidos anafes; emocionado espere que comenzaran a saltar de una torre a la otra los rayos y centellas, pero… sólo salió humo que quemó la cubierta aislante del cable embobinado, además de un olor a quemado insoportable. Rápidamente retiré los cables del toma corriente de la pared y me hice el leso; mi querido tío creyó que su invento había fracasado y retiró de la cubierta del aparato algo que podía provocar un incendio. Nunca le confesé que había sido mi mala cabeza la que quemó las inocentes y prácticas antenas y que, de paso, otro inventor pasó al anonimato por mi culpa.
No pasó mucho tiempo y Macuquito el Inventor volvió a la carga. Esta vez un gatito de unos 5 ó 6 meses fue la víctima propicia para el holocausto en aras de la ciencia. Le tomé una de sus manitos, abrí sus deditos y quise ver qué resultaba enchufando al minino al toma corriente. Sucedió lo que cualquiera de ustedes supone: un maullido estridente, del felino pasó la corriente por mí y ambos saltamos lejos. Ahí sí que me pillaron con las manos en la masa; la alharaca fue grande, mi prima mayor casi llorando acariciaba al pobre animalito y mi querido tío, sin comprender que tenía en su sobrino un genio en potencia, me dio de nalgadas.
La gente no nos entiende a nosotros los científicos, claro que después me dediqué seriamente a la electrónica básica para reparar radios y televisores. Igual recibí N cantidad de descargas eléctricas y las burlas de mi esposa cuando fabricaba transmisores en la banda de aficionados, pues me quedaba dormido tratando de comunicarme con algún otro ser humano a través del éter y el micrófono me quemaba los labios, despertándome de un salto con una fea palabra.
Sí, sí ya sé, algunos de ustedes pensarán que de ahí es que tengo tantas ideas luminosas para inventar cuentos. Pero, para su conocimiento, les digo que después de recibir las descargas de electrones… quedaba tranquilito, algo aturdido, pero relajado.
Ahora que estoy viejo, ando vigilando a mis nietos por si han heredado los posibles y peligrosos genes de inventor. Este asunto de la ciencia y el deseo de ayudar a la humanidad es peligroso…, así es que me mantengo alejado de todo aparato riesgoso y desecho las tremendas tentaciones de volver a experimentar.

Muy bueno, amigo Jaime. Te cuento que por estos pagos afortunadamente la gente está comprendiendo quién fue el genio indiscutido de Nicolás Tesla, de quien varios oportunistas con mucho menos talento se prendieron, recibiendo crédito por cosas que no habían inventado ellos. El único automóvil totalmente eléctrico (no usa gasolina para nada) que aquí existe, se fabrica en California, se llama muy adecuadamente Tesla y ha resistido toda la presión de las petroleras para subsistir y ser conocido por la gente. Es muy caro, pero absolutamente compatible con un buen medio ambiente. La lista de espera para obtener uno es de seis meses.
Nuevamente felicitaciones por tu escrito y esa vindicación que en él haces de este verdadero genio innovador, que muchos, para beneficio propio, trataron de oscurecer y dejar en el olvido.
Un abrazo,
José

Gracias por tu comentario, estimado Fobio, y se agradece también el dato del automóvil totalmente eléctrico, del cual había tenido noticias, pero ignoraba que le hicieran justicia a Nicolás Tesla al bautizar con su nombre a tal ingenio.
Si llego a tener el cochino billete, me inscribo para obtener uno, ¡Ja! Soñar es gratis.
Un abrazo
Jaime

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