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 Crazy Love. Capítulo 1

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Nicolás
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Nicolás


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León Cerdo
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MensajeTema: Crazy Love. Capítulo 1   Crazy Love. Capítulo 1 Icon_minitimeDom Mayo 12, 2013 10:17 pm


Capítulo 1.

No me pregunten cómo es que llegué a estar en esta extraña situación, porque ni yo lo sé. Ahora mismo una auténtica belleza me tiene acorralado en el baño de las mujeres mientras me agarra del cuello de la camisa con una fuerza descomunal, de modo que me hacía tocar el suelo con las puntas de mis pies.

Se trataba de la nueva chica transferida, la misma a quien expulsaron de cinco escuelas por golpear a los hombres que se quedaran mirándola o siquiera osaran dirigirle la palabra.

No me explico cómo no la encerraron en una jaula, porque no parece humana. Debería haber una buena explicación para eso, fuera del hecho de que, según supe, sus calificaciones siempre eran perfectas.

Si no fuera porque está más buena que las chicas del calendario que tengo en mi habitación, intentaría al menos oponerle resistencia, aunque todo esfuerzo sería inútil.

Como no podía, cobarde de mí, sostenerle mucho tiempo la mirada de fiera salvaje que podía atravesar fácilmente la pared, mis ojos se posaban a intervalos en sus hermosas tetas.

¡Qué buena está esta tía, por Dios! ¿Y qué hago yo aquí en el baño de chicas con ella? Lo único que hice fue quedarmela mirando como un idiota con la boca abierta en cuanto la ví por primera vez, tan sólo hace unos cinco minutos. Seguro que cualquiera que entrara y nos viera en este momento malinterpretaría las cosas. Eso sólo complicaría más la situación. Por lo que, para mis adentros, rogaba que nadie cruzara esa puerta y que esto acabara pronto.

Era una pesadilla. Tenía su aliento pegado en mi cara. Pálido como un papel, un escalofrío recorrió mi columna vertebral y un sudor frío bajó por mi frente.

Su pelo, negro como el cuervo, caía hasta su cintura en una gran cola de caballo. Dos largos mechones, uno a cada lado de su preciosa cara, ondulaban en sus blancos senos que subían y bajaban suavemente con la respiración.

Me empezaba a faltar el aire, así que hice inconscientemente un movimiento con mis manos buscando un apoyo en la pared. Creyendo que intentaba safarme, la tía sexi me agarró con más fuerza aún, dejando mis pies en el aire como si fuera un muñeco de trapo. Y, haciendo oír un desafiante gesto de ironía, torció un poco la boca a la vez que un destello maligno brilló en sus dos dagas negras. Entonces apretó más su cuerpo de sirena contra el mío, sin dejar prácticamente espacio para moverme.

Si no fuera por que estaba a punto de morir, diría que esa sensación era absolutamente imposible de describir con palabras. Su belleza era perturbadora. Nada de lo que dijera podría siquiera hacerle justicia.

Luego, lo que menos comprendí de toda esta escena salida de alguna película de lunáticos, era que juntó sus sensuales labios con los míos. Como instintivamente cerré mis ojos, no supe si ella seguía mirándome o si también los había cerrado durante esos interminables segundos en los que el tiempo parecía congelado.

Cuando apartó su boca con brusquedad, ya había caído al suelo con las manos en mi cuello tratando desesperadamente de respirar como un pez fuera del agua.

Aunque estaba demasiado interesado en no volver a mirarla en mi vida, sentí que se volvía junto a la puerta entreabierta para mirarme por última vez antes de cerrarla y marcharse. Oí claramente sus pasos alejarse en el pasillo como si nada.

No fué fácil encontrar una excusa para explicar mi presencia en el baño de las mujeres cuando dos chicas asustadas gritaron al verme tirado en el suelo. No sé por qué tuve la caballerosidad de cubrirla. Realmente no quería tener nada que ver con esa loca. Por otro lado, sin duda valió la pena estar al borde de la muerte por ese beso de amazona.

