MARINA Y POSEIDÓN HISTORIAS DE MAR... (Erótica)

“Marina y Poseidón historias de mar...”


Ella yace en una playa olvidada y sombría, sirena de dos mundos ensortijada en el roquerio, nada tiene en el alma, sólo un leve suspiro, el mar ha crecido y moja su cuerpo ya dormido, espera, aunque dormida, siempre espera...

Él es un pescador rudo de manos encallecidas por el trabajo de la barca que noche tras noche lo llevaba lejos de la playa. No cree en sueños, no cree en nada… A veces siente que una mujer, una compañera, lo espera con amor a su regreso, pero solo es un pensamiento confuso en su mente. Finalmente espera, solo espera una vacía nada...

La Sirena canta al despertar de su letargo, pues las frías aguas del pacífico, le han congelado su cuerpo y de improviso se zambulle al vislumbrar un hombre que creyó recordar...

El alba esta despuntado sobre el mar llenando de débiles reflejos de colores. El hombre ve como algo se sumerge en el agua, fue una noche estéril de trabajo y por un segundo piensa que aquello puede ser lo que convierta una frustrante jordana en una rica pesca, no tiene miedo, no le importa lo que sea... Lo pescara en su veterana red.

De pronto siente unas cuerdas en su cuerpo, trata de escapar, pero falla en el intento, cual pez atrapada en la red de un hombre, que en sus ojos se puede ver que pareciera lo ha visto alguna vez, sin embargo, ella lo esquiva con la mirada y se hace la desmayada...

El pescador tira con fuerzas, no creía que le costara tanto, la criatura lucha contra sus redes, el grita y brama con acentos de triunfos, “no escaparas aunque te resistas porque nunca se me escapo una criatura del mar” piensa en una excitación que siempre cosquillea en su sangre cuando pesca. Al subirlo ve un cuerpo desmayado boca abajo y mojado... No era un pez aunque... ¡Dios, si es una mujer! _gritó....

Abrió sus ojos y en frente estaba el que ella había amado en sus profundos sueños del pasado, en los laberintos de los milenios, pero, una sirena tiene eternidades en su piel, que no se agotan ni desgastan, era bella, y él no sabía que antes que la viera, ella ya lo conocía...

Se quitó la prenda de abrigo que llevaba y cubrió la desnudez de la mujer con ternura. Le dio la vuelta despacio, sus rudas manos se había transformado en delicadas alas para tratar aquel cuerpo delicado, mojado y casi viscoso como un pez… Cuando apartó el pelo húmedo de su rostro pegó un respingo que estremeció toda las fibras de su cuerpo. Era la primera vez que veía a esa mujer... Más... No, no podía ser... Sintió que esa dulce fisonomía ya lo había visto y…

¡Poseidón!, si ese era su nombre, hablaba Marina, en su mente, ¿Porqué me mira así, como si estuviese lejos, acaso no me recuerda? ¿Será por eso que nunca volvió a nuestro escondite, o acaso las ninfas lo sedujeron y lo embrujaron apartándolo de mí lado? Oh, Poseidón, amante de mi alma ¡mírame! ¿Cómo es que te has vuelto humano? Siente el eco de mi piel, que se estremece al sentir tu roce...(los pensamientos pelean por salir de su cabeza y estrechar en sus brazos ese cuerpo que arde en llamas del amor marino...)

El pescador, mira perplejo aquella mujer que había atrapado en sus redes y bajo un hechizo irresistible beso sus labios salados con temblorosa pasión, descubriendo en su boca unas sensaciones olvidadas que le hablaban de otro mundo... Quizás de otra vida, otra existencia cósmica y profundizó más en el beso penetrando su lengua en el oasis de aquella boca que no lo rechazaba, muy al contrario, la lengua de la joven se enredó en la suya en total seducción y deseo..

¿Poseidón, eres tú? Dime amor que no estoy soñando, súbeme el calor humano, haz hervir mi cuerpo de sirena, átame en tus brazos líame en las redes de tu corazón, no quiero escapar de él, devuélveme el deseo de vivir, ese que dejaste con tu callado adiós, sacia mi alma con tu inmortal pasión...

Él la cubre en su piel, apreciando que cada poro de su desnudez se abre a su deseo, demostrando un amor nacido en lo profundo de aquella alma que se dejaba amar. Acaricio suave cada rincón, cada particularidad de su cuerpo con sus manos, ahora transformadas en expertas embajadoras de su reciente o quizá eterno delirio, y cada cobijo de aquella sedosa piel se abría a su mundo dejándose llevar por sus caricias de hábil amante.

Marina, siente que su alma va a estallar, lo arropa y se acurruca en esos brazos que son tan cálidos no tiene miedo, y se expresa en su lenguaje corporal, cierra sus ojos y comienza a sentir el jadeo de su piel, se recoge, se estira, su voz se apaga en aletargados silencios, evocando suspiros, gemidos, placenteros. Ay si lo siente, es él, es su amado, se pierde entre sus piernas abraza sus tesoros de aquel palacio encantado, del que la privaron los hechizos de aquellos que nada saben del amor, ella sólo quiere nadar, en los ríos de su locura, su amante Poseidón...

