OTONIEL

Hace 6 meses mientras miraba las vidrieras de un almacén masculino, sentí una mano en el hombro. Al volverme, vi una cara sonriente que hacía mucho tiempo no veía.
Mis recuerdos de inmediato y en milésimas de tiempo empezaron a desfilar: me remitieron a aquellas épocas de adolescencia donde la vida era más tranquila y donde de verdad éramos felices. Otoniel mi mejor amigo y uno de los más inteligentes del salón de clase. Sin mediar más diálogo que las consabidas palabras de cómo está tu familia, que has hecho durante todo este tiempo, en fin, aquello que las personas se preguntan cuando dejan de verse.
Para celebrar nuestro encuentro decidimos almorzar juntos. Pedimos la carta y de inmediato y en voz alta dije: una ensalada de verduras, con brócoli y coliflor más un trozo de carne frita.
Otoniel, (nunca supe por qué sus padres lo bautizaron así) rechazó mi pedido y dijo que por nada del mundo él comería semejante combinación. Extrañado le pregunté ¿Por qué? Seguidamente me explicó: Yo no como ni coliflor, ni brócoli.
Con cara de pregunta, en silencio me quedé mirándolo. Otoniel comprendió y empezó a hablar: temo mucho que al comer brócoli me salgan raíces por todo el cuerpo, ¿Te imaginas?, cubrirán mis pies y me anclarán a tierra, mis brazos se volverán horizontales como las ramas de los árboles y según dicen: en ellas, abundan los pájaros y no quiero estar cagado de pies a cabeza.
Reí como loco, pero ¡Qué cosas dices! Otoniel ese toque de humor no lo conocía en ti. No sabía si era un chiste porque el hombre se quedó serio. Empecé a dudar, pero él prosiguió: La coliflor, ese color blanquecino me recuerda la leche de mi madre y eso me hace llorar. Además dicen que los olores que expide nuestro cuerpo después de comerlas son espantosos, no quiero ni pensarlo: convertido en árbol, cagado por los pájaros y ventoseándome ¿como loco?
Volví a reír, y le dije: Entonces cambiemos de pedido.
Mi amigo escogió arroz y carne a la parrilla pero advirtiendo que quería el trozo bien grande, pedí lo mismo pero recomendando la carne más pequeña.
No dejaba de pensar en los pájaros que Otoniel tendría sobre su cabeza y el solo hecho de verle chorrear el líquido amarillento de algún pájaro o una masita blanca en su ojo, me producía risa nuevamente, pero tenía que aguantarla porque mi amigo continuaba serio.
Buscando la manera de averiguar que le sucedía, le dije una mentira con tal de atraer el tema de la piscología. Le dije que estaba asistiendo donde un psicólogo y fue cuando me dijo que él también.
¡Ah! entonces estaba yo en lo cierto, a mi amigo se le había corrido la teja… y empecé a sentirme a la defensiva sin que él lo notara y entonces se me ocurrió decirle: Hombre que bueno, ¿Sabes que los sicólogos son formidables?
Sí, sí por supuesto…. Voy tres veces a la semana y me ha quitado cantidad de cosas que antes pensaba, ahora soy un hombre bastante realista y mis temores han ido desapareciendo rápidamente.
Quise escaparme del lado de mi amigo e inventando una excusa me despedí de él. Luego respiré tranquilo. Ufff yo que soy tan malo para la gente desquiciada.
Tres meses después por esas cosas de la vida, volví al mismo lugar y de pronto cayó él como mosca a una sopa.
Vaya que contrariedad me dije para sí… Otoniel se sentó y dijo: Esta vez si me voy a comer la ensalada de brócoli con coliflor... y llamó a la mesera.
Caramba, qué buena labor la que está haciendo su psicólogo, dije para sí.
Otoniel pidió la ensalada y todo iba bien, me contaba que por fin su psicólogo lo había dado de alta y estaba ¡feliz! Que bien hombre, ¡no sabes cuánto me alegro! Le dije.
Llegó la mesera y depositó el plato con la coliflor y el brócoli y Otoniel empezó de inmediato a comerlo. Segundos después llegó la mesera con otro plato lleno de ensalada de zanahorias y Otoniel se quedó mirándola y ella dijo: su pedido por ser día martes, viene acompañado de esta otra ensalada.
Mi amigo se quedó en silencio y dejó de comer las pocas sobras que le quedaban. Lo animé: ¡anda come!, se ve rica esa zanahoria. De inmediato Otoniel se paró de la mesa (lo vi afanado y nervioso). Se despidió diciéndome:—Hombre esto si no me lo esperaba, ¿sabes? Me voy, me voy antes de que estas zanahorias me conviertan en conejo y luego no pueda jamás volver a comer brócoli y coliflor—
Condorito tomó mi lugar.

Buen e intrigante relato. Me ha mantenido en vilo hasta el final.

El amigo Otoniel no necesitaba un psicólogo sino un psiquiatra.

Por supuesto que el amigo necesitaba de un psiquiatra, pero como los locos no se lo creen, entonces el pobre buscó a un psicólogo..
Gracias por leerlo.

Un abrazo cordial

Buenísimo... De risa, increíble. Muy bueno. Pobre Otoniel... Seguramente, que si come bambu pensaría que se iba a convertir en un oso panda... XD Veo una ironía vegetarianista... pero no sé, no sé XD.

Un saludo de Samuel.

Que linda historia divertida, ágil e intrigante hasta el final.
Me divertí leyéndote. Gracias Ethel.

Intrigante y amena (hasta me sugirió uno sin plagiarte).
Las buenas historias tienen éso.

Amena por supuesto que si pero intrigante? Se lee facil y el final es un tanto cuanto humoristico. Un escrito de aire distendido y sin mas pretensiones que la de entretener.

Buen trabajo, Etel.

Gracias, veo que salí bien librada ante sus comentarios...en efecto como dice Roberto, para distensionarnos un poco... y Federico bienvenido tu texto a partir de este..

Feliz domingo..

Que comparaciones tenia en la cabeza, un gran relato EThel, me ha hecho sonreir. un abrazo
k

jaja!! Muy buen relato, Ethel!!
Creo que hacía tiempo no te leía o soy yo con mi corto
tiempo, para ponerme al día con las lecturas.

Un relato muy ameno, que como dicen los compañeros
te mantiene intrigado hasta el final, jaja!!

Felicitaciones, Ethel!!
Un besiabrazo!! TQM!

Me agrado tu texto, Elthel.

He tenido mis Otonieles, no muchos pero los he tenido. Conozco esa incomodidad, la que te pide irte desde el momento en el que descurbres la situacion y la que se tiene cuando estas decidido a hacerlo pero tu conciencia y sentimientos te detienen.

A diferencia de ti no habia encontrado la gran historia, pero no me sorprende de mí, no acostumbro pensar los momentos incomodos.

Es el primero de los textos que he leido de este foro, y me puedo decirte que si todos son asi, no me despegare.