"¿¡EEH...!?"

"¡Un pervertido!"

"¡Aahh...!"

Las dos estúpidas me quedaron mirando con espanto y luego gritaron al unísono, cubriéndose el pecho con ambas manos como si yo pudiera pararme y tuviera la idea de traerme más problemas.

"¡Qué intentaste hacer con Mizuki sempai en el baño de las chicas!"

Caí nuevamente al intentar pararme mientras buscaba en mi mente una buena respuesta. Aún sentía la formidable presión de sus dedos en mi cuello como si se tratara de garras. Tampoco mis pulmones aún encontraban el aire.

Las dos dieron aterradas un paso atrás al verme de pie y buscando apoyo en la pared con una mano en el cuello, ignorándolas por completo.

"Lo siento mucho."

Me incliné hacia ellas noventa grados.

"Me equivoqué de puerta. Lamento el malentendido. ¡No volverá a suceder!"

Habrán visto que no me encontraba bien, porque después de insultarme pude escapar ileso sin mayores consecuencias.

En cuanto salí, me sambullí en el baño de hombres para tomar un respiro. Ya en mi terrirorio, suspiré, prometiéndome que nunca más me harían entrar a la fuerza por esa puerta endemoniada.

Me tomé mi tiempo para lavarme la cara frente al espejo. Dejando correr el agua y respirando con más calma, me observaba perplejo preguntándome qué había sido eso.

¿Acaso me volví un gallina sólo porque esa desquiciada me arrinconó por sorpresa contra la pared? ¿Qué van a pensar mis amigos? Mi reputación quedará arruinada por culpa de esa tipa. ¿Qué tiene en la cabeza? Como si fuera el centro del mundo...

Respiré profundamente.

"Fiuuu..."

Me arrastré derrotado hasta mi clase pensando que lo sucedido se esparciría en segundos como una infección, temiendo que mis problemas apenas comenzaban.

En mitad de camino, después de bajar las escaleras, me encontré con Takashi y Nakamura, mis camaradas, que igualmente se dirigían al 2do B.

Al verme, Takashi levantó el brazo y me llamó en voz alta visiblemente excitado.
"Hey, Keito. ¿Dónde estabas? ¡La chica nueva acaba de pelearse con un tipo en el baño de las chicas!"

Diablos. Justo como lo pensé.

"¡Ah! Es definitivamente mi tipo. ¿A qué idiota se le ocurre meterse con esa belleza?" Ese era Nakamura, interviniendo sin que nadie le pidiera su opinión.

Decidí cerrar la boca y no decir una palabra del reciente incidente de la amazona asesina.

"Ah, sí. ¿En serio? Aún no la he visto bien." Miré a un lado y a otro esperando no encontrármela de nuevo en el corredor.

Debía poner cara sospechosa, porque Nakamura, con su natural habilidad de observación, me quedó mirando pensativo mientras Takashi me hablaba sobre la chica nueva como si fuera un niño describiendo entusiasmado un parque de diversiones.

Yo iba hablando sobre el partido de fútbol que jugaríamos el fin de semana contra el 2do A. Me explayaba sobre las posiciones y la estrategia a seguir como si supiera de lo que estaba hablando, a modo de un comentarista deportivo. Lo cierto es que no le daba a la pelota ni por casualidad, por lo que siempre terminaba de defensa o de golero. ¡Rayos!

Cuando nos acercábamos a la puerta del salón y levanté distraído la mirada...

Mi corazón dio un salto y me quedé de piedra con una cara de pánico. Seguro que yo mismo me hubiera reído de verme. Takashi y Nakamura me miraron sorprendidos queriendo saber qué me pasaba.

