Filiberto. Cuento. (capítulos 1 y2)

FILIBERTO.

I

-…Incomprensiblemente apareció frente a mí un sándwich de tomate, lo toqué: parecía muy real, una gotita de mayonesa empezaba a chorrear por un costado, todo estaba bien, excepto por un detalle: el sándwich no estaba apoyado sobre nada… ¡flotaba en el aire!
-¡El dichoso detalle!
-Y bien
-¿Qué pasó?
- Pues nada.
-¿Cómo que nada?
-¡Que me lo comí! y estaba muy sabroso, por cierto.
-¿Pero de dónde había salido el bendito sándwich de milanesa?
-Yo dije que era un sándwich de tomate, no hablé de ninguna milanesa.
-¡Estás desvariando!
-Yo no¡ vos estás desvariando!
- Debe ser que me dio hambre…
- Volvamos al tomate, eran unas rodajitas prolijitas y jugosas con ese poquito de mayonesa asomando apenas, lo justo.
- ¡Basta! no te soporto más ¡no se puede contar plata delante de un pobre! ¿no ves que se me hace agua la boca?
- Entonces te perdés lo mejor… si dejás que tus instintos animales sean más fuertes que vos, nunca lograrás nada.
Y así diciendo, se levantó, se acomodó el saco y se fué silbando bajito… y me dejó allí, viendo como se empequeñecía su figura a medida que se alejaba, no me dejó siquiera decirle:- ¡eh… pará! contame lo que sigue.

Yo siempre dije que este Filiberto era un flor de chanta… pero se hacía grato escucharlo contar sus cuentos imposibles, aunque una vez se pasó de la raya:

Un día se apareció con la nueva de que había viajado al espacio…
-¿Y en qué fuiste?¿me vas a decir que en un plato volador tripulado por un marciano loco?
-¡No, boludo! los marcianos no existen ¿no sabés que Marte es un planeta que hace siglos que se murió?
-Y entonces ¿en qué fuiste?
-En una nave, tripulada por seres extraterrestres, quienes me solicitaron amablemente que los acompañara.
-¡Sí, a prestar declaración! estabas mamado y era “la cana”! Estuviste dos días hasta que se te pasó la mamúa y cuando saliste estabas más flaco y hablando más pavadas que de costumbre ¡esa sí que fue una borrachera! ¿Qué te habías tomado?
-Si me dejaras hablar te darías cuenta que ni estaba mamado, ni loco, ni nada… sencillamente, estaba bajo el efecto de una droga que me habían dado los extraterrestres para que no pudiera recordar nada, pero yo los embromé ¡porque sí me acuerdo! ¿querés que te cuente?

-¡Y bueno, dale… total!

-La cosa empezó una noche en que andaba buscando a un tipo que me debía plata…
-¡A vos! ¿Quién puede deberte plata a vos? ¡si no tenés ni donde caerte muerto!
-Pues sí, ese tipo me debía por mis servicios cuando yo le averigüé por donde andaba la mina que se le había rajado… ¿viste que es posible?
Bueno, pero ésa es otra historia. Yo te estaba contando la de los extraterrestres.

II

El asunto fue que esa noche estaba bastante oscuro, había corte de luz y pa’ colmo…luna nueva. No se veía ni lo que se pisaba y yo sin darme cuenta me fui alejando de los lugares por donde siempre ando, pensé que el tipo debía estar en lo de Miguel, ése que fué en un tiempo camionero y después puso un bolichito por las afueras, cerca de la ruta.
Yo, para cortar camino me había ido por los barrios bajos y al pasar el arroyo seco, me pareció ver una luz hacia mi derecha, pensé: habrá vuelto la luz, o alguien tiene un grupo elec… ¿cómo era?
-Electrógeno.
-Eso…entonces enfilé para ese lado ya que andaba medio perdido. Caminé como tres o cuatro cuadras y la luz me parecía que estaba cada vez más lejos ¿cómo puede ser? me decía y de pronto, me topo con un tipo grandote, que casi nos chocamos porque de tan grande hacía sombra, y sombra en lo oscuro, es más que sombra. El caso es que alcancé a ver algo que se acercaba y me hago a un lado y el otro también.
-¡Buenas noches!, digo, por las dudas ¡era grandote el coso! y el tipo me contesta:
-Disculpe, ¿usted es de por aquí? (maneras tán finas me hacen pensar mal)
-¿Anda perdido el hombre?
- Un poco.
-¿Busca a alguien?
-¡Eso!
- Si me dice adónde quiere llegar.
- A algún lugar donde pueda comer algo.
-¡Ah! Bueno… podemos ir juntos, yo voy para un boliche por aquí cerca donde se puede comer y tomar algo, no será un restorán pero la esposa de Miguel cocina bastante bien, si le parece, podemos ir juntos( le dije mientras trataba de verle la cara sin lograrlo)
-Bien… me parece bien.
-¡Entonces vamos!
Y pegando la vuelta se me pone a la par, y allí me doy cuenta que el tipo no era tán grandote como me había parecido ¡qué se yo! Sería la poca luz, el caso es que nos vamos y en unas cuadras más veo las luces de los autos y le digo:
- Esa es la ruta… en un minuto llegamos y así fue. Adelante veo el cartel que dice:
“Lo de Miguel - Comidas rápidas”
-¡Menos mal! le digo, parece que tienen luz.
El tipo no me contesta.
-Es feo andar en esta noche sin ninguna luz ¿ no le parece?
- ¡Claro!
(¡ufff!...por fin me contestó, ya me estaba julepeando…)

Bueno Gra, acabo de leer el primer y segundo capítulo.
Me ha entusiasmado. Continúo.