Se nota extraño, no sabe que está pasando, es como si fuera otro hombre; otro momento ya vivido, otra dimensión del tiempo.Siente el impulso de besar y humedecer con su lengua, a la mujer, surcando con su boca su cuerpo entero, en una navegación lenta y con el fingimiento hostil del juego de la pasión. Los senos de ella se erectaron en sus labios que saben hacerlo endurecer mamando el dulzor de sus pezones...


Marina no quiere abrir los ojos, quiere eternizar ese momento y se dedica a su dios hoy convertido en hombre, sabe lo que le gusta y se lo dará, aunque siente que está en un momento de amnesia, ella le hará recordar cuánto se aman. Es un deseo que precede al amor, son las ganas de poseer y ser poseída en un toque, en un abrir y cerrar de bocas llenas de sabor, salado y dulce, candor y pasión, “tócame Poseidón, hazme tuya para siempre, como ayer, hazlo hoy...” susurra en su mente.

Marina ya siente que el calor ha roto sus límites de pudor y se enrolla en las piernas de su amado, para saborear su fruta fresca, donde emana la tibieza que da vida a su lengua y a su boca abierta...

Todo… Marina, ansiaba todo, era un pescador, sin embargo en sus ojos estaba Poseidón, no lo dejaría escapar, su lengua aún deseaba más y cual pez resbaló por sus brazos arqueando su cuerpo, cayó rendida nuevamente ante ese sabroso plato de frutas jugosas, las lamió, mordisqueó, apretó, devorándolas con carne y lengua, salvajemente haciendo que este ser estallara en gemidos que en el mar embravecido surcara olas inmensas, ella lo atrapó y se volvió a sumergir en las profundas aguas hasta llegar a su playa, esa playa solitaria, donde nadie jamás volvió a encontrarla, pues sola ya no estaba, en su boca vislumbraba un pescador errante, que nadie extrañó, pues era su amante...


...Y él se dejó atrapar entre aquella boca entregada a su virilidad, aquella sabrosa lengua llena de sensaciones impúdicas que le arrancaba los mas íntimos goces de sus sentidos... Su miembro mojado en el aroma de mar de sus labios, se erigía poderoso y retador, surcando en las olas de su boca impetuosa y salvaje. Pero, no quería terminar en aquella deliciosa playa; saco su miembro, se tumbó en el cuerpo de la mujer y entró con su virilidad en su cueva con firmeza noto como se tragaba su embiste, y agito las mareas del aquel cuerpo que se derramaba en cada golpe de su pasión entre un derroche de gemidos y caricias clavadas en su espalda.

Fue profanada por el empuje embravecido de la pasión más inmortal, la estaba poseyendo con extraordinaria suavidad y firmeza a la vez, en sus embistes su verga le daba en las entrañas de aquella encantadora mujer todo un mundo de placer y todo se fue aclarando en su mente, como si un velo fuera descorrido de súbito descubriendo un universo olvidado, hechizado y abandonado en lo más escondido de aquella mente humana que no le pertenecía...

... No, no le pertenecía... Todo se rasgó en su mente, en momentos que fueron golpeando su alma dormida y fue cuando las piernas de su amante se juntaron, se pegaron en las escamas más reluciente, que ningún pez pueda tener como cola y la mujer se convirtió en sirena para el pescador... y el pescador se transformó en Poseidón para ella.


Sin pensar mucho en lo que pasaba, Marina tomó sus mares donde era reina y una ola llena de hadas marinas cercaron a las ninfas maldiciéndolas a morir solitarias en aquella playa donde habían planeado matar a su amado...

Poseidón glorioso en su claridad recordó absolutamente todo, la maldición de los dioses por amar a una criatura de su reino y el complot de ellos con las ninfas para matarlo, no en una muerte física, porque el como el resto de los dioses era inmortal, pero si matar su divinidad encerrándolo en aquel cuerpo tosco y humano, desterrándolo a vivir sin su amada... Se sintió orgulloso de la venganza de su amante sirena, la cogió entre sus poderosos brazos que para ellas se convertían en lo más delicados y suaves. La besó sin tiempo en la boca que saciaba sus sentidos y lentamente se sumergieron en las eternidades de su reino, el mar.

Rosana Vera Vidal y Miguel Ángel Muñoz

23 de marzo de 2011

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Código: 1103278821762
Fecha 27-mar-2011 0:36 UTC

Una historia que más que erótica,me llego con un dejo de romanticismo,una historia de amor entre seres fabulosos con toques de pasión muy bien logrados.
Me gusto, pude recrear el texto, y eso es bueno.

Que las hadas te acompañen

Gracias Poe, tu crítica siempre me enseña y me ayuda a crecer, cariños...

Quizás un poco largo el medio, pero la leyenda vive bien, nacida en una playa desde donde embarcamos hacia la eternidad, como en todas las buenas historias de amor.
Está muy bien condimentada por los toques de aventura, suspenso, amor.