La amazona asesina estaba recostada en la pared, apoyando un pie y cruzada de brazos como un varón. Se percató inmediatamente de mi presencia y me lanzó una mirada de -180 grados Celsius. Las chicas tontas que la rodeaban tenían toda la pinta de ya haber formado un club de fans y en ese momento se disputaban quién se sentaría con ella.

Estaba en la misma puerta, así que me vería obligado a arriesgar mi cuello por segunda vez en un solo día. Aún no había firmado mi testamento, pero confiaba en que un milagro me salvara. Mi corazón galopaba como el de una suricata que advirtiera una serpiente cerca de su madriguera. Todo sea por la educación.

Estaba con mis camaradas; no tenía otra opción que seguir caminando. Tampoco podía hacer otra cosa que ignorar por todos los medios posibles los ojos de la medusa vigilando mis movimientos.

Takashi y Nakamura me escoltaban como un condenado a la horca. Me acercaba a la puerta del salón con el alma en un hilo. El tiempo se ralentizó al ritmo de los golpes de tambor que me salían del pecho. Mi vida pasó frente a mis ojos.

A dos pasos de lograrlo, mientras veía las espaldas de ambos cruzando la entrada, de un movimiento sacó el pie de la pared y se giró para cortarme el paso. Entrar en contacto estrecho con el enemigo hubiera sellado mi sentencia de muerte, así que me paré en seco. Su largo pelo rozó los botones de mi uniforme. Tardó un segundo antes de mirarme indirectamente igual que a un insecto sobre el hombro y entrar en el salón de clases, seguida de las chicas tontas que para estas alturas se habían convertido en su sombra.

Me sentía humillado y eso que acababa de conocerla. No tenía idea de qué iba su actitud, si ni siquiera nos habíamos presentado apropiadamente.

Ahora que lo pienso... no recuerdo haberle hablado, cosa que no se me ocurriría hacer por mi propia voluntad, ni ella me ha dirigido la palabra tampoco, salvo por el hecho de cortar mi suministro de aire casi hasta matarme y haberme dado ese beso incomprensible que no podía sacarme de la cabeza.

Me dejé caer en el banco, cansado y sin ganas de nada. Pensar que ahora tendríamos historia las dos primeras horas acabó por desanimarme. Descansé la cabeza sobre mi escritorio queriendo olvidarme de todo lo sucedido hasta ese momento, como si hubiera sido una pesadilla.

No pasó mucho tiempo antes de que el profesor apareciera mostrando una sonrisa amistosa. Lo primero que hizo fue presentarla a la clase. Se dirigió a ella con una mayor sonrisa que la habitual, pidiéndole por favor que pasara al frente.

"Saluden a su nueva compañera. Su nombre es Hirase Mitsuki. Hagan que se sienta cómoda con nosotros."

Todos nos pusimos de pie y le hicimos una reverencia de bienvenida. Permanecía junto al sensei con el gesto de toda chica normal, con las manos unidas sobre la falda de estudiante. Hizo una corta reverencia y un simple "Hola" con una voz apagada pero que se oyó claramente. Se apartó el pelo de su bonita cara y hubo un silencio...

Todos la miraron embobados. Takashi, que estaba a mi lado, me codeó fuerte en las costillas mientras ponía una cara de idiota, sin poder articular alguna palabra inteligible. A pesar de que personalmente yo no tenía muchas razones para sentirme tan afortunado como él, tampoco era una piedra. Vamos, después de todo yo también soy hombre.

La verdad es que se veía encantadora. El uniforme le sentaba de maravilla. Era como un delicado lirio en todo su esplendor, pero que a la vez escondía espinas con un veneno mortal. Hería los ojos tan sólo mirarla.

Recordé el reciente suceso en el baño de las chicas, para lo cual aún sigo buscando una explicación lógica. Sentí que un calor encendía mis mejillas y las orejas me ardían. Me pasé las manos por la cara como secándome con una toalla y aparté la mirada hacia la ventana. No quería caer también en su misterioso hechizo.

Observé todo el rato por la ventana las hojas de los árboles meciéndose suavemente bajo los rayos del sol, con los codos encima de la mesa y la cabeza apoyada en mis manos formando un puño. No sé cuántos segundos o minutos pasaron, pero la voz del sensei regañándome, con un tono más firme, me volvió a la realidad rápidamente. Noté que muchos se volvieron para mirarme y eso me incomodó bastante, pues lo que menos quería era llamar la atención.

Hirase Mitzuki. Qué raro le queda ese nombre. Juraría que es todo menos una estudiante normal, aunque lo parecía en ese momento, sentada junto a dos chicas entusiasmadas que se habían tomado gustosas la molestia de encontrarle un lugar junto a ellas. Luego de insistirle al sensei, éste no pudo menos que aceptar, complacido por la calurosa recepción que encontraba esta problemática chica en este nuevo instituto, que para mí más bien me parecía su próxima escena del crimen.

Como yo estaba hubicado cerca del fondo, con la ventana a mi izquierda y Takashi a mi derecha, podía verla cómodamente desde atrás. Dejó la cartera junto a su sitio y acomodó su magnífica cola de caballo, tan larga que llegaba al borde del asiento. Las chicas, que por respeto al sensei se contuvieron de emoción, la recibieron con dos brillantes sonrisas y elogiaron su hermoso cabello.

La clase transcurrió más normalmente de lo que me imaginaba, salvo que lo único que retuve en mi cerebro fue únicamente algo sobre el levantamiento contra un emperador y el asedio a cierta fortaleza mediante una ingeniosa estrategia militar. Mis pensamientos volaban vertiginosamente como si el mundo hubiera cambiado y diera vueltas a mi alrededor.

Las dos horas de historia pasaron volando, así como el resto de la mañana hasta el receso del mediodía. Mis ojos, por no decir toda mi atención, se dirigían por intervalos hacia la chica nueva. Su rostro estaba oculto detrás del mechón izquierdo, que formaba una elegante curva antes de terminar más o menos en la mitad del cuello, descubriendo su blanquísima piel y la pequeña oreja tan perfecta como uno de esos bonitos caracoles que a veces se encuentran en la arena de una playa. Me sorprendió el irracional impulso de darle un mordisquito por detrás. ¿Qué diablos me sucede? Aparté inmediatamente esa idea de mi cabeza.



Al fin sonó la campana que señalaba el fin de la constante tortura mental que significó para mí la clase de matemáticas. Tener que grabar en mi disco duro todas esas fórmulas y teoremas se parecía bastante a una tarea hercúlea. No tendré otra que aceptar el consejo de mi madre de tomar clases de apoyo, pues se acercaban los exámenes que cerraban el primer trimestre. "Te lo dije." Es lo que escucharé cuando tenga que decírselo.

Abrí mi caja para el almuerzo que saqué de la cartera. Otra vez las bolas de arroz. Lo único que los salvaba de no ser comidos eran los dos rollitos de carne que había junto a la ensalada. Sólo porque le gustaban a mi pequeña hermana de quinto de secundaria. No es que los odie, pero llega un momento en que si te los sirven contra tu voluntad cada día de la semana llegará forzosamente el momento en que te los comerás sólo por efecto del hambre. Gracias a que tengo un saludable apetito puedo acabar en seguida con mi almuerzo. Hoy, sin embargo, extrañamente no tenía muchas ganas de comer. La sensación de estar satisfecho y a la vez tener el estómago vacío no era para nada agradable.

Takashi me vió moviendo los palillos en la comida, mirando las caras con que mi linda hermana decoraba con tiras de alga las bolas de arroz de mi almuerzo. Me hacía sentir ridículo. Seguro que lo hace porque sabe que me fastidia. No importa, ya me vengaré.

"¿Huh?" Sin haber tragado completamente, Takashi me miró extrañado. "Si no vas a comértelo, puedes contar conmigo..." Acechó los rollitos de carne con los palillos mientras hablaba con la boca llena. "Hey, no te atrevas o lo lamentarás." Lo miré fingiendo la voz de un convicto y aparté sus palillos con los míos.

Como si yo no hubiera contestado, pasó a referirme sus planes haciendo una significativa pausa, y cambió el tono de voz con toda la seriedad de una importante revelación.

"Keito, desde que esa ardiente chica entró al instituto, no he dejado de pensar en ella ni un momento. Seguro que a tí te a pasado lo mismo. Pero me doy cuenta de que tengo que actuar como un verdadero hombre si quiero conseguir mis objetivos." Alzó un poco la cabeza y un reflejo cruzó como un rayo los cristales de sus lentes. "Estoy decidido a invitarla a salir este fin de semana. Sólo tengo que hablar con ella y conseguir su número."

"¿¡Qué!? Acaba de llegar y aún no sabes nada sobre ella, o, mejor dicho, lo único que sabes sobre ella es que se trata de una tipa ruda que te noqueará antes de que siquiera empieces a hablar. Sigue mi consejo: olvídala. Sólo encontrarás una muerte segura. Además... " Dije esto blandiendo un rollito de carne delante de su cara, intentando no reírme. "No queremos perderte antes del partido del sábado. Eres un importante elemento en el equipo."

No me sorprendió en lo absoluto que este intento de galán, mi buen amigo Takashi, haya sido infectado por el atolondrado bichito del amor, al igual que el 99 por ciento de los varones de la clase, si no del instituto entero. No quise decir más por no herir sus sentimientos, aunque tampoco puedo permitir que le rompan gratuitamente la cara. En la amistad hay códigos que jamás deben romperse, como defender a tu amigo hasta las últimas consecuencias y no mirar a la chica que le gusta. Honestamente me considero un hombre de principios.

Amigo, te la dejo como un regalo de mi parte, con moño y todo. Pero te advierto que sólo encontrarás una nariz rota o un ojo morado. Hay muchas chicas atractivas aquí en las que podría poner mis ojos, pero por alguna razón no tengo interés en tener novia. No todavía. Mi vida es lo suficientemente satisfactoria como para no estar tan desesperado como este romeo de segunda. Soy feliz con mis videojuegos, saliendo con mis amigos a perder el tiempo o jugando al fútbol, aunque sea un desastre. Tal vez, en el momento menos pensado...

En todo esto, mientras escuchaba la incoherente charla de Takashi, no me pasó desapercibido que ella aún ocupaba su asiento, acosada por cuatro o cinco chicas que no dejaban de hacerle preguntas. Se le veía algo molesta y no les prestaba atención, salvo escucharlas y responder casi siempre con monosílabos. Ignorar su presencia por completo me era imposible, pero no me impidió seguir atentamente la conversación mientras engullía sin ganas.

Nakamura interrumpió mis pensamientos. Sin dejarme terminar la frase que desconocía cómo continuar, dió vuelta la silla vacía de adelante y se sentó frente a nosotros, mirándonos con una sonrisa de oreja a oreja como si hubiera sacado el primer premio de una lotería.

"¡Mitsuki sempai! ¿Quieres ir a comer con nosotras?"

Nakamura estaba a punto de abrir la boca, pero luego de escuchar esa frase que sonó en mis oídos como una bocina, cambió lo que iba a decir en un principio.

"Me pregunto por qué le dicen sempai, si tienen excactamente la misma edad." Volvió a mirarnos y, al no hallar respuesta, se contestó a sí mismo. "Eso es porque ven en ella a una líder, una imagen de la fortaleza de que ellas carecen, alguien que puede protegerlas y demostrarles que la mujer no es el sexo débil."

Parece que estaba listo para pronunciar un discurso. Sólo eso me bastó para que empezara a dolerme la cabeza.

"¿Quién era ese pervertido con el que peleaste esta mañana en el baño de las chicas?".

A estas alturas ya no escuchaba la conferencia de Nakamura. Leyó el pánico en mis ojos totalmente abiertos, mientras me veía contener súbitamente la respiración. Noté que se quedó mirándome con las cejas arqueadas hasta que sus palabras se perdieron en el rumor que siguió después.

"¿Qué sucede?" Como si se tratara de la escena de una película, la voz de Nakamura sonó algo lejana.

La mirada asesina que ya me perseguía desde esta mañana me congeló los huesos cuando ella giró el cuello ligeramente en mi dirección. Nadie pareció darse cuenta, aparte de mí.

Por más que me esfuerzo en comprender mi reacción inconsciente, mezcla de temor y exitación, como el que debe sentir una presa fácil acorralada por su verdugo, no hago otra cosa que sentir una verdadera inquietud por averiguar por qué está ensañada conmigo. Si le hice algo y no me he disculpado con ella es porque, primero, acabo de conocerla, y segundo, si alguien debe estar ofendido ese debo ser yo.

El sólo decir mi nombre haría que prácticamente toda la clase me odiara. El que se tardara en contestar me dió la oportunidad de pensar qué diría para salvar las apariencias, pero lo único que hizo fué ponerse de pie.

"Este no es asunto suyo. Discúlpenme."

Con excepción del "Hola" que dijo al presentarse a la clase, estas son las primeras palabras que oigo tan claramente de su boca. Luego de esa respuesta que dejó a todos con un signo de interrogación encima de sus cabezas, salió del salón sin más, como si nada le importara. Sin embargo, no dejó de parecerme increíble que mostrara la mínima educación de disculparse.

"Que chica más rara."

"Sí, es verdad."

Algunas de las chicas se miraron perplejas unas a otras luego de verla desaparecer por la puerta del salón.

Luego de que se retomaran las clases, finalizada la hora del almuerzo, su asiento permaneció vacío el resto de la jornada. Ninguno de los profesores mencionó nada sobre ella, ni nadie preguntó en voz alta, si bien oía que cuchicheaban sobre ello. Probablemente habrá tenido alguna otra pelea con un incauto estudiante que se atrevió a hablarle. En estos momentos estará en la oficina del director, y es lógico que deseen manejar el asunto con cautela y no generar entusiasmo en el resto de los estudiantes.

No niego que me gustaría saber a dónde fué Mitsuki, no, perdón, la chica nueva. Siento que no debería llamarla por su nombre, pues eso significaría que la considero alguien digna de conocer. No quiero tener la más mínima relación con mi nueva compañera de clase, pero tampoco puedo dejar de pensar en ella. La indefinible sensación de haberla conocido antes pero que la olvidé en algún lugar inaccesible de mi subconsciente me tomó por sorpresa cuando me encontraba caminando por el pasillo, luego de dejar atrás en el salón a Takashi y Nakamura sin decir a dónde iba. La verdad es que ni yo mismo lo sé. Una fuerza desconocida movía mis piernas.

Mi poca hambre se había convertido instantáneamente en un mal sabor de boca cuando ella se volvió para mirarme. Me sentí culpable de dejar a medias a Takashi tan entusiasmado con sus planes suicidas y a Nakamura con la palabra en la boca, seguramente con algún chisme de última hora sobre ya saben quién. Lo que hice fue disculparme y dejarle el almuerzo casi intacto a Takashi, que tenía más ganas que yo de comerlo. El rollito de carne aún estaba bajando por mi garganta, como si se hubiera quedado atorado en el camino.

Dí vueltas por todo el instituto, obviamente queriendo encontrármela "accidentalmente". Como sea, seguí caminando sin resultados. Me paré a conversar con algunos conocidos con la intención de disimular un poco. Pensando en mi actual comportamiento, me sentía falso y estúpido, casi un acosador. La buscaba pero lo que menos quería era encontrármela y mirarla a la cara.

Soy más suicida que Takashi. Si sigo así, seguro encontrarán mi cuerpo por la mañana en el río. Era inconcebible que estuviera preocupado por ella. Además, no había razón para estarlo. Sin embargo, se veía algo más pálida cuando la ví salir del salón. No impidió que una de las chicas la enfrentara y le tomara una de sus manos, suplicándole con extrema dulzura, sin decirle nada y con una sonrisa comprensiva en los labios. Ella se limitó a mirar un instante el suelo, como si dudara cómo actuar, y la empujó con delicadeza a un lado, contestándole con una velada sonrisa, en la que se mostraba un claro signo de cansancio.

Me sorprendió el timbre, metálico y estridente, retumbando en los pasillos. Me encontré silencioso, sin saber qué pensar, mirando por una ventana abierta hacia el patio. Fuí hasta la clase y tomé asiento junto a Takashi, que me preguntó a dónde había ido. Antes de contestarle, entró el profesor de química para dar comienzo a la clase sin dilación. Ella no estaba presente. Era como si confirmara en mi interior un presentimiento de que algo pasaba. Pero... sólo podría haberse demorado dondequiera que estuviera, o era que en verdad estaba en la oficina del director, esperando a que llegaran sus padres por ella.

Cuando por fin terminaron las clases, todos hablaban sobre qué había sucedido. Mi cabeza estaba en cualquier lado menos en el salón. Normalmente volvía a casa con mis dos amigos, pero esta vez sentía un raro desapego, una de esas nostalgias de las que no entiendes la razón. Me despedí distraídamente, disculpándome por que tenía algunas cosas que hacer, y me fuí con pasos lentos hasta la taquilla de los zapatos. ¿Por qué les había mentido? No era que tuviera nada que hacer en especial después de la escuela. Quería evadirme y estar a solas para pensar. Sí, eso era.

Estaba a punto de cambiarme las zapatillas por las de calle cuando dos estudiantes de primer año pasaron a mis espaldas. No pude evitar escuchar su conversación.

"¿Lo sabías? Mitsuki sempai estuvo en la enfermería. Me pregunto qué le habrá pasado. Se fué a casa muy afectada antes de que terminara el almuerzo."

"Seguro debe ser por culpa de ese idiota pervertido de segundo, Keito ichiro, ¿no?"

"Dicen que sí. Dos compañeras lo vieron en el baño de las chicas con Mitsuki sempai. Dicen que intentó abusar de ella y que, cuando se vió en problemas, se hizo el herido para escapar."

"Mañana averiguaremos quién es y le haremos pagar todo lo que le ha hecho a nuestra sempai."

Apretaron los labios con la palabra venganza grabada en sus caras aniñadas y alzaron los puños en señal de victoria. Salieron por las grandes puertas de vidrio riéndose entre ellas.

Con un pie descalzo y el otro no, zapatillas en mano, suspiré resignado. ¿Es posible que esto estuviera sucediendo? Con lo extraño y torturante que fué el día de hoy, mañana las cosas se pondrán mucho peor. Francamente no creo poder pegar un ojo en toda la noche.

El nombre de Hirase Mitsuki hacía eco en mi cabeza. Eso de que se sintió mal por estrangularme contra la pared del baño no me lo creo. A fin de cuentas, nadie más que nosotros sabe lo que realmente sucedió. Debe estar haciéndose la víctima para evitarse problemas, sin importarle si acaban expulsándome a mí en el peor de los casos. Sin embargo, aunque no quiera admitirlo, era una chica. Tal vez se trate de alguien más sensible de lo que parece y realmente le afectó la situación, aunque no sé cómo, si fue ella la que me besó. Me sentía en cierto modo responsable, como un sentimiento fuera de lugar a pesar de mi justa indignación.

Ahora era mi oportunidad de salir antes de cruzarme con esos dos y tener que darles más explicaciones. Pero no podía irme sin saber lo que estaba pasando. No me tomó más de un segundo decidir qué hacer, para mi propio asombro. Sencillamente, no podía.

Volví a ponerme las zapatillas de la escuela y a colocar las de calle en la taquilla. Sentí el impulso de correr, pero en lugar de eso empecé a caminar como si tuviera el cuidado de no despertar a nadie, forzándo mis piernas a tranquilizarse. Tomé otro camino distinto para no encontrarme con Takashi y Nakamura, que seguro ya me suponían camino a casa. Tuve suerte en que se demoraran un poco.

Era hora de que los distintos clubes comenzaran sus actividades. Muchas de las chicas que se apiñiaron en torno suyo como moscas debían estar interesadas en reclutarla, dadas las condiciones especiales que reunía. Ninguna chica de este instituto tenía tanta energía, puedo asegurarlo, ni tanto carácter, si bien éste demostró ser algo desconcertante. Después de tener una muestra de sus extraordinarias habilidades para el combate y de ver la facilidad con que resolvió todos los problemas de matemáticas que el profesor planteó en el pizarrón, similares a los del próximo exámen, puedo concluir que todos los clubes harán cualquier cosa por convencerla de unirse. No la imagino en ninguno de ellos, aunque podría destacar en cualquiera.

Antes de que me diera cuenta, estaba frente a la enfermería. Miré el letrero sobre la puerta como para asegurarme de no haberme equivocado. Dudé al acercar mi mano al picaporte, pero este se giró por sí solo y la puerta se abrió. Apareció ante mí la misma chica que se interpuso cuando Mitsuki se retiró por última vez del salón, durante el almuerzo. Se sobresaltó al verme, pero suavizó su reacción con una encantadora sonrisa.

"Keito-kun. ¿Qué haces aquí? No me digas que estás preocupado por Mitsuki-chan. Mhm..." Puso un dedo sobre sus labios y me miró con un ojo. Hablaba de ella de modo muy familiar. "¿Tú también te has enamorado?" Me hizo una guiñada y lanzó al aire una alegre risa, mostrando sus dientes blancos.

Recuerdo que ambos estuvimos juntos también el año pasado, en primero. Me había enamorado de ella, pero dejé que ese sentimiento me consumiera lentamente hasta desaparecer por completo durante las vacaciones. Lo enterré conscientemente en mi pasado. Ahora solo veía a una agradable persona a la que me hubiera gustado conocer en otras circunstancias, pero nada más que eso. No tenía problema en que fuéramos buenos amigos.

Llevaba el pelo castaño corto hasta los hombros, una expresión luminosa y cálida, siempre una sonrisa en su cara capaz de ocultar sus problemas. Los debe tener como cualquiera, pero lo disimula de manera tan natural que parece que está siempre feliz. Era tal vez la persona más alegre y despreocupada que he conocido. Y ahora se había convertido en la amiga de esta chica tan rápidamente. Ni ella fue capaz de resistirse al sencillo encanto de Sahori.

Al ver mi visible conmoción, entendí que adivinó mis intenciones. No tuve necesidad de preguntárselo, pues antes dejarme solo frente a la puerta y despedirse, contestó sonriente, aunque a medias, lo que quería saber.

"Ella vino a la enfermería hoy, pero ya se había ido antes de que terminara el recreo. Recibió una llamada de un familiar, al parecer urgente. Después de todo, Mitsuki tiene problemas. Debemos ser pacientes y comprensivos con ella." Estudió mi reacción, notando que mis ojos se abrieron totalmente. "Keito-kun... intentemos ser sus amigos.
"
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MensajeTema: Re: Crazy Love. Capítulo 1   Crazy Love. Capítulo 1 Icon_minitimeSáb Jun 21, 2014 11:49 am

Crazy Love. Capítulo 1 Cascada_de_agua2__wallpaper_480x300

Es la primera vez que leo letras tuyas ...ya lo
creo que es un loco amor ,pero me gusto.
Dios te bendice.
saludos de Any
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Crazy Love. Capítulo 1
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